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La alcaldesa de Valencia ha cumplido un año desde su toma de posesión, un tiempo en el que ha visto menguar su poder por la caída de Francisco Camps y en el que empieza a vislumbrarse la posibilidad de la sucesión en la capital

VALENCIA. El 11 de junio de 2011 Rita Barberá tomaba posesión por sexta vez consecutiva de la alcaldía de Valencia. 20 años después de la primera vez que alcanzó el cargo, en aquella ocasión a través de un pacto con Unió Valenciana, la carismática responsable local ocupaba de nuevo el trono municipal en un ambiente enrarecido por los problemas que afrontaba el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, imputado en la conocida como causa de los trajes.

No obstante, la alcaldesa afrontaba la legislatura con la tranquilidad de saberse un referente indiscutible del PP nacional y una interlocutora de máxima confianza del jefe del Consell. Con estos elementos de poder, Barberá disponía de las armas necesarias para pilotar una futura sucesión en el ayuntamiento a su gusto.

Un año después de la toma de posesión de la alcaldesa, sin embargo, la pérdida de poder de Rita Barberá ha sido creciente. La dimisión de Camps y la entrada de Alberto Fabra, ha terminado con la interlocución fluida que la primera edil tenía con el Palau de la Generalitat.

La sintonía entre la alcaldesa y el jefe del Consell no termina de ser buena. Aunque Barberá frenó la posibilidad de que Camps, una vez absuelto, optara a una restitución de su antiguo poder en el PPCV, no vio recompensada su maniobra al ser nombrado secretario general del PPCV Serafín Castellano. Su propuesta era el teniente de alcalde y concejal de Urbanismo, Jorge Bellver.

Precisamente Bellver, quien siempre ha sido señalado como uno de los favoritos a la sucesión de Barberá, aceptó conformarse con una de las cuatro vicesecretarías que Fabra dibujó en el organigrama de la dirección regional. Aquí las versiones difieren: mientras afines al concejal defienden que su sintonía con la alcaldesa es plena, otros sectores del partido apuntan a cierto distanciamiento entre ambos que tendría como causa principal el poco ‘feeling' entre Barberá y Fabra; algo que podría lastrar a Bellver de cara a su futuro.

El congreso local del PP en la capital a celebrar en los próximos meses puede ofrecer conclusiones importantes: el presidente local es actualmente el teniente de alcalde Silvestre Senent y el número dos es Jorge Bellver. Ya en el último cónclave celebrado años atrás, se especuló con que el concejal de Urbanismo fuera aupado al liderazgo del partido, si bien Barberá prefirió no alterar el statu quo existente.

Ahora, la continuidad de Barberá en los próximos años es una incógnita. Pese a la pérdida de poder en el último año y el cansancio -que ciertos sectores del partido le observan- propio de cuatro lustros en primera línea, fuentes del consistorio apuntan a que el nuevo orden jerárquico en el PPCV y en la Generalitat han animado el deseo de la alcaldesa de continuar en el cargo e incluso de presentarse a las siguientes elecciones. 

GONZÁLEZ PONS, SIEMPRE ATENTO A LO QUE OCURRE EN VALENCIA

Por otro lado, el vicesecretario de Programas del PP, Esteban González Pons, permanece vigilante a todo lo que ocurre en Valencia. El exconseller, que obtuvo un premio menor por parte de Mariano Rajoy en la dirección del PP, siempre está en movimiento y ha jugado un papel en la sombra en los últimos acontecimiento orgánicos de los 'populares' valencianos.

Fuentes del PP aseguran que González Pons mantiene interés en que Alfonso Rus y Rita Barberá mantengan su cuota de poder frente a Alberto Fabra. De hecho, en el partido pocos son los que descartan incluso que pudiera optar en el futuro a ser candidato a la alcaldía de Valencia. Cabe recordar que la relación del exconseller con la alcaldesa de Valencia siempre ha sido cercana.

González Pons, un político activo, vio frustrada de inicio la posibilidad de ser portavoz del Congreso y ministro, su mayor deseo. Además, su posición en el Partido Popular no ha variado en graduación: sigue siendo vicesecretario pero de un área con menos peso que Comunicación, la que ostentaba anteriormente.

Rajoy es consciente de que González Pons ha sido el menos agasajado de todos sus colaboradores cercanos de la etapa anterior. Si no le concede un ministerio durante la legislatura, debería tener en cuenta cualquier propuesta sobre el futuro del vicesecretario de Programas.