VALENCIA. La semana pasada se produjeron movimientos en la alta cúpula de Telefónica. La más llamativa fue la salida del hasta hace poco todopoderoso secretario general de la presidencia, Luis Abril, mano derecha de César Alierta y responsable de la imagen, comunicación y marketing de la multinacional española y asesor áulico del presidente para decisiones estratégicas.
Si bien la empresa informó en un comunicado que la salida se había producido a petición del ahorta ya exdirectivo para iniciar una nueva andadura profesional al frente de su propia consultoría de imagen y "dejar paso a nuevas hornadas de directivos", en diversos círculos madrileños achacan la salida de Abril a una decisión de la empresa relacionada con el apoyo discrecional del exdirectivo a la figura de Iñaki Urdangarín.
Se da la circunstancia que desde hace más de un año, otro de los exaltos cargos políticos ‘fichados' por la compañía, Eduardo Zaplana, había sido transferido desde la división internacional a ese mismo departamento bajo la tutela directa de Luis Abril. Zaplana sigue contando con una importante remuneración y coche con conductor a cargo de la empresa.
El desempeño de sus tareas en la compañia no ha impedido al expresidente de la Generalitat aceptar su elección como presidente del Club Siglo XXI de la capital, un influyente y elitista foro de debate en el que Zaplana está desplegando una inusitada actividad.
La salida de Luis Abril estuvo acompañada de otras bajas relevantes en la alta dirección de la compañía. Entre ellas, Belén Amatriaín, responsable de Marketing y persona de confianza de Abril. También ha salido Óscar Marave, director de Recursos Humanos y autor de los ajustes de personal realizados durante los últimos años, que se suman a la de Calixto Ríos, responsable del área de Auditoría.
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