VALENCIA. Con motivo del pasado debate organizado por Aula Ciutat, Per a quan el Parc Central, en el que participaron los arquitectos Josep María Sancho y José Manuel Vidal, resulta oportuno compartir lo conversado y dejar constancia de la necesidad de repensar el siginificado de Parc Central en el momento presente. Lo cual no significa su retraso, al contrario: ¿cuáles son las posibilidades de generar un lleno en lugar del vacío que intencionadamente se ha creado desde el Bulevard Sud hasta la Estació del Nord?
Aunque ahora se cumplen 25 años de la no existencia de aquello que el Plan General se atrevió a soñar y justo cuando acaba de finalizar el plazo para realizar las alegaciones pertinentes al PAI de la primera fase redactado por el equipo de la paisajista Gustafson, aún sigue siendo necesario debatir sobre el Parc Central porque el urbanismo evoluciona conforme cambian las circunstancias sociales, culturales y económicas, tanto a nivel local como global.
Acerca de esta fase, la ingente cantidad de información disponible en la web municipal, unida a la dificultad de entendimiento del lenguaje técnico y el breve período destinado a la participación pública, hace realmente complicado que los agentes implicados o interesados puedan alegar sin asesoramiento. Así pues, durante el debate pudimos comprobar las dudas que existen sobre el modelo que el proceso administrativo ha planteado y no ha sabido resolver.
La política urbanística en Valencia sigue sin creerse la participación ciudadana más allá de la mera consulta, lo mínimo que se exige por ley. Aquí radica la primera de las patologías que acompañan a la gestación del Parc Central: el sueño del mismo ha sido impuesto y la ilusión creada, a la larga se ha convertido en una pesadilla. Dicho de otro modo, la ‘necesidad' de este gran espacio público en el centro-sur de Valencia no surge de una reivindicación ciudadana (a diferencia del Jardín del Turia) y, por lo tanto, no ha habido una amplia conciencia e identidad sobre el mismo.
El Parc Central se diseñó (y se sigue haciendo) en el plano, no en la calle. Su planeamiento diferido ha condicionado un futuro ligado al hipotético soterramiento de la infraestructura ferroviaria. Este ambicioso planteamiento ha conllevado demasiado esfuerzo y a la par, poca afectividad con su ámbito.
Un parque, ¿es solo una cuestión de diseño? Tanto las distintas intervenciones de los ponentes como las público fueron desvelando otras maneras de curar la herida: de fuera hacia adentro. El exceso de suelo público perimetral se puede oferecer para satisfacer las distintas demandas de uso que tienen cada vez más agentes y colectivos de los barrios relacionados.
Experiencias como los huertos urbanos de Benimaclet descubren que es posible renaturalizar parte de la ciudad desde la iniciativa vecinal. En su caso, se trata de un espacio previo a la Ronda Nord donde también el Plan General trazó sobre la huerta una zona de crecimiento edificado nunca construido que durante años generó un gran descampado.
Para dar respuesta a esta muestra de creciente activismo urbano en la ‘ciudad construida', el Proceso (presente) es el instrumento que permite generar espacios reales de relación frente al Plan (futuro) que solo marca expectativas virtuales con daños colaterales, como por ejemplo el visible deterioro de la calle de Sant Vicent. En este nuevo contexto, el Parc Central pasaría de supeditarse a la actuación prevista a acompañarse con la apropiación inmediata desde los márgenes.
¿Y qué hacemos con las vías? Es cierto que son una barrera física y curioso que aún siendo un impedimento, en todo este tiempo, mientras esperábamos al Parc Central, no se haya construido ninguna pasarela accesible ni se haya incluido un carril bici en el scalextric de Giorgeta. En general, Valencia carece de continuidad peatonal y de relación entre sus barrios.
Léase las trincheras que forman las rondas de Tránsitos, la V-30, etc. La perspectiva de la que se habló abarca una escala más amplia, la humana. No se trata de disponer otro parque donde escapar de la ciudad, sino en cómo acondicionar la ciudad que caminamos con las cualidades de un parque. O sea, tan sencillo como calles con árboles.
En resumen, a diferencia de partir del gran vacío blanco pretendido por el plan del Parc Central, se proponen cinco claves: construir sobre lo construido; complementar el diseño con la gestión y el uso; pasar del Plan al Proceso; revisar la actuación desde la apropiación; por último, entender y trabajar la ciudad como parque.
Y en definitiva, cabe evaluar qué falla en el Plan si para poder disfrutar de un espacio público tienen que pasar más de 25 años mientras sufrimos el abandono de la zona afectada. ¿Es este el único modo de hacer el Parc Central? La disciplina urbanística debe reformular su modo de hacer ciudad. Y, para ello, el reto está en cómo catalizar desde la política y el urbanismo, las situaciones del ‘mientras tanto' que son las que desvelan en su hacer, el oportuno ámbito del Parc Central. Y sin plusvalías.
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* David Estal es arquitecto y
coordinador de actividades de
Aula Ciutat.
Pues mientras tanto hay una sociedad (Generalidad, Gobierno de España, RENFE y amigos, PP-PSOE) que ya va para 10 años de funcionamiento, que con lo que cuesta y está costando se podía haber ejecutado, no digo medio Parque, pero sí un buen parque.
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