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La tecnocracia
valenciana y los principios
de Groucho Marx

25/06/2012 JOAQUIM CLEMENTE

VALENCIA. Permítanme que me remonte, así de entrada, al año 2004, y no se preocupen, que no voy a hablarles de los inicios de la burbuja inmobiliaria. Les voy a contar una historia de una empresa textil que, por entonces, andaba buscando una solución para su futuro, acechado por la deslocalización del sector y la entrada masiva de productos fabricados en China, por poner un ejemplo. La compañía decidió encomendar un informe a una consultora, PriceWaterhouseCoopers, que le marcase el camino en el proceloso mundo globalizado. Dicho y hecho. Al cabo de unas semanas, quizá unos meses, la prestigiosa compañía le presentó un prolijo informe en el que se analizaban los escenarios futuros del sector textil a cuatro años vista y proponía tres alternativas a la empresa para salir indemne de la marejada.

Uno de los supuestos implicaba no hacer nada, es decir, no deslocalizar la producción y mantener la estructura fabril como hasta entonces. El resultado: pérdidas. Otro apostaba por cerrar todos los centros de fabricación y limitarse a diseñar las colecciones de moda, que se fabricarían en lejanos y baratos países. Era el más rentable a largo plazo, pero tenía un alto coste tanto social como económico, pues los despidos no son gratis. Entre los dos había un término medio. Externalizar parte de la fabricación, con algunos cierres y despidos. La consultora recomendó esta opción. Era la más adecuada y garantizaba beneficios a medio plazo y la continuidad de la empresa sin que las medidas fueran muy traumáticas. La compañía hizo caso a la consultora y aplicó ese plan intermedio.

Cuatro años más tarde Sáez Merino cerró.

¿Qué falló? Seguramente fue un compendio de factores económicos, e incluso sociales, los que hicieron que las previsiones no se cumplieran . Vaya por delante que el informe de PwC, que en su día pude leer y estudiar con cierto detenimiento, estaba elaborado con la profesionalidad propia de uno de los líderes en consultoría empresarial del mundo. Sin embargo tengo algo más que una sospecha sobre el verdadero problema: la decisión más acertada desde el punto de vista empresarial, y visto el informe, hubiera sido la más drástica, la que se concentraba en mantener exclusivamente las actividades con valor añadido. Pero Sáez Merino era una empresa tan arraigada en las zonas donde había crecido que sus dueños no se atrevieron a dar un paso tan impopular. El informe de PwC, por tanto, encajó en una idea preconcebida.

Máximo Buch y José Ciscar | Efe 

Les cuento este episodio porque en las últimas semanas me ha venido a la memoria a raíz de la decisión de la Generalitat Valenciana de encargar a varias consultoras la reforma de la Administración valenciana. Se lo contábamos la semana pasada en ValenciaPlaza.com: el Consell ha optado por recurrir al asesoramiento externo para afrontar reformas de calado ya no solo en las empresas públicas, sino también en parcelas tan sensibles como la sanidad, pendiente de la privatización de la gestión.

ITALIA Y LOS TECNÓCRATAS

Cuando Italia atravesó el punto álgido de su crisis que desembocó en la salida del Gobierno de Silvio Berlusconi, se escribió mucho sobre el nuevo ejecutivo de tecnócratas que tomó las riendas del país transalpino. Se dijo entonces que era la solución para aplicar las reformas que se exigían desde Bruselas.

Apelar a la tecnocracia como solución a una crisis implica, por defecto, la renuncia a la política. Lo que se espera de unos técnicos son medidas con efectos cuantificables. En el contexto europeo eso significa recortes en el gasto público con el fin último de reducir el déficit, la gran obsesión comunitaria. Se asume, por tanto, esa teoría de barra de bar que acepta que con los criterios de la iniciativa privada se puede gestionar de manera más eficiente la Administración. Si los técnicos son capaces de obtener beneficios en las empresas privadas, ¿por qué no lo van a poder hacer en el sector público?

LA REFORMA DE LA GENERALITAT Y LAS CONSULTORAS


A ese mantra se ha acogido la Generalitat Valenciana, apremiada por la necesidad de poner orden en una Administración hipertrofiada. Primero con las empresas públicas en su conjunto y después con planes específicos de viabilidad para las más onerosas. Un terreno donde, ciertamente, se pueden aplicar importantes recortes, puesto que muchas de ellas habían crecido sin control ni sentido. En ese terreno los consultores y despachos de abogados contratados al efecto, PwC, Deloitte, KPMG, Improven, Garrigues o Broseta, se mueven con soltura. Saben de reestructuraciones de deuda y de plantillas.

 

 

El problema es cuando las reformas llegan a elementos sensibles. Un ejemplo: ¿Hasta qué punto se pueden recortar los gastos en Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV)? La empresa que gestiona las líneas de metro y tranvía presta un servicio público. Pierde 194 millones de euros al año. ¿Hay que conseguir que sea rentable? ¿Qué volumen de pérdidas es justificable? ¿Debe el 'trenet' dejar de ir a Villanueva de Castellón porque la demanda no justifica el coste? ¿Hay que rebajar las frecuencias  de los trenes para ahorrar en personal? ¿Hay que subir -aún más- el precio del billete?

