El nuevo Plan Integral de Residuos prioriza la conversión de los materiales no reciclables en combustible para las cementeras por el menor coste de la infraestructura necesaria para la transformación, a pesar de su mayor efecto contaminante
VALENCIA. Cuestión de urgencia y precio. La Comunitat Valenciana genera al año más de 1,6 millones de toneladas de residuos no reciclables (rechaces) que tienen como único destino los vertederos. Con la planta de almacenamiento de Dos Aguas en los límites de su capacidad y las cuentas de la Generalitat económicamente incapaces de acometer grandes inversiones, la incineración en cementeras se presenta como la gran solución, pero toda medida tiene sus defectos.
"Transformar los rechaces en combustible no es la solución perfecta, pero es la única posible", reconoce un profundo conocedor del negocio. La alternativa que establece la normativa europea y nacional exigiría la construcción de plantas de valorización de residuos, pero estas instalaciones significarían una inversión quince veces superior y ni la Administración valenciana es incapaz de sufragarla ni las grandes empresas del sector están interesadas en costearlas.
Esta situación ha hecho que la incineración se haya impuesto como la opción preferente en el nuevo Plan Integral de Residuos (PIR), que la consellera de Infraestructuras, Isabel Bonig, está a punto de llevar al Pleno del Consell. Sin embargo, esta opción es más contaminante que la valorización energética.
CUESTIÓN DE COSTES
El final de la tramitación del nuevo PIR ha coincidido con el arranque en Onda de la construcción de una planta de combustibles derivados de residuos (CDR) impulsada por Reciplasa, empresa que preside Javier Moliner, también presidente de la Diputación de Castellón, y participada por los ayuntamientos de Castellón, Almassora, Benicàssim, Betxí, Burriana, l'Alcora, Onda y Villarreal.
Este centro, con un presupuestos de nueve millones de euros para su edificación, es el primero de estas características que se realiza en la Comunitat y tiene el objetivo que producir combustible para las cementeras, con las que ya se han puesto en contacto. Su actividad comenzará a principios de 2013, fecha para la que ya estará en vigor el nuevo PIR.
Sin embargo, desde la empresas de valorización energética se critica que este planteamiento peca de cortoplacismo, no tiene en cuenta la demanda real de las cementeras (especialmente baja en el actual momento de crisis del sector de la construcción), es medioambientalmente menos eficiente y económicamente menos rentable.
Por contra, la opción de valorizar residuos para la generación energética tiene en su contra la inversión inicial (unos 150 millones de euros por planta), un aspecto clave en la situación actual de la Administración Valenciana.
EFECTO LOBBY Y CAPTACIÓN DE NEGOCIO
Fuentes conocedoras del proceso señalan que la priorización de la generación de combustible para cementeras ha significado "cambiar las reglas a mitad de la carrera". En este sentido apuntan que el PIR, elaborado por la consultora Instituto Imedes, no incluía ninguna referencia en este sentido en su exposición pública.
Fue después cuando se añadió esta posibilidad, aunque nada se introdujo sobre las exigencias para la puesta en marcha de plantas de valorización energéticas, la alternativa. De hecho, las empresas que se dedican a este negocio tendrán que espera a la Conselleria de Infraestructuras redacte la normativa, mientras Reciplsas y otras empresas de tratamiento para al incineración podrán ir firmando contratos con los distintos consorcios de residuos, comiéndoles el mercado.
Fuentes vinculadas a la gestión de residuos advierten que no es la primera vez que se intenta entrar en el negocio de la producción de combustible para cementeras en la Comunitat Valenciana. Los primeros tanteos se realizaron hace algunos años por medio de Cementos La Unión, empresa de la familia Bertolín, pero no llegaron a buen puerto.
LOS REPAROS DE LA CEMENTERAS
En esta ocasión, los impulsores de la iniciativa de Reciplasa se han puesto ya en contacto con Cemex, que dispone de hornos de cemento en Buñol y Alicante, y con Lafargue, instalada en Sagunto.
En el caso de Cemex, la empresa ya cuenta con un acuerdo con Reciplasa por el que la cementera se compromete a consumir parte de su producción "si cumple con los requisitos". Desde la empresa se advierte que estos centros están sometidos a un estricto control de emisiones contaminantes y "no vale cualquier cosa", por lo que orientarán a Reciplasa para que elabore un producto adecuado.
En todo caso, admiten que el consumo de residuos no reciclables es una opción avalada por la legislación europea y estadounidense, además de ofrecer una estabilidad de precios muy superior a su combustible habitual, el coque de petróleo. Sin embargo, las estimaciones realizadas por las empresas del sector advierten que las cementeras locales sólo consumirían entre 200.000 y 300.000 toneladas de residuos, cuando el desecho supera las 1,6 millones de tonelas.
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