ROMA/MADRID (EP/VP). El futuro cónclave para elegir al sucesor de Benedicto XVI contará con 117 cardenales electores el 28 de febrero y se alojarán en la residencia vaticana Casa Santa Marta, un lugar independiente de aquel en el que votan, la Capilla Sixtina, según ha confirmado la Oficina de Prensa vaticana.
Los cardenales electores, según el continente de proveniencia, serán 61 europeos, 19 latinoamericanos, 14 norteamericanos, 11 africanos, 11 asiáticos y 1 procedente de Oceanía. Estas cifras pueden variar según la fecha de inicio del cónclave: el cardenal Walter Kasper, por ejemplo, cumple 80 años el 5 de marzo. El país con mayor número de cardenales electores es Italia, con 21. 67 electores han sido creados por Benedicto XVI, y los 50 restantes por Juan Pablo II.
El futuro cónclave que elegirá al sucesor de Benedicto XVI se regulará por el 'Ordo Rituum Conclavis', establecido por la Constitución Apostólica de Juan Pablo II 'Universi Dominici Gregis0 en su párrafo 27. El Cardenal Camarlengo, que tiene un papel fundamental en el período de sede vacante, es el cardenal Tarcisio Bertone, y fue nombrado por Benedicto XVI el 4 de abril del 2007.
El cónclave debe estar formado por los cardenales de la Santa Iglesia Romana que sean electores, es decir, todos aquellos que no hayan cumplido los 80 años antes del día de la muerte del Papa, o día en el que la Sede Apostólica quede vacante, que será el próximo 28 de febrero, según ha explicado a Europa Press el experto de la Universidad de Navarra, el sacerdote César Izquierdo,
Generalmente, el cónclave se convoca 15 ó 20 días después del fallecimiento del Santo Padre pero, en este caso, Izquierdo señala que se congregará nada más producirse la renuncia del Sumo Pontífice.
Así, a partir de ese 28 de febrero, fecha en la que Benedicto XVI renuncie, será el cardenal Camarlengo o secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, el que convoque en un breve espacio de tiempo el cónclave para nombrar a su sucesor. Es el que se encarga de la administración de los bienes y de los derechos temporales de la Santa Sede desde que fallece el Pontífice y hasta que se elige a uno nuevo.
"Cuando murió Juan Pablo II fue el propio Ratzinger el que presidió el cónclave y dirigió todas las reuniones", recuerda Izquierdo, al mismo tiempo que destaca que entre los 118 cardenales que elegirán al nuevo Papa --5 son españoles-- no se encontrará el propio Benedicto XVI, tal y como ha avanzado esta mañana el portavoz del Vaticano en rueda de prensa.
NUEVA COMPOSICIÓN DEL COLEGIO CARDENALICIO
De esta forma, la reunión de los cardenales electores tendrá como tarea la elección del nuevo Papa y en concreto estará conformada por 118 cardenales electores, de los 209 con los que cuenta el Colegio Cardenalicio.
Fue a finales de noviembre cuando Benedicto XVI decidió nombrar a seis nuevos cardenales electores, procedentes de Estados Unidos, Colombia, India, Nigeria, Líbano y Filipinas, para evitar la mayoría de italianos a la hora de nombrar a un futuro sucesor de Pedro.
NO PUEDE HABER CONTACTO CON EL EXTERIOR Y VALE EL AUTO-VOTO
Así las cosas, para la elección del Sumo Pontífice todos los actos deben desarrollarse dentro del territorio de la Ciudad del Vaticano, en lugares y edificios determinados, cerrados a los extraños. Previamente, todos los cardenales electores deberán haber recibido y tomado una conveniente acomodación en la llamada 'Casa de Santa Marta', construida en la Ciudad del Vaticano.
En este sentido, Izquierdo recuerda que, mientras dura el cónclave, los cardenales tienen prohibido el contacto con el exterior, y nadie no autorizado puede acercarse a los cardenales o hablar con ellos mientras dura el cónclave.
Además, los cardenales tienen estrictamente prohibido presentar su candidatura o hacer propaganda de sí mismos. Eso sí, señala que la elección se realiza mediante escrutinio, el voto debe ser secreto, donde el 'auto-voto' es válido, aparte de que debe decidirse por una mayoría de dos tercios del colegio cardenalicio que sea elector.
El proceso de votación en el cónclave se divide en tres partes: 'pre-escrutinio' (donde se preparan las papeletas y se elige, entre otros puntos, quién será el encargado de leerlas), el 'escrutinio' propiamente dicho, así como 'post-escrutinio', donde se recuentan los votos y queman las papeletas.
Con ello, en la tarde del primer día se realiza un escrutinio, que se repetirá hasta en los tres días siguientes, dos veces por la mañana y otras dos por la tarde, hasta que no se consiga la citada mayoría de dos tercios.
"Si al cabo de tres días no se ha conseguido el sucesor se convoca un día para el retiro y la oración de los cardenales", indica Izquierdo, pudiendo llegar hasta las 21 votaciones. En el caso de que no se pongan de acuerdo, el escrutinio vuelve a interrumpirse y se prosigue con los dos cardenales que hayan obtenido mayor número de votos. Eso sí, puntualiza, estos dos cardenales "tienen voz pasiva y no pueden votar".
FUMATA BLANCA O FUMATA NEGRA
Los escrutadores hacen la suma de todos los votos que cada uno ha obtenido, y si ninguno ha alcanzado los dos tercios de los votos en aquella votación, el Papa no ha sido elegido; en cambio, si resulta que alguno ha obtenido los dos tercios, se tiene por canónicamente válida la elección del Romano Pontífice.
Inmediatamente después, los escrutadores proceden a quemar las papeletas. Si la votación no ha sido fructífera las papeletas se queman con paja húmeda y se crea la 'fumata negra', símbolo de que no ha habido consenso.
En cambio, en el caso de que se haya conseguido la mayoría de los dos tercios para contar con un nuevo obispo de Roma se producirá la 'fumata blanca', una columna de humo blanco que sale de la Capilla Sixtina al terminar la exitosa ronda de votación.
Posteriormente, tendrá lugar la proclamación del mismo desde el balcón de la Basílica de la plaza de San Pedro del Vaticano, con el 'Habemus Papam', una expresión en latín para significar que ya se ha proclamado un nuevo Papa, donde ya el nuevo Santo Padre impartirá su primera bendición 'Urbi et Orbe'.
Finalmente, Izquierdo explica que si algún cardenal se niega al cargo no se le puede obligar a aceptarlo. El de Papa lleva aparejados, entre otros títulos, el de Sumo Pontífice, Pastor Supremo de la Iglesia Católica, o el de Jefe del Estado Vaticano.
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