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Con 1.655 € /mes, Valencia registra el segundo salario medio más bajo de toda España

03/08/2010 El salario medio del sector privado en España en 2009 fue de 1.858 €/mes brutos (antes de retenciones y deducciones)

VALENCIA. Desde 2000 hasta 2009, el incremento promedio anual ha sido de un 3,7%. Sin embargo, ese ritmo medio de crecimiento se aceleró en los últimos años. De una subida de un 2,6% en 2005, se pasó a una de un 3,4% el año siguiente, para luego crecer un 3,9% en 2007 y un 5,1% en 2008, hasta moderarse un poco, con un 4,7% en 2009. Los incrementos de los últimos dos años han sido los más elevados en un decenio, a pesar de haber sido un bienio caracterizado por la crisis económica. Entre 2000 y 2009 el aumento total del salario medio privado fue de un 39,1%.

Tres cuartas partes de ese incremento fueron neutralizadas, en términos de poder adquisitivo, por la inflación. El incremento del Índice de Precios al Consumo entre 2000 y 2009 alcanzó un 30,3%.

La ventaja de aproximadamente 9 puntos porcentuales que a lo largo del último decenio lograron los salarios nominales (en euros) sobre la inflación no se produjo de forma armónica. Entre 2000 y 2006, el salario medio tuvo un incremento de un 21,7%, muy parecido al aumento de los precios, que en el mismo periodo fue de un 22,2%. En el trienio 2006-2009 las cosas fueron diferentes: el salario promedio subió un 14,4%, duplicando el incremento de los precios un 6,7%. Esto indica que la totalidad del crecimiento del salario real (poder de compra) se produjo en los últimos tres años.

Dando un paso más, puede verse que el grueso de la mejora del poder de compra se ha producido en 2009, cuando los salarios han crecido un 4,7% al mismo tiempo que los precios han descendido un 0,3%.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es obvio que el respaldo del salario es la producción realizada por el trabajador. Si el trabajo de una persona no genera un valor suficiente, al menos, equivalente a su propio salario, la duración de ese puesto de trabajo no será prolongada. Más aún: el trabajo debe generar un valor mayor que el salario del empleado, pues es necesario un excedente para el mantenimiento de los bienes que asisten su propio trabajo (sean ordenadores, edificios, maquinarias, etc.).

Por lo tanto, lo relevante desde un punto de vista económico para evaluar la sostenibilidad del empleo, no es cotejar la evolución de los salarios con la de los precios (aunque eso sí es importante para el asalariado), sino con la productividad, es decir, con el valor añadido medio de cada asalariado.

Los datos muestran que en 2009 la productividad media (PIB por persona ocupada) ha resultado apenas un 1,3% más elevada que en 2000. Hasta 2006, el estancamiento de la productividad guardaba una cierta proporción con la evolución del salario real (poder de compra), que tampoco se elevaba. En dicho sexenio, la productividad se redujo un 3,8% y los salarios reales no sufrieron variación. Pero luego, en lugar de una tendencia al restablecimiento de un equilibrio entre ambas variables, la disparidad se agudizó: en el trienio 2006-2009 el poder de compra se alzó un 9,3%, casi duplicando el aumento de la productividad, que alcanzó un 5,3%.

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