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VALENCIA. Los procesos de reordenación financiera que se han vivido -y se sigue viviendo- en España han provocado algunas situaciones extrañas. Los cambios de propiedad de los bancos y las cajas y sus fusiones han generado nuevos grupos empreariales, potentes primeros accionistas en algunas empresas participadas o curiosos compañeros de cama. Pero en ese proceso también se producen momentos absurdos.

Es el caso de la participación de la ya extinta Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) en el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie). Este organismo, creado hace ya décadas por la Generalitat tiene forma de sociedad anónima y, con el paso de los años, se fueron incorporando al accionariado varias entidades financieras y alguna empresa hasta conformar el siguiente capital: un 21,7% de la Generalitat, un 17,4% de la Fundación BBVA, un 17,4% de CAM, otro tanto de Bancaja, y un 8,7% de la Fundación Cañada Blanch, lo mismo que tiene la Fundación de la Ceca y Ford España. 

Cuando las dos cajas de ahorros valencianas vivieron sus particulares calvarios, la parte de Bancaja se quedó en Banco Financiero y de Ahorros, pero la de CAM no fue a parar al Sabadell.

Por alguna extraña razón, CAM tenía las acciones del Ivie en la Fundación Social y Cultural de la CAM, una fundación que no tenía ninguna actividad. De hecho, la Obra Social y Cultural de CAM, a diferencia de Bancaja, se desarrollaba directamente desde la caja de ahorros.

Cuando Sabadell se quedó con el negocio de CAM, con la compra de Banco CAM, no arrastró consigo a esta fundación dormida, que se quedó en la caja de ahorros, con lo que ese 17,4% del capital del Ivie se quedó en ese terreno de nadie que es la ya extinta entidad financiera, ahora en proceso -complejo- de convertirse en fundación de carácter especial. 

La cuestión es que desde que la caja y Banco CAM se desgajaron nadie ha respondido por esa participación en el seno del Ivie. El último representante de la entidad en la junta de accionistas fue José Pina, actual responsable del negocio de SabadellCAM en Alicante. Pero desde entonces nadie acude a los consejos de administración o las juntas de accionsitas. 

El Ivie se financia gracias a los contratos que firma con clientes para realizar sus estudios. Tiene un convenio permanente con la Generalitat cuyo importe se ha ido reduciendo con los años. Hasta la fecha siempre ha sido rentable y ha dado beneficios -aunque no reparte dividendos- por lo que no ha necesitado inyecciones de capital especiales de sus socios.

Otra cosa es lo que pueda pasar en los próximos años. Y si hay que ir a llamar a la puerta de los accionistas habrá que esperar a que en Alicante se aclaren con el futuro de la nueva Fundación CAM. 

Por cierto, BFA-Bankia sí acude a los consejos. Normalmente es Antonio Soto, delegado territorial en la Comunitat Valenciana, quien representa a la antigua Bancaja.