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VALENCIA. Este viernes se ha conocido oficialmente lo que todos sabíamos por experiencia, instinto y conocimiento, de cómo funcionan algunas instituciones, más cerca del cíclope, que de una institución. Y así ha ocurrido.

No era una muerte anunciada, era un final de película sabido o, al menos, muy adivinable.

Me refiero a la decisión del FROB, en cuya comisión rectora figuran el Subgobernador del Banco de España, el Secretario General del Tesoro y Política Financiera, el Director General de Supervisión del Banco de España, el Secretario General del Banco de España, el Director General de Regulación del Banco de España, el Subsecretario de Economía y Competitividad, la Presidenta del Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas, el Director General de Política Económica y el Director General de Presupuestos, de autorizar la liquidación de los servicios centrales de Bankia en Valencia.

Una medida que afecta a una plantilla de 250 empleados y directivos, 60 de los cuales, si nadie lo remedia, serán despedidos. Profesionales cualificados con el valor añadido de servir para mantener la virtualidad de la componente valenciana de Bankia. Y no podemos olvidarnos de que, en febrero, se cerraron 177 oficinas y 457 empleados fueron a la calle.

En su día, el dúo Rato-Acebes se preocupó muy poco por el respeto, cuanto menos estético, de la vertiente valenciana de Bankia, pero al menos acordaron, en el momento de la creación de BFA/Bankia, que la sede social de la nueva entidad estaría en Valencia y la operativa en Madrid. Ni siquiera eso ha sido capaz de respetar ahora el actual gobierno de Mariano Rajoy, que es, en definitiva, a la vista del "who is who", el padre muñidor del FROB.

Entre tanto, Alberto Fabra sigue "mirando a Murcia" figurada y matemáticamente hablando, permitiendo hasta sus últimas consecuencias esta sangría imparable que ha supuesto la destrucción del sistema financiero valenciano.

Fabra, ubicado más en su papel de delegado de Génova que en el de Presidente, fue incapaz en el tiempo de viaje compartido con Rajoy en el Ave Madrid-Alacant, apenas 72 horas antes del anuncio, no ya de cambiar la decisión, sino ni siquiera de conocerla o mucho menos de preverla. Todos preocupados por las fotos con/sin Sonia Castedo, mientras debajo de la mesa camilla las patadas y navajazos se prodigaban.

La liquidación inmediata y fulminante de los servicios centrales de Bankia, radicados en Valencia, corta cualquier relación entre los residuos del sistema financiero valenciano, incluida la SGR, y el sistema financiero español, rediseñado por el Gobierno del Partido Popular sección Rajoy.

Las ayudas a la banca española son el 21% del PIB español que pagamos el conjunto de ciudadanos mediante recortes de prestaciones, de derechos y de salarios.

De ese 21%, la mitad se ha destinado a Bankia, que contaba con el nada más y nada menos director-gerente del FMI como gran timonel. Y un ex presidente de la Generalitat como colaborador necesario.

Tras el reparto de roles -no de responsabilidades políticas que nunca se han sustanciado y a la espera de las judiciales- lo cierto es que el PP convirtió a Bankia en parte del origen de la mitad de los problemas que padecemos.

El Partido Popular puso en marcha, a través de su ley de cajas, prototipo del resto de territorios gobernados por los populares, un procedimiento de partidización que ha acabado en saqueo sistemático de los ahorros de los españoles, incluidas las preferentes, las cuotas participativas y otros productos tóxicos. Y no olvidemos que una parte muy significativa del coste del este desfalco de las cajas valencianas lo están sufriendo familias y ahorradores valencianos.

Este viernes, en fin, hemos asistido a la traca final de un saqueo que se inició cuando la corporación financiero-industrial constituida por CAM y Bancaja fue impelida a comprar las acciones de Terra Mítica. Toda resistencia fue ahormada mediante los relevos en sus cúpulas. Todavía están encima de la mesa los sumarios del caso Terra Mítica, mientras sus obligados financieros ya están fuera del escenario.

A día de hoy, lo único evidente es que quienes nos han traído hasta aquí, no pueden sacarnos de la ruina que provocaron.

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(*) Ximo Puig. Secretario general del PSPV-PSOE y diputado en el Congreso