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VALENCIA. El Grupo Ros Casares ha firmado con Sabadell CAM el traspaso de su participación en el complejo de viviendas y oficinas Ciudad Ros Casares, a condición de que la entidad perdone al grupo empresarial su deuda de 232 millones de euros, según han confirmado a Valenciaplaza.com fuentes conocedoras de la operación.
A pesar de las tensiones que se generaron a principios de semana, y que estuvieron apunto de abocar al embargo del complejo, la compañía metalúrgica aceptó finalmente aceptar los términos pactados el pasado mes de noviembre, con ligeras variaciones pero manteniéndose más próximos a los intereses de la entidad, según fuentes vinculadas a la negociación.
De este modo, expirado ya el plazo de negociación, termina un proceso iniciado el 31 de julio de 2012 y que parecía cerrado en noviembre de ese año, cuando se anunció un principio de acuerdo que definía unas condiciones que evitaban tanto el embargo por la entidad como la dación en pago por parte de la empresa y resolvían de la forma menos conflictiva posible la situación.
AVENTURAS INMOBILIARIAS E INCÓMODAS HERENCIAS
Hasta la firma del acuerdo, Grupo Ros Casares contaba con un 80% de la empresa Ciudad Ros Casares, a través de la mercantil Goya 69, mientras que Sabadell había heredado de la CAM un 20% de la propiedad y el préstamo para la puesta en marcha de complejo.
A pesar de que fuentes vinculadas al grupo metalúrgico insiste en que no se ha dejado de pagar en ningún momento, el pasado año ambos socios decidieron terminar con el statu quo ante los problemas que estaba generando en las cuentas de la industrial los bajos niveles de comercialización y los escasos ingresos que generaba.
El Grupo Ros Casares, que mantiene sus oficinas centrales en el complejo, pasa a ser arrendatario y con la firma del acuerdo de traspaso pone punto y final a una aventura inmobiliaria que arrancó en 2005. En aquella época, la transformación de los 172.000 metros cuadrados del antiguo almacén de la compañía en el polígono industrial Vara de Quart entre Valencia y Xirivella en "una de las mejores ciudades empresariales de Europa" parecía factible.
Sin embargo, ya en 2007 la entrada en concurso de Somersen, socio que inicialmente tenía el 30% de la sociedad, terminó con la asunción de ese porcentaje por parte de Ros Casares, pasando de un 50% a un 80% de la empresa impulsores y gestora del complejo, Ciudad Ros Casares.
LA CRISIS SALE A SU ENCUENTRO
El estallido de la crisis inmobiliaria y el posterior derrumbe económico general cogió al complejo en pleno proceso de comercialización y puesta en marcha. De este modo, al expirar en 2010 el crédito, la empresa consiguió una refinanciación que aplazó el pago hasta enero de 2012.
Cuando llegó esa fecha, los cambios en la economía valenciana y en el sistema financiero habían sido profundos. Los supuestos brotes verdes que se vislumbraban en 2010 no habían había prosperado, los administradores del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) ya estaban al frente de la CAM y en la entidad se decidió empezar a buscar una salida definitiva.
A día de hoy, el conjunto está terminado desde 2009 y prácticamente desierto. 14 edificios, repartidos en tres áreas (dos de oficinas y una residencial), con 689 inmuebles con superficies desde 83 metros hasta 153 metros; 132 unidades con superficies desde 90 metros hasta 2.000 metros cuadrados y 1.436 plazas de aparcamiento a los que sus nuevos responsables deberán darle salida.
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