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Una medida que entrará en vigor el próximo uno de enero -siempre y cuando se mantengan las previsiones del Gobierno-, lo cual no ha sentado precisamente bien entre los inspectores de Hacienda que temen que el dinero depositado en estos vehículos de inversión de grandes fortunas se esfume a través de simples reducciones de capital, tal y como ha sucedido en los últimos meses entre Sicav de conocidos personajes valencianos. De ahí que los inspectores reclamen que la medida tenga un carácter retroactivo.
Sin embargo, expertos en Tributación y financieros consultados por este diario coinciden en afirmar que se trata de una "medida simbólica porque al fin y al cabo son pocos los dueños de una Sicav que reducen el capital, un hecho que también se da en las empresas cotizadas para pagar dividendos sin retención fiscal". Según la opinión de los expertos, "la medida tiene una importancia relativa, pero el quid de la cuestión está en el impuesto de sociedades que se mantiene en el 1%".
La reducción de capital entre estas peculiares sociedades es una práctica habitual aunque normalmente una misma Sicav no la utiliza varias veces en un periodo corto de tiempo, dado que el Fisco podría interpretarlo como una distribución de beneficios encubierta y llevaría a cabo una investigación para comprobarlo.
Asimismo, los expertos consultados por VP coinciden a la hora de afirmar que lo de llevar a Luxemburgo las Sicav es más por un asunto de "seguridad jurídica y no por la retención a aplicar, dado que a la hora de vender -por ejemplo- un fondo de inversión domiciliado en el país centroeuropeo -siempre y cuando esté debidamente registrado en la CNMV- se paga el mismo impuesto que en España".
Lo que sí que les ha sorprendido es el 'timing' de la decisión del Ejecutivo de Rodríguez Zapatero. "No debería haberse tomado una medida así a mitad del año fiscal porque en cierto modo se vulneran las reglas del juego democrático", advierten.
EN EL OJO DEL HURACÁN
Lo cierto es que estas sociedades de inversión de capital variable siempre han estado en el ojo del huracán por su exquisito trato fiscal. Sin ir más lejos, la obligatoriedad de contar con un mínimo de accionistas (100) da lugar a la picaresca que rodea a estas peculiares sociedades de inversión, con la aparición de una figura llamada 'mariachi' -u 'hombres de paja'-, que son los que figuran como meras comparsas en las Sicav, pero que hacen bulto y permiten que la sociedad en cuestión se ciña a la legislación.
Sin embargo, no han sido pocas las Sicav detectadas con una cifra menor, pero hecha la ley hecha la trampa. Así, el artículo 9, del capítulo II de la Ley 35/2003, de 4 de noviembre, de Inversiones de Inversión Colectiva, en vigor actualmente, dice textualmente que "el número de accionistas de las sociedades de inversión no podrá ser inferior a 100", pero a continuación advierte que "reglamentariamente podrá disponerse un umbral distinto, atendiendo a los distintos tipos de activos en que la sociedad materialice sus inversiones, a la naturaleza de los accionistas o a la liquidez de la sociedad".
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