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Entrevista a Lorenzo Sanchis

"Si concentramos las ondas sonoras en puntos concretos, podemos "absorber" la contaminación acústica"

LAURA GARSANDO*. 08/05/2013 Técnico Superior en la Unidad de Materiales y Dispositivos Optoelectrónicos del Instituto de Ciencia de Materiales de la Universitat de Valencia y Doctor en Ciencias Físicas

VALENCIA. Lorenzo Sanchis es Técnico Superior en la Unidad de Materiales y Dispositivos Optoelectrónicos (UMDO) del Instituto de Ciencia de Materiales de la Universitat de València. Ha coordinado la investigación que ha desarrollado el primer manto de invisibilidad acústica en cuerpos tridimensionales, concretamente una esfera. Es decir, lo que se consigue es que los objetos sean impermeables a las ondas sonoras, de modo que estas sean desviadas a su alrededor.

El experimento se ha llevado a cabo conjuntamente por científicos de la propia Universitat de Valencia (diseño teórico de la capa de invisibilidad) y la Universidad Politécnica de Valencia (comprobación experimental). En una línea similar, Sanchis también participó en el desarrollo de una lente acústica capaz de concentrar el sonido en un punto concreto, herramienta que, una vez perfeccionada, podría tener aplicaciones interesantes para combatir la contaminación acústica. Cercano y algo tímido, este físico no puede ocultar su nerviosismo: «Es la primera vez que me hacen una entrevista», confiesa. 



–Según publicáis en vuestro artículo, ya se habían hecho previamente experimentos orientados a conseguir el camuflaje acústico de cuerpos. ¿Qué novedad aporta vuestra investigación?

–Es la primera vez que se ha demostrado experimentalmente a nivel mundial en un cuerpo tridimensional, una esfera. Pero somos responsables también de una publicación anterior a esta donde explicamos cómo logramos camuflar un objeto bidimensional. 
 


–¿Cuál fue el punto de partida que os llevó a querer mejorar el sistema?

–Hay que tener en cuenta que vivimos en un mundo tridimensional. Si queríamos lograr aplicaciones prácticas a partir de el hallazgo anterior, tenía que ser efectivo en 3D. El origen de la investigación se encuentra en un estudio que relizamos sobre lentes acústicas, que desvían la trayectoria del sonido a voluntad. Igual que cuando ponemos una lupa al sol conseguimos un punto brillante, con esta lente podemos lograr que las ondas sonoras se concentren en un punto en concreto, como un material absorbente, y de esa manera eliminarlo.



–¿De qué se compone y cómo funciona el mecanismo de invisibilidad?
–
Para ser precisos, habría que matizar: en lugar de 'invisibilidad', que es un término que tomamos prestado de lo que entendemos por percepción luminosa, sería más apropiado hablar de «indetectabilidad». Las ondas sonoras rebotan en los cuerpos, y lo que nosotros hemos conseguido es anular ese fenómeno, de manera que el sonido pasa a través del objeto como si no estuviera. Por eso decimos que es indetectable acústicamente. El cuerpo en el que se basa la experimentación es una esfera rodeada por 60 anillos de plástico, y lo que se ha hecho en la Universitat de Valencia es calcular qué radio debían tener para que funcionara y su posición respecto a la esfera. Para conseguirlo hemos utilizado un programa informático propio de optimización basado en algoritmos genéticos. A diferencia de otros grupos de investigación donde se ha intentado sin éxito basandose en los materiales utilizados (metamateriales), nosotros nos hemos basado en la estructura y hemos usado un material convencional como es el plástico.



–¿Qué es un algoritmo genético?

–Se basan en las leyes de evolución de las especies que formuló Darwin: sólo sobreviven los individuos más aptos, quienes son capaces de transmitir su herencia genética a las futuras generaciones. En ese sentido, nuestro programa va evolucionando hasta que encuentra un 'individuo' que hace lo que nosotros queremos que haga: no dispersar las ondas sonoras. 

¿Cuánto pueden durar los cálculos para conseguir ese efecto? 
Hemos necesitado un 'súper ordenador' que trabaja en paralelo, lo que significa que hemos usado hasta 48 microprocesadores trabajando a la vez. Hace falta mucha potencia de cálculo para encontrar un individuo 'apto' entre tantas generaciones. Aún así, han sido necesarios cinco días de cálculo intensivo para obtener el manto de invisibilidad de la esfera elegida.

Lea el artículo completo en la web de Mètode.

 

 

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Laura Garsando. Estudiante de Periodismo de la Universitat de València

 

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