VALENCIA. El futuro de Banco de Valencia pasa por el éxito de una subasta que puede ser la última en la que el FROB realice ofreciendo a los posibles compradores un esquema de protección de activos pagado por el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD). Los acontecimientos desencadenados en las últimas semanas, especialmente tras la crisis de Bankia, han modificado sensiblemente el escenario en el que se planteó la venta de la histórica entidad financiera valenciana.
El último episodio, el vivido el miércoles con las declaraciones de Joaquín Almunia apuntando a la liquidación de entidades no sistémicas, no hizo más confirmar la incertidumbre que se vive en el proceso de reordenación de la banca española. La falta de prudencia del comisario europeo de Competencia no debe ocultar, sin embargo, el hecho de que Bruselas incluirá entre sus condiciones para el rescate de la banca la exigencia de que solo se salven aquellas entidades financieras viables.
Con estos datos, y con una tercera reforma del sector en la mesa del Gobierno, la que obligará a los bancos a realizar nuevas dotaciones, esta vez para cubrir el riesgo de créditos no vinculados al sector inmobiliario (pymes y consumo), los escenarios de futuro para Banco de Valencia se reducen a dos, o más concretamente a uno, porque la alternativa, a tenor de las informaciones que llegan de Bruselas y de Madrid, no es nada halagüeña.
AGARRADOS A LA SUBASTA
Los administradores del FROB salieron este jueves al paso de la posible liquidación del banco asegurando que mantienen la subasta de Banco de Valencia según los plazos previstos. De momento, ese proceso está en la fase previa de la ampliación de capital que supondrá la entrada del Estado en el capital del banco con la inyección de hasta 1.000 millones de euros.
Tras retrasarse los plazos previstos inicialmente, el FROB recibirá el 11 de julio las ofertas definitivas. Hasta ese día, los bancos que presentaron una oferta no vinculante, están escudriñando las cuentas de la Banco de Valencia. Pero lo cierto es que de todos los candidatos todo apunta a que el único que está mostrando un verdadero interés por preparar un oferta firme es Ibercaja.
Corresponderá a estas entidades decir qué quieren a cambio de quedarse con el banco, es decir, planear un esquema de protección de activos (EPA) que le cubran de pérdidas futuras. Es el sistema que se ha empleado en CAM, comprada por Sabadell, y en Unnim, BBVA.
Pero el fondo de garantía de depósitos está al límite. Solo dispone de unos 2.000 millones de euros. Con este dato en las manos, los bancos interesados en la subasta no pueden esperar un EPA tan generoso como los otorgados a Sabadell y BBVA. A este dato hay que unir los resultados de las auditorias externas encargadas por el Gobierno para todo el sistema financiero y que pueden conocerse el próximo lunes.
Banco de Valencia, tras la ampliación, tiene pendiente inyectar otros 1.600 millones por las nuevas exigencias de la segunda reforma financiera. Y queda por saber los efectos de la tercera, antes mencionada. Aunque de cerrarse la compra el nuevo grupo tendría más tiempo para cumplir con estas necesidades de capital, lo cierto es que si las cifras se disparan, las dudas sobre la capacidad de digerir el banco pueden convertirse en un handicap importante para que se presenten ofertas. No hay que olvidar que una nueva tanda de exigencias de provisiones también afectará a los compradores.
Esto implica que los interesados van a esperar a tener esos datos en la mano antes de lanzar la oferta, y no son pocas las voces en el sector financiero que apuntan a que la subasta podría quedar desierta.
Pero si las piezas de este complejo puzzle llegaran a encajar, y Banco de Valencia tuviera un comprador, se alcanzaría el escenario ideal, dentro de la complejidad del proceso. El Banco de Valencia, con nuevos dueños, podría tratar de remontar la crisis, como ha demostrado que es posible el Sabadell con CAM.
¿Y SI LA SUBASTA QUEDA DESIERTA?
Las consecuencias en caso de que ese escenario no se cumpla son una incógnita. El FROB este martes aseguró que que no piensa liquidar ninguna de las entidades que controla y que mantendrá su línea de trabajo de reordenar el sector financiero español con problemas de forma ordenada. Pero la petición de rescate a la banca acordada con el Eurogrupo introduce muchos elementos que escapan al control ya no solo del FROB sino incluso del propio Gobierno español.
La advertencia de Almunia, pero también de Bruselas de que habrá que liquidar bancos "porque no es necesario salvar a todos los bancos" no es más que la primera señal del control que ejercerá el ejecutivo comunitario sobre el destino de los hasta 100.000 millones de euros de crédito que se pondrá a disposición de la banca española.
A partir de aquí se abre un proceso que es una incógnita. El FROB podría seguir gestionando Banco de Valencia de forma temporal, inyectando los fondos necesarios con el dinero del rescate europeo (lo que, paralelamente diluiría hasta la mínima expresión las participaciones de los accionistas históricos de la entidad. Pero en esa decisión ya pesará mucho la lo que diga Bruselas. Y no cabe olvidar que Banco de Valencia no es una entidad sistémica, con lo que el fantasma de la liquidación, llegado ese punto, sobrevolará la sede de Pintor Sorolla.
La otra opción es la creación de ese gran banco público que se ha venido planteando en el entorno del Gobierno. Juntar las, hasta ahora, cuatro entidades nacionalizadas (BFA-Bankia, en proceso, NovaGalicia, Catalunya Banc y Banco de Valencia) y las que puedan acabar controladas por el Estado tras las nuevas ayudas procedentes del rescate, implicaría un plan de saneamiento conjunto, diluyendo así los bancos afectados en un único grupo. El futuro de esta banco público, sin estar definido sería su venta. Una venta que se podría realizar tras trocear por zonas de negocio para hacerlo más atractivo. La posibilidad de que en ese proceso la identidad de Banco de Valencia se difuminara totalmente es un temor cierto.
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