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VALENCIA. El empeño por construir un segundo Palacio de Congresos contiguo al actual ha enfriado el intento de desarrollar un cluster valenciano del negocio de los congresos. A pesar de las primeras reuniones celebradas entre los responsables de recintos de referencia de la ciudad, como Henar Molinero, directora de la Ciudad de las Artes y las Ciencias; Alberto Catalá, presidente de Feria Valencia; y José Salinas, director del Palacio de Congresos; la intención de aunar esfuerzos y coordinar estrategias ha hecho aguas a causa del nuevo proyecto.

La tensión generada por el proyecto de ampliación entre los principales contenedores de eventos de la ciudad representa la paralización de cualquier intento de coordinar la creación del cluster y su postergamiento indefinido en tanto se verifica la financiación de la ampliación del Palacio de Congresos, una financiación cuestionada desde sectores empresariales que no se imaginan a la banca prestando dinero en estos momentos a una institución que no puede garantizar la rentabilidad del proyecto.

Uno de los principales objetivos era reforzar la comercialización conjunta, realizada hasta ahora por Turismo Valencia, centrándola en la captación de eventos nacionales e internacionales y el desarrollo de sinergias, además de poner freno a la lucha de precios que se ha abierto entre los principales recintos. En este último aspecto, fuentes del sector apuntan que se ha llegado a la cesión gratuita de espacios a cambio de poder tener actividad.

El aumento del número de recintos de congresos, ya excedentario en la actualidad, no supone más que un obstáculo a cualquier intención de coordinar la creación de un sector de eventos que pueda consolidar la tradicional posición de Valencia como ciudad de congresos.

La Ciudad de las Artes y las Ciencias es uno de los recintos a los que se acusa con mayor insistencia de practicar la política de tirar precios, ofreciendo muy por debajo de su coste la utilización, por ejemplo, del Àgora. Con el objetivo de impulsar la presencia mediática del conjunto, determinados acontecimientos habrían contado con apoyos y ayudas destinadas a compensar o reducir a cero el precio del metro cuadrado, según fuentes conocedoras del negocio.

RACIONALIDAD FRENTE A LAS REBAJAS

La intención de coordinar los precios no pretendía atentar contra la libre competencia, sino frenar una estrategia de precios bajos que está saliendo demasiado cara tanto a los operadores públicos como a los privados, que no disponen de alternativas a los ingresos generados por la explotación de su negocio.

Sobre el papel, la totalidad de los recintos han congelado sus tarifas, pero los descuentos que se obtienen después de la negociación roza el dumping (precios por debajo de coste), como denuncian algunos de los interesados. Los impulsores del proyecto de coordinación aseguran que se corre el riesgo de estrangular una actividad que está teniendo una buena aceptación entre los organizadores de encuentros internacionales por la amplia oferta valenciana, las peculiaridades arquitectónicas de los recintos, las buenas comunicaciones de la ciudad y su clima templado.

Actualmente, Valencia acoge un 7% del negocio nacional de congresos y Turismo Valencia reconoce que en los últimos cinco años el Palacio de Congresos ha acogido a la mitad de los turistas de congresos captados por medio de esta institución municipal, gestionada también por José Salinas.

FINANCIACIÓN, EN ESTUDIO

Actualmente, el proyecto de ampliación se enfrenta a la captación de los préstamos necesarios para sufragar la obra. Los primeros contactos con entidades como BBVA y Deutsche Bank para conseguir 19,2 millones de euros se enfrentan a la escasa confianza que genera actualmente contar con el aval de instituciones públicas, a pesar estar respaldado con un detallado estudio de viabilidad, elaborado por la firma Deloitte, según conocedores del proceso.

La segunda parte será el concurso para la adjudicación de la obra, que lleva añadido la financiación por parte de la empresa del 20% del coste de la obra. Con la actual situación del sector de la construcción, el número de compañías que puedan asumir una obra en esas condiciones es actualmente muy limitado, según fuentes del sector.

Ya la financiación del proyecto, encargado al arquitecto británico Norman Foster, valorado en 400.000 euros necesitó de la participación de dos entidades, que se repartieron la cantidad en un crédito de 300.000 euros (Bankinter) y 100.000 euros (Sabadell).