VALENCIA. El ingeniero industrial, profesor de la Universidad Politécnica de Valencia y director y profesor del M.B.A. Industrial de INEDE Business School -Escuela de Negocios de la Universidad Católica de Valencia- Gerardo Ibáñez publicó meses atrás el libro 'La Revolución Industrial Oculta', que cuestiona muchos de los axiomas supuestamente irrefutables sobre la crisis económica que sacude al mundo entero.
"La crisis económica mundial no es financiera, es una crisis industrial", asegura Ibáñez en su libro, donde en apenas 150 páginas desgrana las claves para mejorar la productividad a través de metodologías como la Dirección de Operaciones y el 'Lean Manufacturing', conocimientos en gestión de empresas apenas desarrollados en España.
"La solución es adquirir ese conocimiento. Eso se logra con formación avanzada para absorber la técnica de gestión que tienen americanos, japoneses y alemanes en sus empresas. Como consultor, he visitado más de 400 empresas industriales en los últimos cuatro años y solo entre 2% y el 5% conoce o aplica algo de este tipo de gestión", explica este ingeniero industrial.
Ibáñez, quien ha trabajado en DHL y Ford, se muestra crítico con el análisis de la crisis económica que se ha venido realizando así como de las soluciones aplicadas. "Se equivocan debido principalmente a su perfil de conocimiento bancario. La formación que tienen los economistas es financiera y suelen ignorar la clave de la economía: la industria. Para que funcione un país necesita producción y empleo, si no se produce, es cuando aparece el problema financiero y bancario", explica, para lamentar que en España no existen "planes verdaderos de desarrollo industrial".
Pero, ¿qué está fallando en la recuperación de la crisis?. A juicio de Ibáñez, uno de los principales errores de los gobiernos es "concentrarse en los gastos en lugar de en los ingresos". "El PIB es el valor monetario del conjunto de productos y servicios generados por el conjunto de empresas de un país dentro de sus fronteras durante un año. Por tanto, los ingresos de un país provienen únicamente de su producción: de los impuestos a las empresas y a los trabajadores de estas empresas. Cuanto mejor funcionen las empresas, más ingresos tendrá el país y se podrá paliar el déficit", argumenta.
Tanto el Ejecutivo nacional como el autonómico, han puesto acento en los últimos meses en los recortes, reducción de gasto y, en definitiva, en la austeridad, una dirección inadecuada para el autor. "Para generar riqueza se han de subir los ingresos y reestructurar los gastos. Eso sí, cuando un gobierno decide reducir el gasto público se está poniendo en marcha una política fiscal restrictiva, que normalmente se aplica para frenar la economía cuando se está en pleno crecimiento y se genera inflación. Esta práctica, que genera una minicrisis, conlleva el hundimiento del país en la situación actual", sentencia Ibáñez.
Ante este panorama, es obligado mirar hacia la industria española. "Para incrementar los ingresos hemos de focalizarnos en las empresas, que son las garantes de la economía. Si un país no tiene fábricas dentro de sus fronteras su economía no funciona y, lamentablemente, España nunca ha tenido una industria potente porque en el mundo existe un conocimiento en este ámbito que solo poseen las empresas de siete países -las empresas del G7- y, además, lo ocultan", subraya.
Para lograr avanzar, Ibáñez ve fundamental imitar el modelo de organización y gestión de empresas que poseen los países industrialmente más avanzados. "Hay que fijarse en los países que generan más riqueza en el mundo, empezando por Estados Unidos, número uno en el PIB", explica el autor, quien subraya su experiencia en el extranjero para reforzar su relato.
"Yo tuve la suerte de ser formado allí en Ford Motor Company en este tipo de conocimiento y cuando regresé a España, me di cuenta de que aquí, lamentablemente, no disponemos de este conocimiento ni en las empresas e incluso en las universidades. Los conocimientos de gestión industrial con los que allí se trabaja no se enseñan aquí, ya sea por desconocimiento o porque no se toman en consideración", lamenta Ibáñez. "Ésta fue la razón que me llevó a poner en marcha el programa M.B.A. Industrial en la Universidad Católica de Valencia, donde hemos depositado este conocimiento que explica profesorado proveniente de las mejores empresas y de fuera del país", puntualiza el autor del libro.
HENRY FORD: EL PADRE DE LA PRODUCTIVIDAD... Y DE LOS SALARIOS ALTOS
Para explicar la hegemonía de Estados Unidos, Gerardo Ibáñez se remonta a hechos clave ocurridos a principios y mediados del siglo XX que giran en torno a dos de los factores que impulsaron la economía de este país: fábricas competitivas y salarios altos. De hecho, narra que Henry Ford duplicó los salarios de sus trabajadores en 1914, un ejemplo que siguió Roosevelt tras la crisis del 29 después de haber leído el libro que Ford había publicado en 1926.
