Las actuaciones de The Flaming Lips se caracterizan por su espectacularidad. El grupo juega en sus directos con la iconografía de la exploración espacial y con otros motivos científicos. En la imagen, una naves espacial aterriza en el escenario
VALENCIA. La imagen del científico con bata blanca ha calado con fuerza en nuestro imaginario colectivo como tantos otros estereotipos que nos llegan a través del cine comercial. Por si acaso, una obviedad: fuera del fantasioso mundo de Hollywood, la mayoría de científicos no llevan bata -¿por qué tendrían que hacerlo un matemático o un astrónomo?-.
Por lo tanto, se trata de una idea que no se ajusta a la realidad. Un tópico que enlaza con otro pensamiento recurrente: la concepción del científico como un ser que se sitúa en un plano diferente -si no superior- al del resto de humanos, con unos conocimientos que sus congéneres nunca podrán alcanzar y con el propósito claro de salvar el mundo -o destruirlo, según se ajuste mejor a cada narración-.
The Flaming Lips, el estrambótico grupo de Oklahoma, se decantan por la primera opción y otorgan a la ciencia una misión salvadora en la canción Race for the Prize, incluida dentro de su noveno álbum The Soft Bulletin (Warner Bros., 1999). En este caso, son dos científicos los que bajo una fuerte presión se enfrentan a grandes peligros «por el bien de la humanidad». Una especie de superhéroes que -podríamos apostar lo que queramos- seguro que llevan la bata blanca hasta para ir a comprar el pan.
Race for the Prize presenta una ciencia idealizada, guiada por la esperanza y la bondad y, por lo tanto, aséptica, neutral y desinteresada. Sus dos protagonistas («solo son humanos, tiene mujer e hijos») se dejan llevar por una actitud entregada y una dedicación absoluta, destinados a forjar el futuro por encima de su voluntad. Una visión, más que tópica, utópica, que es necesario coger con pinzas y sin demasiada seriedad si se tiene en cuenta la alocada trayectoria de la banda.
El tema tuvo un eco notable en su momento y por eso el grupo La Costa Brava decidió adaptarlo al castellano dentro de su disco Déjese querer por una loca (Grabaciones en el Mar, 2003) bajo el título Dos científicos (Carrera por el premio). La adaptación mantiene el tono épico de la original, pero aporta un matiz amargo: la labor titánica de los dos científicos no les será reconocida en vida («Llegarán a lo más alto sólo si están muertos, lejos»).
Una observación que, tristemente, se ajusta más a la realidad y que nos hace pensar en otros superhéroes que, con bata o sin ella, trabajan para conseguir un futuro mejor mientras la ciencia oficial muchas veces avanza en otras direcciones.
Lea el artículo completo en la web de Mètode.
Foto: Wikimedia Commons
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