Salvador Navarro (presidente de CEV y Cepimev), José Vicente González (presidente de Cierval) y José Vicente Morata (presidente de la Cámara de Comercio de Valencia y del Consejo Superior de Cámaras de la CV). Sobre ellos recae buena parte de lo que pueda llegar a ser o no ser el asociacionismo empresarial valenciano (Foto: Eva Mañez)
VALENCIA. "Y sin embargo, se mueve"... No todo es parálisis en el encastillado y atomizado sistema de organizaciones empresariales de la Comunidad Valenciana. Integrado por un compleja red de organizaciones territoriales y sectoriales entrecruzadas entre sí y repartidas por las tres provincias de la Comunidad, todas ellas a su vez como soporte de la organización cúpula autonómica Cierval, dependiente de la nacional CEOE.
Se trata de un conjunto de estructuras en su mayoría insostenibles desde el punto de vista económico, cada una con su presidente, secretario general y auxiliares pertinentes cuya mayoría ha entrado en barrena financiera desde que se iniciara la crisis y cesara el flujo de fondos públicos en cascada con las que se alimentaban parcialmente vía subvenciones para cursos de formación. Reducciones masivas de plantilla y perfil bajo son ahora la tónica.
Esta circunstancia provocó hace dos años los primeros movimientos en el plano teórico dirigidos a reducir y simplificar el número de organizaciones empresariales mediante fusiones y absorciones. Sin embargo hasta ahora no se había producido ninguna dadas las resistencias de algunas de ellas, en buena parte territoriales, a proceder a su integración en estructuras más amplias y eficaces. Las territoriales de Alicante y Castellón, celosas de su autonomía provincial, son hasta la fecha las más reacias a buscar un espacio común al asociacionismo empresarial.
Pero por fin se ha producido el primer movimiento. La semana pasada, la patronal de la provincia de Valencia (CEV) dio su aprobación a la fusión con la patronal de pymes de la misma provincia (Cepimeval), y este lunes ha sido esta última la que ratificara por unanimidad su fusión en la CEV. Se trata de la primera fusión de organizaciones empresariales de España desde hace años, y puede que desde que naciera la CEOE, en los años de la Transición.
A la culminación de este proceso ha contribuido, sin duda, el hecho de contar con la misma persona al frente de ambas organizaciones, Salvador Navarro, quien no obstante ha sabido ganarse el apoyo unánime de ambas organizaciones.
En la provincia de Valencia ya no habrá una organización para las pequeñas empresas y otra para la grandes, sino una única organización que agrupe a todas las empresas, grandes y pequeñas. Para articular la integración en la CEV de Cepymev está prevista la constitución de una comisión de "pymes, microempresas y autónomos" integrada por un máximo de 30 miembros procedentes de la actual directiva de la organización de pymes.
El presidente de dicha comisión será miembro nato del comité ejecutivo de CEV y vicepresidente de la misma. La comisión tendrá como objetivo "el estudio de todos aquellos ámbitos que sean de interés para las pymes, microempresas y autónomos, así como la propuesta de acuerdos dirigidos a impulsar medidas para la creación, crecimiento, desarrollo y modernización de las empresas de menor dimensión".
ABRIENDO CAMINOS
Un buen paso al frente que debería señalar el camino a otras operaciones similares en las otras dos provincias de la comunidad e incluso en las organizaciones de nivel autonómico. En círculos empresariales de Valencia no se oculta que una operación similar sería deseable entre las dos grandes organizaciones cúpula autonómicas, Cierval y Cepymeval. Sin embargo, no parece que dentro de esta última los intereses provinciales cedan a los autonómicos. Cuestión de (des)vertebración.
Y ya del establecimieno de acuerdos entre estas patronales y las cámaras de comercio, ni hablamos. Pendientes de la nueva ley de cámaras, y especialmente de sus aspectos financieros, los dirigentes nacionales de ambas galaxias prefieren mantener dignamente las distancias, una actitud que se reproduce a nivel autonómico mientras los barcos se hunden, lentamente. En el provincial, el gesto es más cercano, pero sin excesos. De momento, todos quietos, como el Sol de Galileo.
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