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VALENCIA. Europa tiene una población de 740 millones de habitantes y una renta per cápita elevada y es, pese a la crisis actual, un gran espacio económico para desarrollar megaproyectos de juego como los existentes en otros continentes, Las Vegas, Macao y Singapur.

Sin embargo, el juego en Europa se ha considerado siempre una actividad económica especial, sometida a una fuerte intervención pública tanto en su regulación, publicidad y alta fiscalidad, con objeto de evitar consecuencias no deseadas en materia de orden público, seguridad y enfermedades como las ludopatías.

También es cierto que esta industria no es ajena a la recesión que estamos sufriendo y las administraciones públicas, sobre todo las comunidades autónomas, han relajado sus exigencias estos últimos años, en cuanto a su regulación, explotación publicidad y fiscalidad, para relanzar su actividad sin que haber obtenido, a mi juicio, los efectos deseados.

Es en este contexto de gran debilidad política en el que vuelven a interesarse grandes multinacionales del juego para construir grandes proyectos de juego en España, como espacio al que van acudir los jugadores del ámbito europeo, a pesar de los fracasos anteriores, Gran Scala Los Monegros y Reino D. Quijote Ciudad Real.

Y lo hacen de la mejor manera posible para ellos: filtrando a los medios de comunicación que una de las grandes empresas de juego, Las Vegas Sand (LVS) quiere instalarse en España y va a invertir 17.000 millones de euros (hoteles, casinos, campos de golf, centros comerciales, auditorios) que generarán más de 290.000 puestos de trabajo.

Inmediatamente se empezó a especular sobre su ubicación, surgiendo una lucha política entre los gobiernos de la Comunidad de Madrid (PP) y Cataluña (CiU). Después de varias visitas para estudiar la mejor oferta, Sheldon Adelson, sin justificar su decisión como representante de LVS, se decantó por Madrid motivandso que inmediatamente surgiera otro megaproyecto de juego denominado BCN-World, promovido por solicitado por la firma Veremonte, de menor tamaño que el anterior, pata instalarse en Cataluña con el respaldo del gobierno de la Generalitat de Catalunya.

Desde entonces y con una total falta de transparencia y tergiversación de las informaciones, se han ido publicando noticias sobre estos proyectos, especialmente las referidas a LVS, ya que Sheldon se ha reunido con las mayores instancias de Gobierno incluido el presidente Rajoy.

LVS exige cambios legislativos en materia fiscal que afectan a los ayuntamientos (exenciones en el IBI, ICIO, IVTU) y a la Comunidad de Madrid (una rebaja brutal de la fiscalidad del juego). Y al Estado: cambios en la Ley de Sociedades, blanqueo de dinero, menores, extranjería, seguridad social, mercado laboral, sanidad (permiso para fumar). Y la exigencia de grandes inversiones en infraestructuras en su localización, como transporte, comunicaciones y otras (Informe EurovegasNo).

Por todo ello es imprescindible que ambos proyectos den a conocer todas sus exigencias y en concreto se hagan públicas antes de tomar decisión alguna por los poderes públicos las siguientes aclaraciones:

-Características técnicas de los proyectos, terrenos donde se van a ubicar y plazos de ejecución.

-Coste de los mismos y su financiación, incluyendo las aportaciones públicas en infraestructuras, así como las deducciones, bonificaciones y rebajas fiscales

-Impacto ambiental y territorial de los proyectos.

-Cambios legislativos que se pretendan realizar en todos los ámbitos que vulneran directivas europeas como la prohibición de fumar.

-Estudio riguroso y exacto sobre su viabilidad económica y ventajas e inconvenientes de los mismos, tanto en materia de creación de puestos de trabajo como a secuelas que puedan originar dichas autorizaciones.

En caso contrario nos encontraríamos ante un secretismo totalmente injustificado y perverso para ayudar intereses concretos y no a los generales para los que han sido elegidos. Hay que evitar caer de nuevo en un modelo sustentado en la construcción, turismo de masas y agresión al territorio del que estamos sufriendo las consecuencias y dedicar los recursos a otro modelo económico que nos saque de la actual crisis.