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VALENCIA. Las manifestaciones y protestas han sido una tónica general en el primer año de Gobierno de Alberto Fabra. El decreto de ajustes aprobado a principios de enero puso en pie de guerra a unos sindicatos que no aceptaron los recortes. El pulso con el conseller de Hacienda y Administraciones Públicas, José Manuel Vela, ha durado meses y ha desembocado en numerosas protestas organizadas por las fuerzas sindicales.

A ello hay que unirles las concentraciones diversos colectivos que han mostrado su malestar por los impagos de la Generalitat. Los farmacéuticos, que incluso han llegado a la huelga, han sido los más ruidosos, pero también se han sucedido las protestas de asociaciones relacionadas con la dependencia o la Red de Institutos Tecnológicos, entre otras muchas, que reclaman deudas millonarias a la Generalitat.

También se han sucedido las protestas en el ámbito sanitario, que apuntan a recrudecerse con la reforma del modelo sanitario dirigido a la privatización de servicios anunciado por la Generalitat. Este proyecto lleva estancado varias semanas en los servicios jurídicos del Consell por dificultades legales y se ha convertido en otra de las asignaturas pendientes del Gobierno de Fabra. 

Sin embargo, el capítulo más importante en cuanto a protestas en los últimos meses fue la acaecida a raíz de los recortes en Educación. Una concentración de alumnos del Luis Vives que fue reprimida duramente por la Policía desembocó en una oleada de concentraciones que puso en verdaderos apuros a la Delegada del Gobierno, Paula Sánchez de León. 

La multitudinaria manifestación del pasado 19 de julio fue un fiel reflejo del amplio descontento existente con las medidas adoptadas por el Gobierno de Mariano Rajoy y, por extensión, con las políticas llevadas a cabo por el Ejecutivo valenciano.