Estas, y aquí llegamos al meollo de la cuestión, son preguntas que requieren una respuesta política. Si las consultoras que trabajan en los planes de viabilidad del sector público valenciano aplicaran criterios estrictamente económicos, seguramente FGV no existiría. La pregunta que cabe hacerse, por tanto, es: ¿Qué directrices ha marcado el Consell a la hora de encargar estos planes a las consultoras privadas? Y a esa pregunta tengo la sensación de que hay una respuesta única: recortar gasto.

¿QUIÉN DECIDE EL MODELO DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA?

La imperiosa necesidad de la Generalitat de recortar sus gastos ha llevado al Consell a afrontar una reforma de gran calado en la que se echa de menos un debate previo sobre el resultado de la misma. Incluso en el asunto más complejo que está ahora desarrollando, la privatización de la gestión sanitaria, las líneas básicas que se definieron por el vicepresidente José Císcar en su presentación, están viéndose alteradas de forma sustancial, fruto de las condiciones que están marcando las operadores sanitarias para interesarse por el proyecto. ¿Hasta dónde se puede llegar?

Este fin de semana ValenciaPlaza ha publicado una entrevista con el catedrático de la Universidad de Londres José Ginés Mora. En ella se mostraba convencido de la necesidad de afrontar reformas en la Educación, pero advertía: "Las medidas que se están tomando en educación serán un desastre, porque solo persiguen ahorrar dinero. Esto no pasa en ningún lugar de Europa".

Y esa el la clave de la cuestión. Por mucho que las pongamos en manos de profesionales, las reformas de la Administración Pública no pueden limitarse a alcanzar un único objetivo del ahorro. Enfrentarse a un cambio en la manera de gestionar los servicios públicos exige un planteamiento previo, una visión política amplia (debatida y explicada) de cuál el modelo de educación, de sanidad o televisión pública que quiere el Consell. Definir el escenario final desde la política -sea cual sean los postulados que defiende el partido en el Gobierno- es un paso previo e imprescindible. Y una vez establecido, aplicar los mecanismos para alcanzarlos. Hacer lo contrario es empezar la casa por el tejado.

Una improvisación que puede dar origen a que las consultoras planteen unas soluciones técnicamente impecables pero incompatibles con el concepto de servicio público que el Gobierno de Alberto Fabra se ha comprometido a mantener. Y ante esa disyuntiva veremos qué hace el Consell. Confiemos en que no emule a Groucho Marx: "Estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros".

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4 comentarios

Manuel escribió
26/06/2012 20:59

Ninguna empresa ¡ninguna! si se rige por criterios políticos,con los consiguientes comisarios, termina siendo ni rentable ni útil. Todo lo contrario. Sea Pública o privada. Tenemos un gran ejemplo en España, Telefónica. Cuando fue el asidero de los desterrados políticos era y fue un coladero inasumible y deficitario, cómo no! Cuando se quiso poner orden y hacerla una empresa líder ¡lo conseguieron! con profesionales y directivos con criterios. Es más,años hubo que considuieron ser la Nº1 ¡¡1 en el mundo!! Ven como si se quiere se puede. Otro caso RTVE. Durante el mandato del PP-1996-2004- no se hizo, si no lo que se hace en la mayoría de las Empresa Públicas de la C.Valenciana, por ejemplo. Esto es "centrifugar dinero" Es decir pagar 25 por bien, obra o servicio, cuando realmente vale 5. Y eso, evidentemente, no hay empresa ni economía ni Comunitat ni Estado que lo aguante. Eso, y no otra cosa,pasa y está pasando en la CV. Eso sí, con la complicidad de centenares de miles de ciudadanos. No en balde con 5.750 M€ anuales somos la CCAA de mayor nómina en los presupuestos autonómicos. Pero no, no es en maestros, enfermeras, médicos, bomberos, policía, etc. etc. . No. Ahí estamos en la tercera plaza por la cola con un 15,8% de funcionarios. Es decir, asesores, consultores, y demás familias se los están llevando cruditos. Por cierto ¿eran Públicas o privadas las Cajas valencianas? ¿Y el Banco de Valencia? El que se fue tonto a la guerra... tonto volvió de ella. Dejénse de tomar el pelo e insultar a la inteligencia y llamen a las cosas por su nombre. Ese es el principio del Buen Gobierno. De ahí nace el "Buen" ejemplo. De ahí y de que quién la haga la pague ¡de verdad! Eso si moraliza la vida pública y privada!! Lo demás lo que pasa en la CV que estamos más de una nueva Sicilia que de una Sociedad dinámica, ética y próspera ¡para todos!

