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VALENCIA. Camino de los cuarenta días desde el cierre de 2012, la Comunitat Valenciana sigue sin hacer público de forma oficial el dato del déficit del año. El conseller de Hacienda, Juan Carlos Moragues, insiste, cada vez que se le pregunta por ello, en que esperará a que el ministerio que dirige Cristobal Montoro, publique los datos oficiales para todas las comunidades. Sin embargo, ya ha habido varios gobiernos autonómicos que se han adelantado a Hacienda, y lo que es peor para los intereses de la Generalitat: excepto Cataluña, todos cumplen hasta la fecha.

Pero incluso por encima de esa circunstancia, la de cerrar con una desviación inferior al 1,5%, se están produciendo situaciones especialmente llamativas: las fuertes reducciones que han logrado comunidades que tenían déficitis mucho más elevados que los de la Comunitat Valenciana en términos relativos: Extremadura ha pasado del 4,6% en el que cerró 2011 a un sorprendente 0,97%, mientras que Castilla-La Mancha, la que tenía la desviación más elevada, ha logrado recortarlo drásticamente, del 7,3% al 1,48%. Madrid ha pasado del 2,2% al 1,13%. 

La Comunitat Valenciana viene de una situación complicada. En 2011, iniciamente, cerró con un déficit del 3,68% del PIB, una cifra que fue revisada hasta en dos ocasiones el año pasado para quedarse finalmente en el 4,93%. Según explicó el propio conseller de Haciendia, Juan Carlos Moragues, en una entrevista este fin de semana concedida a la Agencia Efe, en 2011 la desviación en términos absolutos ascendió a 5.075 millones de euros. Una cifra enorme, teniendo en cuenta que ese año el presupuesto de la Generalitat rondaba los 14.000 millones.

Rebajar esa cantidad hasta alrededor de 1.500 millones, que sería el límite de desviación, se antoja una quimera, especialmente a la espera de conocer el impacto real de los recortes en el gasto que se han ido aprobando a lo largo del pasado ejercicio, los esfuerzos por mantener bajo control el déficit han chocado con un elemento sobre el que el Consell tiene una menor capacidad de reacción: el desplome de los ingresos por una menor recaudación por impuestos debido a la crisis económica. 

"Intentaremos que la desviación sea la menor posible dentro del escenario actual", apuntó el conseller en la mencionada entrevista. La Generalitat Valenciana, extraoficialmente hace meses que reconoce que no va a cumplir con el objetivo marcado por el Gobierno. La cuestión ahora estriba en saber  en qué punto se situará. En septiembre, tres meses antes de cerrar el ejercicio, la desviación había superando ya el 1,5%. El vicepresidente del Consell, José Císcar, dijo entonces que había que ser prudentes y esperar a ver el comportamiento del último trimestre, en el que algunas medidas de recorte tendrían efecto.

Pero ese optimismo no pasaba de ser una pose casi obligada. Lo cierto es que en estos momentos, en la Conselleria de Hacienda se asume que el dato final estará más próximo al 3% que a cualquier otra cosa. El incumplimiento del objetivo de déficit será, por tanto, notable.

¿Por qué la Generalitat Valenciana es incapaz de poner coto al desfase entre ingresos y gastos mientras otras autonomías, incluso con mayor desviación de inicio, sí lo logran? Hay varias claves que hacen de esa tarea una asignatura casi imposible de cumplir para el Gobierno valenciano si no cambia, por un lado, la coyuntura económica y, por otro, el sistema de financiación.

LA CAÍDA DE LOS INGRESOS PROLONGA EL 'GAP'

La Generalitat Valenciana ha sufrido una notable caída de los ingresos por la crisis económica. Hay que recordar que parte del dinero que llega a las arcas públicas está vinculado a la actividad económica vía impuestos. Un ejemplo es el IVA, del que la Comunitat recibe una parte de forma directa, que en los últimos ejercicios se ha desplomado. Si a este acusado descenso en la recaudación se une el endémico problema de financiación autonómica, cualquier esfuerzo por recortar gastos de forma no traumática resulta extremadamente difícil.

