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LA OPINIÓN PUBLICADA

Facebook:
el gran bluff en la bolsa

26/05/2012 GUILLERMO LÓPEZ GARCÍA



VALENCIA. Internet ha cambiado el mundo. Profunda e irreversiblemente. Ha cambiado nuestra manera de informarnos, de divertirnos y de relacionarnos entre nosotros. De percibir la realidad y de organizar nuestro tiempo. Y, además, lo más probable es que la cosa no haya hecho sino empezar. Como es lógico, las empresas que adquieren una posición preponderante en Internet cuentan con un enorme potencial de crecimiento. Sin embargo, tienen también un problema común a la mayoría de proyectos emanados de allí, y a la propia red en sí: su intangibilidad.

Es evidente que un buscador utilizado por millones de personas para acceder a todo tipo de informaciones; o una enciclopedia online mucho más amplia y actualizada de lo que nunca soñaron los padres de la Encyclopédie francesa; o una plataforma para interrelacionarse con otras personas forjando redes de afinidades que cuenta con 800 millones de usuarios, se encuentran en el centro de la revolución digital y tienen un impacto social, cultural y económico enorme. Pero no siempre es tan fácil cuantificar dicha importancia, sobre todo si la traslación de estas funciones a las cuentas de resultados, en facturación y beneficios, no se corresponde con la incidencia social y cultural de la empresa u organismo que nos ocupa, llámese Google, Wikipedia o Facebook.

ACCIONES SOBREVALORADAS

El viernes de la semana pasada comenzó la andadura de Facebook en la bolsa. Y comenzó con un estrepitoso fracaso. La acción, mantenida de mala manera por las agencias colocadoras de acciones en su primer día de cotización, se desplomó el lunes más de un 11%. El martes se produjo una caída adicional del 6%. A lo largo del resto de la semana, la acción no logró remontar el vuelo, finalizando al borde de los 32 dólares, seis menos que el precio de colocación (o lo que es lo mismo: unas pérdidas superiores al 17% en sólo una semana). Evidentemente, la empresa acaba de comenzar su andadura y puede remontar el vuelo, pero no son síntomas muy positivos, sobre todo si comparamos con la trayectoria bursátil de empresas como Google (que ha multiplicado por ocho su valor en siete años), Amazon, Yahoo, Apple...

Facebook concentra ya a más de 800 millones de usuarios en su web, que además dedican más tiempo a navegar por ella (y, por tanto, a ver anuncios en ella) que en los sitios web de sus competidores. También ha conseguido constituirse en la red social de referencia indiscutible para charlar con amigos, compartir información y, sobre todo, indagar en la privacidad de los demás. Ese es el negocio de Facebook: nos permite estrechar los lazos con nuestros seres queridos y con los conocidos y, también, nos permite cotillear en su vida (también en la de aquellos a los que no se conoce de nada). Todo ello, se supone, convenientemente regado con publicidad.

La cuestión es cuánto dinero vale eso. Un montón de usuarios, una posición de predominio que, por su propia naturaleza, es difícil que se modifique en el corto plazo (su principal competidor, Google +, apenas cuenta con el 5% de los usuarios de Facebook), y una fuente principal de ingresos, dado que Facebook afirma que seguirá siendo gratuito: la venta de espacio publicitario, que puede ajustarse enormemente a los intereses específicos de cada uno de los usuarios.

Todo ello implicó valorar Facebook inicialmente en unos 100.000 millones de dólares. Es decir, por ubicar la cosa en su contexto: la mitad que Google y casi el doble que la principal empresa española, Telefónica.

Esto implicaba asumir que cada usuario de Facebook, individualmente considerado, "valía" 100 euros. La misma cifra con la que se valoraba inicialmente el PER de la empresa: 100. El PER indica la correlación entre los beneficios de la empresa y el valor de la acción, de manera que, conforme más alto sea el número, más sobrevalorada está la empresa. Por supuesto, siempre hay excepciones, y es normal que las empresas más innovadoras tengan un PER muy elevado, en previsión de un aumento exponencial de sus beneficios en el futuro. Pero, aun así, 100 continúa siendo un PER elevadísimo, muy por encima del de otras empresas tecnológicas, como Apple (12), Google (14) o Yahoo (16).

UN MODELO DE NEGOCIO POCO CLARO

A esto hay que unir que Facebook no vende productos de ninguna clase, sólo espacio publicitario. Un sector en el que Google tiene una indiscutida supremacía, merced a sus dos programas de publicidad contextual, AdWords (enlaces patrocinados en las búsquedas de Google) y AdSense (publicidad en sitios web). Facebook no vende ordenadores o teléfonos móviles, ni es un desarrollador de software para aplicaciones ajenas a su propia red social. Mientras no diversifique significativamente más su actividad, una valoración tan elevada parece difícilmente justificable.

