MADRID (EFECOM / Sara Gómez Armas / VP). Cubos de cinco botellines de cerveza por tres euros, tabla de diez montaditos por cinco o caña y tapa por dos; la tendencia low-cost echa raíces en la hostelería española con agresivas ofertas que luchan por mantener a flote un sector gravemente afectado por la crisis y la subida del IVA.
Todo empezó en 2008 con la euromanía, una campaña de la cadena 100 Montaditos, del grupo Restalia, que bajaba radicalmente los precios de su carta los miércoles, con mini-bocadillos y jarras de cerveza a un euro; su tirón fue evidente: "Las ventas se incrementaron un 90 % y la clientela se cuatriplicó", señala a Efeagro la portavoz de Restalia, Anne Corcuera.
Visto el éxito de la iniciativa, la cadena ha ampliado la promoción también a los domingos y, en lo que va de año, han vendido más de 13 millones de montaditos.
A finales de 2011, Restalia trajo al mundo "La Sureña", cadena de restauración precursora en la moda del cubo de latón con cinco botellines de cerveza, de los que ya ha vendido en su corta vida dos millones, es decir, diez millones de botellines.
Estos precios parecían impensables hace cinco años, pero la crisis está resultando "agotadora" para el sector hostelero, que está viviendo una "situación límite, con una caída en la facturación del 4,5 % hasta julio, frente al mismo periodo de 2011", alerta el director general de la Federación Española de Hostelería, (FEHR), Emilio Gállego.
La crisis ha obligado a los hosteleros a agudizar el ingenio y ajustar beneficios para impulsar un consumo en declive con ofertas que, desde Restalia aseguran "no son pasajeras", sino que representan la "seña de identidad de la firma", que nació con "vocación de ofrecer calidad a precios competitivos y adaptarse a la realidad económica".
Con la misma vocación, Autogrill -grupo de restauración en aeropuertos, estaciones de ferrocarril y áreas de servicio- ha adoptado el cubo de botellines y la tabla de montaditos, y lo ha trasladado a estos espacios a través de su enseña La Barrila.
"En estaciones y aeropuertos, el cliente da por sentado que la oferta es cara; nosotros les sorprendemos con una oferta conocida, llamativa, más frecuente en la ciudad que en este tipo de canales", detalla Daniel Rodríguez, responsable de marketing de Autogrill.
En La Barrila las cifras también hablan por sí solas; en cinco meses ha vendido 26.000 botellines y 20.000 montaditos, datos que muestran que con la promoción no sólo han conseguido "frenar el descenso del consumo, sino captar y fidelizar más público".
La moda de caña y tapa no es nueva, este "fast-food" nacional es un ocio arraigado en la cultura española que se ha revitalizado en tiempos de crisis porque "se adapta a todos los bolsillos, sin renunciar al componente sociable de la tapa y de toda la gastronomía española", reconoce Gállego desde la FEHR.
Pero no son sólo los grupos de restauración consolidados los que encuentran un hueco de mercado en el tándem caña-tapa, ahora son cada vez más habituales las rutas de tapas, en las que alianzas de varios establecimientos superan ser competencia para convertirse en aliados. En la Comunitat Valenciana, y en especial en Valencia, está haciendo cierta fortuna 'Mare Meua', un local de tapas y cañas a un euro.
"Estamos recopilado estas iniciativas, rutas de tapas, ferias o degustaciones en una web; se han registrado solo este año más de 1.000 eventos, reflejo de su atractivo", subraya Gállego.
La imaginación se agudiza con la crisis, y por ejemplo el grupo Vips se ha sumado al carro de la hostelería "low-cost" con un aluvión de ofertas en sus enseñas -Ginos, Vips, Starbucks, Friday's-, con platos gratis, menús de regalo o cenas 2x1.
"La campaña de ofertas está superando nuestras expectativas, el número de fans en Facebook se incrementa notablemente cada vez que lanzamos una promoción y tenemos un millón de seguidores, cuando hace dos años no superábamos los 10.000", indican fuentes de Vips.
Pero ¿está la hostelería "low-cost" reñida con la calidad?. Desde Restalia, Autogrill y Vips consideran que la calidad es la premisa de estas propuestas, ya que el cliente se ha visto obligado a ajustar presupuesto, pero sigue siendo igual de exigente que antes de que la crisis hiciera mella en su bolsillo.
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