La cuestión es que si los ingresos caen, la distancia entre lo que se recauda y lo que se gasta, se mantiene. El gap (hueco) sigue existiendo y cuesta cada vez más reducirlo porque el recorte de gastos tiene un límite si no se quiere que afecte a servicios básicos. Hay que recordar que sanidad y educación copan prácticamente todo el presupuesto. 

LA INCÓGNITA DE LA CIFRA DE ESTE AÑO

Una de las claves que está por desvelarse, por tanto, es cómo de grande es esa distancia en estos momentos. Porque hay elementos básicos para su cálculo que siguen sin tener una respuesta sencilla. Uno de los ejemplos es saber finalmente cómo se han aplicado en el cálculo los 1.850 millones de euros de facturas extrapresupuestarias que se pagaron a mediados de año con el plan de pago a proveedores que arbitró el Estado. 

El pago de las conocidas popularmente como facturas en el cajón debería, por la norma que tiene aprobada el Gobierno, imputarse al ejercicio de 2012. Se trata de gastos que se generaron entre 2009 y 2011 sin consignación presupuestaria. Al aflorarlas este año pasado deberían contar en el capítulo de gastos. De hacerse así, el déficit de la Generalitat se dispararía a límites insospechados.

Para evitar esta situación, el exconseller José Manuel Vela negoció que el Ministerio de Hacienda distribuyese ese gasto entre los ejercicios en los que se generó realmente el gasto, pero de momento no se conoce cómo se ha aplicado realmente. De hecho, la reformulación del déficit mencionada anteriormente, pasando del 3,68% al 4,93% se vincula precisamente a la aplicación de las facturas no consignadas al ejercicio en el que se generó el gasto.

UNA FINANCIACIÓN PEOR QUE LA MEDIA

Al margen de errores pasados, que han elevado de forma notable el endeudamiento de la Generalitat y, con él, los gastos financieros -los intereses que se pagan por los préstamos- y la mala coyuntura económica, lo cierto es que la Generalitat tiene un handicap importante a la hora de apretarse el cinturón: el sistema de financiación autonómica. El dinero que percibe del Estado la Comunitat Valenciana no alcanza para cubrir los servicios esenciales.

Esta es una de las claves que explican porqué otras comunidades cuyo déficit era peor que el valenciano sí han podido ajustarse: recortando lo superfluo es suficiente. Son los casos de Extremadura o Castilla-La Mancha, por poner dos ejemplos, al margen de que sus presupuestos y PIB son mucho menores que los valencianos y la cantidad económica que hay que recortar está muy lejana de esos casi 4.000 millones que, teóricamente, debería haber enjugado la Generalitat.

CONSECUENCIAS POLÍTICAS

Las consecuencias del imcumplimiento del objetivo de déficit por parte de la Comunitat Valenciana están por ver. De momento, y a la espera de la cifra, lo cierto es que la valenciana puede ser la única autonomía gobernada por el Partido Popular que no cumpla con la exigencia del Estado, e incluso que ese incumplimiento sea muy llamativo en el conjunto del Estado. Cataluña y Andalucía tampoco lo cumplirán, pero en estos dos casos gobiernan otros partidos. 

El objetivo de la Generalitat para afrontar el mal dato que se da por descontado será tratar de explicar los esfuerzos de contención del gasto realizados en los dos últimos ejercicios y enmarcarlos en la situación de partida. Sin embargo, no se descarta que desde el Ministerio de Hacienda que dirige Cristóbal Montoro se impongan nuevas medidas de control y exigencias mayores si consideran que la situación valenciana no es sostenible. De hecho, en el Gobierno existe una profunda preocupación por el impacto que pueden tener los déficits autonómicos en el del conjunto del Estado. 

La reivindicación de un mejor modelo de financiación, de momento, se hace con la boca pequeña. La Generalitat desea que se abra ese debate y que de cara a 2014 pueda aprobarse una mejora. Sin embargo en la calle Palau, sede de la Conselleria de Hacienda, son conscientes de que antes de reclamar esa reforma del sistema de financiaciación deben dar señales de que son capaces de controlar la caja.