Izaskun García Azcarraga escribió
25/06/2012 22:15

Estando básicamente de acuerdo con su artículo, creo además que se debería abrir un debate sobre la mitificación de las Consultoras a la que nuestros políticos son tan,… no sé , si adeptos o adictos. Trata Ud.el sector público en general sin embargo, en mi opinión hay que diferenciar entre Administración Burocrática (Consellerías) y Empresas Públicas y dentro de estas últimas, aquellas, cuya misión es el desarrollo y mantenimientos de servicios sociales tales como Sanidad, servicios Culturales, FGV ect. y aquellas otras cuya función es la de fomentar determinados servicios de Ocio (centros temáticos) o industriales (Ciudad de la luz) que animen a sectores como el turismo a su mejor desarrollo, y estas empresas tienen una característica muy importante que las hace diferentes del resto de las empresas públicas y la administración, y es que están deben ser COMPETITIVAS en los mercados donde se mueven, lo que obliga o debiera haber obligado a que se gestionaran exactamente igual que en el sector privado. Y esto no es así. No es lo mismo gestionar una empresa pública en la que de base se tienen asumidos los números rojos, que otras que deben buscar resultados positivos, la forma de gestión es radicalmente distinta, básicamente porque la competencia te obliga a tener organizaciones internas mucho más flexibles ….y sencillamente funcionas a otra velocidad. Para ponerle un ejemplo reciente y del sector en el que trabajo, si Terra Mítica se hubiese gestionado desde el principio con TODOS los parámetros con los que se gestiona una empresa privada competitiva, pues es evidente que los excesos (Personal, sueldos, subcontrataciones ect.), así como las decisiones ejecutivas que se tomaron en el día a día hubieran sido radicalmente otras y lo que es más importante las perdidas en el sector privado, exigen decisiones mucho más rápidas. Dicho lo cual, yo llevo estudiando informes de todas la consultoras sobre mi sector, (Centros Temáticos), desde hace 15 años, he seguido al dedillo sus predicciones y consejos para casi todos los Parques Temáticos del mundo, incluidos naturalmente los españoles, Warner, PorAventura, Terra Mítica ect. Incluso he tenido el inmenso placer de trabajar con ellos auditando alguno de los parques temáticos donde he trabajado y puedo afirmar dos cosas: una, que jamás han acertado en ninguna de sus predicciones y dos, que vistos los largos informes con recomendaciones sobre reestructuraciones internas y metodología, jamás han demostrado tener más conocimientos que los propios profesionales de los centros. Eso sí sus informes suelen estar impecables en su presentación y en su terminología. Por eso, y en algún artículo o comentario que he publicado siempre mostré mi extrañeza sobre que se recurriera para la reforma interna de CACSA a consultoras externas cuando los mejores profesionales del sector están dentro del propio complejo. Nadie mejor que ellos sabe hacia dónde va el sector y como se hay que reducir las plantillas y hacerlas más flexibles. Lo que me lleva a la conclusión que son los políticos, al desconocer los sectores que controlan los que no se fían de los profesionales de las empresas públicas y buscan una opinión exterior. En definitiva lo que quería señalar es que el verdadero factor diferenciador y que obliga a tratar de forma distinta las reformas del sector público es la competitividad. Por eso, en mi modesta opinión y ahora que se están reagrupando el sector en “Entes”, no debería meterse en el mismo paquete empresas cuya función es social, y necesariamente generan perdidas por ejemplo museos de conservación, con empresas que deben competir en un mercado buscando ser rentables, simplemente porque se funciona a velocidades distintas. Naturalmente mi opinión se refiere solo al sector de ocio temático, y desde luego para otros sectores como la Sanidad si que es lógico apoyarse en estas consultoras, para no incurrir en otra frase de Groucho Marx que decía que ” La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados. Un saludo, Izaskun García Azcárraga

El Falso Ahorro escribió
25/06/2012 19:42

El ahorro en gasto público por la vía de recortar servicios con criterios economicistas puede convertirse fácilomente en ahorro-trampa para los ciudadanos: Estados Unidos gasta muy poco en sanidad pública pero sin embargo el conjunto del país, para tener resultados sanitarios globalmente muy mediocres, ha de gastar mucho más en relación al PIB que los países que cuentan con una sanidad pública. Lo mismo podemos decir de la educación o preguntarnos ¿cual sería el coste privado de no tener FGV o no tener la EMT o la RENFE? ¡Oh, sí! Estas empresas podrían ser privadas que según nos dicen son más eficaces y eficientes en la gestión... Un pequeño detalle: todas ellas nacieron siendo privadas... No funcionaron. ¿Podemos considerar las autopistas de peaje privadas un modelo de éxito? Sólo si les garantizamos el monopolio eliminando otras alternativas. En eso parece que está ahora el Gobierno también para reducir gasto público... aumentando el privado. En el fondo con los recortes de gasto público en muchos casos el ciudadano se ahorra impuestos (o no) a cambio de asumir en contrapartida muchos otros "paraimpuestos"

Marisa escribió
25/06/2012 10:05

Uno de los análisis más profesionales, rigurosos y esclarecedores que he leído en años. Ximo, ójala tuviéramos unos pocos más periodistas como ´tú. Y ya no digo políticos... No hay visceralidad, ni maniqueísmo, ni generalizaciones... Felicidades, Ximo, desde la admiración

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