La capitalización bursátil de Facebook, como dijimos, es la mitad de la de Google. Pero Google tiene unos beneficios mucho mayores y es una empresa más diversificada: vende espacio publicitario en su buscador y en su sistema de correo Gmail, pero también lo gestiona en otros sitios web. Cuenta con el sistema operativo para móviles más utilizado, Android; y lleva años desarrollando iniciativas punteras en sectores muy variopintos, aunque siempre vinculados con la web.

En cambio, Facebook depende, por ahora, de que los usuarios de su red social sigan usándola: algo que parece probable, pero quizás no sea suficiente para obtener un incremento de los beneficios exponencial, que es lo que se supone que justifica el precio de salida de las acciones.

LA SOMBRA DE TERRA NETWORKS

Por último, Facebook sacó a bolsa únicamente el 15% de su capital, una fracción pequeña y que, en principio, podría beneficiar el valor de la acción en bolsa, ante la previsible demanda de los inversores. Una maniobra que en pasado ya hicieron muchas empresas y que nos recuerda poderosamente a la de uno de los emblemas de la burbuja tecnológica en su versión española: Terra Networks, el principal portal en español (en aquellos tiempos, más inocentes, en los que los portales simbolizaban el futuro de Internet y todo el mundo quería ser Yahoo!).

Con dos grandes diferencias: Por un lado, Terra no daba beneficios. En aquel delirante mundo de la burbuja tecnológica del año 1999, dar beneficios era visto casi como un anatema, pues se consideraba que era mejor endeudarse, cuanto más mejor, a cambio de acaparar mayor cuota de mercado.

Por otro, la trayectoria bursátil de Terra fue mucho más exitosa que la de Facebook, al menos inicialmente. Terra, propiedad de Telefónica, sacó a bolsa un 23% de las acciones a un precio de 11 euros. El mismo día en que inició su andadura en la bolsa, en noviembre de 1999, las acciones triplicaron su valor. En apenas cuatro meses, Terra alcanzó el valor de 157 euros, lo que implicó una capitalización bursátil de 36.000 millones de euros del año 2000. Pero de inmediato, y casi con la misma rapidez, las acciones comenzaron a desplomarse, hasta llegar a los cinco euros un año y medio después de la OPV.

En resumen: Terra multiplicó por diez su valor en cuatro meses y luego lo dividió por veinte en poco más de un año. Una trayectoria no apta para cardíacos que simbolizó con exactitud los excesos de la burbuja tecnológica. La cuestión es si Facebook es el representante de una segunda generación de la burbuja tecnológica (acogida desde el principio con escepticismo por los mercados) o si el precio se corresponde con la importancia de la principal red social del mundo. O, sencillamente, si a Mark Zuckerberg y a las agencias colocadoras de las acciones se les ha ido la mano con la valoración inicial.

#prayfor... Un elefante se balanceaba en la final de Copa del Rey

La semana, pródiga en noticias de enorme importancia, como las condiciones de la nacionalización de Bankia o la huelga del sector educativo (con plante de los rectores al ministro Wert como apéndice), también nos dejó un ejemplo palmario de no-noticia: las declaraciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, sobre la pitada al himno español en la final de la Copa del Rey. Aguirre pidió algo tan "razonable" como anular el partido en previsión de que las aficiones del Barcelona y el Athletic de Bilbao pitasen el himno, como en efecto hicieron.

Aguirre tiene muchas cosas sobre las que responder últimamente, como el hundimiento de Bankia (que fue antes Cajamadrid, además de Bancaja; también en Madrid construían pisos y financiaban proyectos faraónicos; no es sólo un mal valenciano) o su espectacular maquillaje del déficit de la comunidad autónoma que regenta desde 2003. Precisamente por esto, para no tener que responder, es por lo que se explican provocaciones como la que nos ocupa. Que sólo consiguen, como es natural, y como Aguirre sabe perfectamente, fomentar aquello que se supone que se quiere impedir. Sin embargo, tras la final de Copa, el agujero de Bankia y el déficit seguirán ahí, por desgracia.
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Guillermo López es profesor titular de Periodismo en la Universitat de València

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2 comentarios

Jose Quintas escribió
28/05/2012 13:34

Es increíble que Aguirre sea la máxima dirigente de los movimientos Catalunya Acció y Esait. Es seguro, además, que ya estuvo moviendo los hilos en 2009..., para mí que su amistad con Sala i Martin va más allá del neoliberalismo salvaje..., seguro que se escinde del PP para unirse a Reagrupament. Los que pitan, son los que pitan, y los que quiebran cajas, pues los políticos principalmente.

Javier Sánchez escribió
27/05/2012 23:06

Tiene que quedar claro que toda la operación pitada de Esperanza Aguirre tenía como única finalidad tapar su desfase de déficit, con mentiras reiteradas que deberían costar el puesto al consejero, y tapar el mangoneo de BANKIA, si ella no quería a Rato era para tapar mejor el agujero de Caja Madrid, pero entre pillos anda el juego y así acabamos ... en bancarrota.

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