LONDRES. La Universidad de Valencia se ha ido deslizando lentamente hacia arriba en el apartado de Ciencias Naturales, como atestigua la exhaustiva clasificación mundial QS 2010, que refleja las 500 instituciones más competitivas en el sector de la educación superior: con el dorsal 186 en 2009, con el 174 este año, es la quinta mejor situada entre los paraninfos españoles. Y en materia de Ingeniería y Tecnología, la Universidad Politécnica de Valencia ha batido a la Politécnica de Madrid y a la Universidad Autónoma de Barcelona. Sin embargo, mejor que esperen a conocer los detalles de este informe antes de celebrarlo.
Porque los países mejor representados son los Estados Unidos y la Gran Bretaña, junto a Alemania, Francia, Japón y el Canadá. Tan sólo una decena de nombres españoles ha traspasado la barrera del medio millar, y ninguna de las cátedras valencianas se halla a menos de 400 escalones por detrás de las 25 en la parrilla de salida.
La firma QS, una red global de educación y carreras universitarias, ha entrevistado a más de 15.000 autoridades académicas ─700 rectores entre ellas─ desde sus oficinas en Nueva York, Londres, París o Alicante para confeccionar la oferta de las principales universidades. No se trata de un pasatiempo colegial: cuando dé comienzo este curso universitario, cerca de tres millones de estudiantes se incorporarán a facultades que han escogido en países diferentes al de su residencia, una cifra que consolida el crecimiento del 4,6% para cada nueva edición desde 2006 y, sobretodo, que dibuja las dimensiones de una nueva e inestimable corriente de ingresos.
Quizá se les haya pasado por alto, pero en varios países occidentales se están cuidando mucho de aplicar recortes al presupuesto universitario. De hecho, según la firma de servicios financieros PricewaterhouseCoppers (PwC), en Francia, Alemania, los Estados Unidos y China, "los gobiernos han expandido el gasto público sobre ciertas áreas de la educación superior como vehículo para estimular el crecimiento económico general". Una simple ojeada al comportamiento de los sueldos en España misma arroja ciertas claves para comprender a qué se refiere: entre la población con estudios universitarios, la zarpa del paro se lleva por delante al 16,6%; sin graduado ni carrera, las víctimas se disparan entre el 24% y el 33,8%, de acuerdo con los datos del Ministerio de Educación.
GASTO QUE NO ES GASTO
Desde 2009, el gobierno de Nicolas Sarkozy se ha propuesto inyectar hasta 11.000 millones de euros en el sector terciario de la educación, especialmente en el apartado de investigación. Al otro lado de la Alsacia y el Rin, Angela Merkel reclama que la inversión educativa llegará a sumar el 10% del producto interior bruto (PIB) alemán antes del año 2015 y, en efecto, el pasado mes de junio el gobierno federal germánico excluyó a la educación superior del programa de frenazos fiscales para combatir el déficit.
"La educación superior hoy día", explica Burton Weisbrod, de la Universidad de Cambridge ─que ha logrado el podio del índice QS 2010, "se ve atrapada entre los conflictos políticos y las presiones económicas, entre la necesidad de ahorrar de los Tesoros nacionales y su obvio rendimiento para el avance de la sociedad".
Precisamente en el Reino Unido, parecen haber topado con una hábil fórmula para resolver el aprieto: Martin Ince, ex subdirector del suplemento Higher Education del periódico The Times, señala que "las universidades son la industria original de la globalización; han intercambiado profesores y estudiantes, pero también ideas, durante siglos. No es extraño que se haya convertido en uno de los mercados más interesantes de la economía mundial". En su opinión, "el nivel de conexión con las estrategias empresariales debe ser aún más fuerte, mucho más realista de lo que es en la actualidad. Necesitamos hablar en el lenguaje de las empresas para compartir el riesgo de los negocios, tanto como los beneficios".
La sección de investigación científica británica produce ventas comerciales estimadas en 118.000 millones de libras o más de 138.000 millones de euros, un volumen equivalente al 6,3% del PIB nacional. Por supuesto, las universidades disfrutan de margen y capacidad para jugar un papel provechoso en este circuito ─Ince utiliza como ejemplo la bebida isotrónica 'Gatorade', el producto estrella de la Universidad norteamericana de Florida, que aporta ocho nada desdeñables millones de dólares a cada ejercicio.
Y otro paradigma es el de la masa de estudiantes extranjeros. En el Reino Unido, en el curso 2009 hubo 368.970, y pagaron de 12.000 a 33.000 euros, exclusivamente por atender sus clases. El impacto de este grupo de alumnos sobre la economía del país se calcula en unos 8.000 millones. En 2010, los estudiantes procedentes de Francia han aumentado un 48,6%, un 40,2% los alemanes y un 51,8% los de la India.
John O'Leary, director ejecutivo del índice QS 500, asegura que "las universidades españolas se están desarrolando gracias a la participación activa con sus homólogas europeas, es el resultado del mercado común universitario". En las universidades valencianas, el porcentaje de alumnos extranjeros es de solamente el 3,3 puntos, un 0.2% sobre la media estatal. Así que, la nota para nuestro sector académico es clara: no progresa ─aún─ convenientemente.
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