VALENCIA. Más de lo mismo. El presidente no es realista o prefiere no afrontar la crudeza de la situación económica. Con un discurso alejado de la pobre realidad económica tanto de la Generalitat como de la economía autonómica, lanzó ante las Cortes un programa trufado de compromisos que muy difícilmente podrá cumplir si no se produce un improbable giro en la situación financiera de la institución que preside.
El creciente endeudamiento regional, que aún podría empeorar si se produce el más mínimo repunte de los tipos de interés (el aumento del índice de confianza empresarial en Alemania podría conducir a ello), la presión de las empresas para cobrar las deudas de la Generalitat y la ausencia de un ambicioso plan de reconversión del sector público autonómico -comenzando por RTVV- arrojan la mayoría de sus promesas al fuego fatuo de la precampaña electoral y no al trampolín ilusionante de un auténtico proyecto de confianza y relanzamiento de la economía valenciana.
No hay más que escuchar el estruondoso silencio de los empresarios y sus representantes para comprender que el presidente no ha conseguido conectar con las necesidades reales de una sociedad preocupada pero muy viva que espera de sus dirigentes políticos un ejercicio
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