VALENCIA. Fue un intento de última hora por cambiar el futuro del Banco de Valencia, pero no hubo tiempo para que se hiciera realidad. Los administradores de la histórica entidad financiera, encabezados por José Antonio Iturriaga, trataron de alcanzar un acuerdo con Bankia para que Banco de Valencia asumiera parte del negocio 'sobrante' del banco que preside José Ignacio Goirigolzarri en la Comunitat Valenciana y Murcia. El objetivo de esta operación, que se planteó entre septiembre y octubre, era aumentar el tamaño del negocio de Banco de Valencia y hacerlo más atractivo para un posible comprador sin presencia en el territorio natural de la entidad.
La idea, que se llegó a estudiar aunque no se pudo llegar a formalizar al acelerarse el proceso de subasta del banco, surgió de la actual dirección de Banco de Valencia, controlado por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) y se apoyaba en dos premisas fundamentales. La primera, la evidencia de que el banco valenciano tenía un tamaño demasiado pequeño para despertar el interés de un comprador que quisiera abrir un importante nicho de negocio en el Este de España. La segunda, que Bankia tendrá que deshacerse de parte de su red, con el cierre o venta de surcursales allá donde su presencia es mayor. De hecho, tal y como se anunció la semana pasada, Bankia deberá cerrar unas 1.100 oficinas en toda España.
Con los dos bancos controlados por el Estado, la operación tenía posibilidades de salir adelante, ya que la reestructuración de ambas entidades estaba en manos del mismo accionista, el FROB. Según ha podido saber ValenciaPlaza.com, la propuesta fue firme y estuvo encima de la mesa de Goirolzarri, pero finalmente se desestimó por falta de tiempo para plantearla antes de que la Comisión Europea aprobase hace dos semanas los planes de recapitalización de la banca española nacionalizada.
UN FUTURO INCIERTO PARA BANCO DE VALENCIA
Aunque Banco de Valencia esquivó gracias a la venta a CaixaBank la posibilidad de la liquidación, lo cierto es que su futuro como entidad financiera diferenciada es muy incierto. Las condiciones impuestas por la Comisión Europea para los bancos con ayudas públicas obligan a que las redes de oficinas de las entidades resultantes de una absorción, como será caso de Banco de Valencia por La Caixa, se reduzcan de forma notable. Aunque la entidad que preside Isidre Fainé aún no ha hecho públicos los planes para Banco de Valencia, todo apunta a que no solo no mantendrá una gestión diferenciada sino que además tendrá que asumir un severo plan de cierre de sucursales.
La Caixa cuenta con un elevado número de oficinas en la Comunitat Valenciana. De hecho, supera en sucursales -454 según los datos del último informe del IVF sobre entidades financieras que operan en la Comunitat Valenciana- a la totalidad del Banco de Valencia en toda España: 423, de las que el 75% están en el territorio natural de la entidad.
Una red que, sumada, superaría a las alrededor de 600 que tiene Bankia, la entidad con mayor implantación en la Comunitat, para un volumen de negocio sensiblemente inferior. Estas cifras, unidas a la exigencia de la Comisión Europea de que los bancos con ayudas reduzcan al menos un 60% de volumen, da una idea del ajuste que tendrá que asumir la red de Banco de Valencia y, por tanto, la disolución que sufrirá la estructura de la entidad valenciana en la de La Caixa.
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