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OPINIÓN

La transición hacia una sociedad sin petróleo

PEADAR KIRBY*. 06/12/2012



VALENCIA. Cada día son más los científicos que alzan su voz para advertirnos, de forma contundente, sobre los efectos negativos de las emisiones de gases de efecto invernadero en el clima. Mensajes que han aumentado debido a la evidencia de que nos aproximamos a un punto de inflexión, potencialmente catastrófico, de consecuencias imprevisibles. Es evidente que estamos frente a lo que algunos científicos han calificado como "emergencia planetaria".

Pero no solo hay un problema de cambio climático, que de suyo ya es grave, además están los avisos de que parece que estemos llegando al nivel máximo de uso del petróleo y sus reservas. Esto según algunos cálculos, otros más pesimistas alertan de que dicho grado ya se ha pasado. El desajuste entre una demanda creciente y una menor oferta, se refleja en una subida de los precios a niveles que hasta hace unos años hubieran sido impensables.

Estos dos problemas, distintos pero relacionados entre sí, nos plantean preguntas fundamentales sobre nuestro futuro económico y social. Como señala el Informe sobre Desarrollo Humano 2011 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), "nuestro modelo de desarrollo está chocando contra límites concretos": nuestra dependencia de los combustibles fósiles (carbón y petróleo) y la emisión cada vez más intensa de los gases de efecto invernadero.

Organismos poco sospechosos de radicalismo ecológico o anticapitalismo, como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), abogan por evolucionar hacia una sociedad menos dependiente del carbono como una necesidad urgente, sin embargo, la misma OCDE, en su informe Perspectivas del Medio Ambiente de 2050 de noviembre de 2011 decía "el mundo se está volcando a los sistemas de alto contenido de carbono con más fuerza cada año".

Cada vez está más claro que nos vemos abocados a una difícil transición hacia una sociedad que emita menos gases de efecto invernadero y que vaya sustituyendo su dependencia de los combustibles fósiles por un abastecimiento energético basado en energías renovables. Sin embargo, nos resulta extremadamente difícil empezar con esa transición. Tenemos la tendencia de culpar a la falta de liderazgo político, o a la resistencia de la sociedad civil, de no dar los pasos necesarios en dirección al cambio, bien a través de impuestos sobre el carbono, bien limitando las emisiones contaminantes: cuestiones que implican bruscas variaciones en nuestros estilos de vida.

Sin embargo, uno de los "mayores" culpables que nunca se mencionan son las Ciencias Sociales. A pesar de la gravedad de los problemas del cambio climático y del "pico" del petróleo, las principales disciplinas de las Ciencias Sociales, las que se encargan de examinar los procesos de la organización y las transformaciones sociales, teórica y empíricamente (Economía, Sociología, Ciencia Política, Estudios de Desarrollo), tratan estos temas, en general, dSi las Ciencias Sociales no contemplan entre sus principales preocupaciones la transición hacia una sociedad post-carbono, entonces, ¿dónde puede la sociedad encontrar los recursos intelectuales necesarios para comenzar a diseñar la alternativa? e forma bastante marginal con relación a sus asuntos centrales, esto en caso de que los traten, porque la tendencia es más bien ignorarlos.

Esta dejadez resulta más preocupante si se toma en cuenta que las Ciencias Sociales son las que proporcionan a la sociedad los marcos para pensar en futuros posibles y sistematizar caminos para llegar allí.

Tenemos que exigir más compromiso y pensamiento creativo a nuestros politólogos, sociólogos, economistas... Si no, es difícil vislumbrar cómo la sociedad pude planificar la indispensable conversión hacia una futura sociedad de bajas emisiones de carbono que recurra, con mayor frecuencia, a fuentes renovables de energía. Debemos darnos prisa porque encaramos un futuro que se vuelve más incierto en la medida en que nos quedamos sin petróleo y nos amenazan fenómenos naturales, sobre todo climáticos, progresivamente más extremos. No quiero ser pesimista, pero creo que nos enfrentaremos a este último escenario sin tener respuestas claras.


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* Peadar Kirby, Cátedra Unesco del Patronato
Sur-Norte de la Universidad de Valencia

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