Fotografía de Alberto Cuéllar para la portada de El Mundo del 10 de enero de 2010
VALENCIA. Hace poco menos de año y medio, el PP obtenía la mayor victoria electoral de su historia. Correlativamente, el PSOE se hundía en los 110 diputados, también un récord, pero en este caso negativo. Como telón de fondo, la ya entonces sempiterna crisis económica y el fracaso del PSOE en su gestión, caracterizada por sus incumplimientos y por el afán por ver brotes verdes donde sólo había más recesión.
Una fotografía expresó, mejor que ninguna otra, el fracaso socialista: el cartel electoral de las elecciones Generales de 2008 en el que aparecía un sonriente Zapatero y un eslogan: "Por el pleno empleo". Ese cartel, y ese eslogan, se reprodujeron constante, casi compulsivamente, en comentarios de tertulias, en declaraciones políticas, columnas de opinión en la prensa y en foros y blogs de Internet. El efecto del contraste entre el pleno empleo prometido y los más de cinco millones de parados con los que se acabó la legislatura (22,8%) fue, como resulta comprensible, devastador.
Frente a ello, el PP construyó su alternativa de Gobierno precisamente en torno a la promesa de creación de empleo, también escenificada en una foto famosa: la que se hizo Rajoy delante de una cola de parados en una oficina del Inem. El PP, a diferencia del PSOE, crearía empleo. Aplicaría la eficacia en la gestión de las cuentas públicas que dejó ver durante los gobiernos de Aznar y, en resumen, arreglaría la situación. Millones de personas se lo creyeron y votaron por el PP.
Hoy, con más de seis millones de parados (27,16%), el paro amenaza con acabar con Rajoy como acabó con Zapatero. Su foto mirando cariacontecido a la cámara está resultando tan dañina como lo fue el cartel electoral de 2008 para el líder socialista.
La escenificación de la rendición
Lo más preocupante, con todo, ni siquiera es el espeluznante dato de paro, sino el reconocimiento explícito, en el Consejo de Ministros del viernes, de lo que puede ser un epitafio cuando apenas llevamos un tercio de la legislatura: que estamos ante un Gobierno que ha fracasado en su principal desempeño.
Este no era otro que reducir significativamente la tasa de paro, y los propios pronósticos del Gobierno anuncian que al finalizar la legislatura el índice de paro será mayor que al comenzarla (25,8% frente al mencionado 22,8% a finales de 2011). Cuatro años, en resumen, perdidos. Una legislatura que acabará peor que como empezó. Y eso tras conseguir una mayoría absoluta basada justamente en que, con el PP, todo -y, sobre todo, el paro- se arreglaría.
El viernes se esperaban reformas profundas, pero lo que se ofreció es la constatación de la incapacidad del Gobierno, por si a alguien le cupieran dudas a estas alturas, para hacer frente a la crisis. Hasta ahora, el Gobierno nos ofrecía un rosario de promesas electorales incumplidas, tanto en materia de recortes sociales como de subidas de impuestos.
Ahora, se han unido también los sucesivos incumplimientos en los pronósticos: paro, deuda, PIB, rescate a la banca... En todos ellos, el Gobierno ha ofrecido unas previsiones que acababan siendo desmentidas por organismos supervisores (el FMI, el Banco de España, la Comisión Europea...), obligándole a rectificar.
Los últimos casos, particularmente llamativos, han sido la cifra de déficit, donde Eurostat criticó el "maquillaje" de las cuentas efectuado por el Gobierno y revisó al alza la cifra definitiva, y la profundidad de la caída del PIB en 2013, que ahora casi se ha triplicado (hasta un -1,3%, respecto de un descenso inicialmente previsto del 0,5%).
Nos encontramos, en resumen, ante un Gobierno poco fiable, sin credibilidad, y que gobierna a salto de mata. Un Gobierno cuyo principal aval continúa siendo que, al menos, ha eludido la amenaza del rescate, lo que le permite cierto grado de autonomía para defender diversas prestaciones sociales (sobre todo, el desempleo y las pensiones) en mayor medida que si la economía española estuviera intervenida.
Pero también le sirve, por el contrario, para mantener indefinidamente el rosario de administraciones y empresas públicas superfluas que funcionan como canonjías y agencias de colocación para la clase política dirigente. Los recortes, desde luego, apenas se han hecho notar allí.
¿Dónde quedaron los brotes verdes?
Hace unos meses, el Gobierno se dejó ver elaborando -tímidamente, eso sí- su particular "teoría del brote verde". Luego llegaron los nuevos datos macroeconómicos, siempre espeluznantes, y los papeles de Bárcenas, y el Gobierno, y el PP, optaron por esconderse debajo de una alfombra, a ver si escampaba.
Prácticamente lo único que ha salido bien, en los últimos meses, es el descenso de la prima de riesgo, hoy 150 puntos por debajo que cuando el PP llegó al poder. A mejorar la capacidad de financiarse parece supeditarse lo demás, bien sea por incapacidad, por ineptitud o porque realmente se piensa que es la clave de arco de la crisis española: los intereses de la deuda, que se "comen" los recortes y el margen de maniobra del Gobierno, el cual se ve abocado a endeudarse más y más.
El escenario no es en absoluto tranquilizador, aunque baje la prima de riesgo, si ello no viene acompañado por la mejora en los demás órdenes de la economía. Sin ello, la financiación para hoy supone más deuda, y más déficit, para mañana.
#prayfor... Lágrimas alemanas de Tomás Roncero
Para rematar la faena, esta semana ha sido la constatación de que incluso lo único que parecía funcionar, en realidad, tampoco marcha bien: el fútbol español, a un paso de verse nuevamente apeado de la Champions League en semifinales, tras la debacle de Barcelona y Real Madrid. El espacio de 24 horas entre el ridículo del Barcelona (el martes) y el del Madrid (el miércoles) permitió asistir, primero, al espectáculo del periodista deportivo Tomás Roncero riéndose del Barcelona, seguido de miles de tuiteros riéndose, a su vez, de Roncero en Twitter.
Ya lo vimos el año pasado. El modelo bipartidista/especulativo de la Liga española no funciona. Es injusto, es ineficaz, profundiza extraordinariamente las desigualdades y, además, es muy aburrido, lo que puede constatarse echando un vistazo a los miles de asientos vacíos en los estadios españoles. Un ejemplo que fácilmente podemos adaptar al modelo bipartidista/especulativo español y sus vectores de crecimiento en la época dorada (ambos mundos similares incluso en su común origen, la burbuja inmobiliaria).
Ya sólo nos queda la selección española, pero... ¿Hasta cuándo? ¿Qué ocurrirá si las lágrimas de felicidad de Tomás Roncero en la Eurocopa de 2012 se convierten en lágrimas amargas en 2014?
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Guillermo López García es profesor titular de Periodismo de la Universitat de València. @GuillermoLPD
Buenas noches: cuando uno tiene que esuchar a Pique decir en el Hotel Los Monteros de esta ciudad que "es igual rico,pijos o pobres lo importante es que vuelen y consuman" me doy cuenta que hay un Grupito que vive al margen de la realidad."Este" piensa que el 70% de esta población española debe consumir cuando el gran problema que se tiene en realidad es "SOBREVIVIR".- Atte Alejandro Pillado Marbella 2013
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