"El incremento salarial que acometió Roosevelt, unido al ascenso del gasto público brutal en la II Guerra Mundial, llevó a Estados Unidos a convertirse en el país más rico del mundo", explica Ibáñez. Sin embargo, el autor del libro 'La Revolución Industrial Oculta', señala que la crisis del petróleo del 73 cambió las reglas del juego. "A partir de entonces, los financieros tomaron el control de las industrias y empezaron a 'llenarse los bolsillos' llevándose las fábricas a otros países como China. Allí no hay salarios altos: tú cierras fábricas en EEUU o Japón y piensas, me voy a 'forrar' porque los salarios son bajos y vendo el producto de vuelta en mi país, ya que los chinos no pueden consumir mi producto. Pero la pregunta es, ¿cómo voy a vender los productos en mi país si he cerrado las fábricas?".
Con esta grieta entre industria y salarios altos, los países como EEUU han terminado endeudándose hasta límites muy delicados. "Por hacerlo muy resumido -según explica Ibáñez- el día que a EEUU no le presten más dinero, se dejará de fabricar en China y los millonarios chinos dejarán comprarle coches a los alemanes... y se paralizará el mundo. Si todo sigue así, esto puede pasar en un par de años".
LEAN MANUFACTURING: EL GRAN AUSENTE EN LA INDUSTRIA ESPAÑOLA
Ibáñez establece un paralelismo en el funcionamiento empresarial y militar en Estados Unidos. "Los americanos le llaman Dirección de Operaciones, porque porque el conocimiento proviene viene de operaciones militares. De hecho, cuando trabajé en Estados Unidos para DHL, los gerentes de las operaciones logísticas de esta empresa eran militares retirados", narra.
Este método de gestión iniciado en la etapa de Henry Ford, fue continuado finalmente por el propio gobierno de Estados Unidos a nivel de investigación. "Se gastó mucho dinero en cómo conseguir ser más rápido, con menos costes y mejor calidad...para ganar una guerra, y esto fue aplicado posteriormente a sus empresas", explica el profesor de la UPV.
Sin embargo, los estadounidenses se vieron rebasados por los japoneses cuando éstos comenzaron a globalizarse. De esto se percataron en los años 80, a raíz de que los nipones sitúaran allí sus fábricas con productos de mejor calidad y menor coste. "Los japoneses querían salir de la crisis tras la II Guerra Mundial y para ello se fijaron en lo que hacían los americanos. ¿Cómo? Leyendo el libro de Henry Ford de 1926: el mayor número de copias de ese libro se vendió en japonés. Sin embargo, no se quedaron ahí, copiaron el modelo pero dentro de su cultura, lo que les hizo ser mejores".
En este punto, Ibáñez pone el acento en la filosofía del trabajo en equipo del sistema producción japonés. "Es parte de su cultura. Allí les enseñan desde pequeños que lo importante no son ellos mismos, sino los demás. Todos reman en el mismo sentido, buen ambiente laboral, directivos apoyando a los trabajadores y viceversa.... Va mucho más allá, evidentemente, pero esa filosofía junto al conocimiento norteamericano hace que, sin invertir en nada, los costes japoneses sean más bajos, su nivel de calidad sea superior y por tanto, sus ventas a nivel mundial sean superiores y sus beneficios también sean superiores: a esta filosofía empresarial se le llamó a posteriori Toyota Production System".
Sin embargo, según relata Gerardo Ibáñez, los estadounidenses no quisieron quedarse atrás y, a finales de los años 80, se dedicaron a traer ejecutivos japoneses a Detroit "a golpe de talonario" para que les explicaran las evoluciones de su modelo, y esto se reflejó en un cambio radical en las empresas americanas líderes. "Este concepto fue denominado Lean Manufacturing por la universidad norteamericana que divulgó un estudio sobre este método en los 90", explica.
"Ford Motor Company, líder junto con Toyota en la aplicación de estos conceptos, decidió a nivel mundial aplicar esta metodología en sus plantas y eligió una de ellas como piloto: Almussafes. En el año 98 yo tuve la suerte de participar en uno de los proyectos pioneros para luego irme a Estados Unidos a desarrollarlo allí. Mientras los americanos ya estaban en marcha hacia el nuevo modelo productivo desde los 90, no fue hasta 2008 cuando Alemania se lanzó al desarrollo del concepto, coincidiendo con el estallido de la crisis económica mundial. El resto del mundo no lo sabe o no lo aplica, por eso lo llamo la revolución industrial oculta. Las plantas japonesas son distintas a las demás aunque parezcan iguales, tienen menos coste y más calidad, aunque las máquinas sean las mismas, los trabajadores o la innovación sean también los mismos. Tienen una filosofía añadida", expone Ibáñez.
Con estas premisas, es inevitable preguntarse qué soluciones puede aplicar la industria española. El autor del libro tiene una respuesta: "Hay que lograr tener fábricas competitivas aprendiendo los conocimientos industriales que no poseen y poder así subir los salarios. Actualmente no disponemos de industria competitiva, y ni siquiera de una política industrial establecida por parte de los gobiernos. Las soluciones que se proponen son bajar los salarios y despedir trabajadores: por tanto, se produce una caída brutal del consumo, y por tanto de la economía del país. Hemos olvidado que nuestros trabajadores son también nuestros clientes", subraya Gerardo Ibáñez.
Otro de los puntos en los que este ingeniero industrial se muestra disconforme es en la necesidad de invertir en innovación como elemento fundamental en el crecimiento de las empresas. "Está muy sobrevalorada. Para hacer innovación hace falta dinero y pagar a buenos técnicos para que esté trabajando en ello. Para poder hacerlo, necesitamos el incremento de la productividad que nos lleve a disponer de recursos para la innovación. De otra manera, aunque innovemos, puesto que tenemos costes más altos que nuestros competidores extranjeros, fácilmente nos copiarán la innovación y bajarán los precios, 'haciéndonos polvo'. Por otro lado, no confundamos innovación con investigación, que es a lo que se dedican las empresas líderes y nuestras universidades, siendo un factor muy importante porque trabaja en sacar productos nuevos al mercado", comenta.
El autor de 'La Revolución Industrial Oculta' realiza también una crítica descarnada sobre buena parte de los directivos empresariales españoles. "En España no sabemos de gestión de fabricación: los perfiles financieros que dirigen nuestras industrias pueden saber mucho de bancos pero no conocen estos conceptos", sentencia.
Es curioso como seguimos cortos de miras y nos empeñamos en sesgar pensamientos a través de dogmas desarrollados mayoritariamente a través de experiencias personales, Ambos puntos de vista son necesarios para que una empresa y sociedad funcionen, pero es cierto que ciertas filosofías de desarrollo productivo no pueden aflorar debido a que sus directivos no pisan su fabrica ni conocen en profundidad sus procesos (especialmente aquellos que optimizan su cadena de suministro) a la vez que menosprecian el valor que los ingenieros pueden proporcionar, reduciéndoles a simples trabajadores (algo autistas) que se dedican a meter números en calculadoras y que desconocen conceptos abstractos como marketing, precios, negociaciones, finanzas... Resulta divertido que pongamos a Keynes de ejemplo de sinergia cuando es justamente un ejemplo de lo contrario. Keynes siempre ha fallado en el desarrollo económico que no termina de explotar en ciertos países aun intentando aplicar la mayor parte de sus filosofías, No hablemos tampoco de inflación, El verdadero núcleo de cambio se produce cuando hacemos convivir las dos realidades mas evidentes y tangibles. Por un lado los conocimientos y servicio de un trabajador dedicado a que una empresa optimice sus flujos de trabajo y como este trabajador se convierte en un elemento mas de consumo y mercado. Todavía no he conocido un economista que dirigiendo una empresa no huya de los problemas de fabrica y producto, refugiándose exclusivamente en los aspectos económicos-financieros. Asimismo, he visto a pocos ingenieros que salgan de su urna de cristal productiva (aunque debido a la crisis empiezan a surgir), Soy ingeniero mecánico, ingeniero en organización industrial y economista: Ninguna de las carreras me ha aportado gran cosa, aunque me ha ayudado a adoptar un criterio propio raíz de combinar conocimientos, Lo que si es cierto es que no conozco a muchos economistas que intenten absorber conocimiento técnicos y sí a ingenieros que se forman en el campo de la economía.
Para los economistas y financieros tan listos que no quieren que los ingenieros opinemos de economía, les recomiendo que vean el documental "la doctrina del shock". A lo mejor si los economistas y financieros hicieran bien su trabajo, los ingenieros no tendríamos que meternos en otros ámbitos, que no son de nuestra competencia.
No se si tendrá razón o no, pero los economistas nos han traído hasta donde estamos ahora. Así que me imagino que las decisiones de estos economistas no van a ser las que nos saquen de aquí...
El curso que este señor vende y que es en definitiva el motivo del artículo, será bueno o malo, pertinente o no, pero no me parece correcto que diga que los economistas se equivocan en el diagnóstico de la crisis "por su formación casi exclusivamente financiera", cosa que no sé de donde se saca. Un gran economista llamado Keynes fue precisamente el que expuso su teoría de la demanda agregada y la importancia del consumo como palanca de la producción y la riqueza. ¿O es que la producción eficiente que propone el Sr. Ibáñez tendría algún sentido si no hubiera demanda, mercados y capital? El diagnóstico es el diagnóstico y en eso coinciden gran parte de economistas que no son precisamente los que comparten la ideología dominante en materia económica ni son los que dirigen actualmente la economía financiera que controla el mundo, cosa en que sí estoy de acuerdo con el Sr. Ibáñez. Y en algunas otras cosas más, todo hay que decirlo. Creo que los ingenieros no permiten que los economistas den su opinión sobre asuntos de ingeniería, pero los economistas somos más abiertos y sí permitimos que los ingenieros den su opinión sobre economía, estemos o no de acuerdo.
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