VALENCIA. Bancaja vivió este lunes un nuevo episodio rayano a lo absurdo en su intento por cerrar la crisis abierta a raíz del enfrentamiento con sus socios en BFA-Bankia. La largamente esperada dimisión de José Luis Olivas lejos de poner fin a la situación de provisionalidad que se había instalado en la caja ha abierto un nuevo periodo de incertidumbre ante la imposibilidad de alcanzar un consenso sobre su sustituto en la presidencia.
La jornada del lunes arrancó con la convocatoria por parte de Olivas de un consejo de administración extraordinario y urgente en el que iba presentaría su renuncia al cargo. La decisión del que fue durante una década el hombre más poderoso de las finanzas valencianas se había gestado durante las últimas semanas. Atrincherado en su despacho de la sexta planta de Pintor Sorolla, Olivas ha aguantado seis meses con la presión de quienes le pedían que dimitiera para tratar de normalizar las relaciones entre Bancaja y Caja Madrid en el seno de Bankia.
La junta de accionistas de Banco de Valencia celebrada justo una semana antes, donde se vertieron duras acusaciones contra él y contra Bancaja por su gestión de la histórica entidad hoy intervenida por el Banco de España, fueron la puntilla para un Olivas "cansado y sin fuerzas". Pactó con la Generalitat su salida una vez transcurrido el congreso regional del PP. Con el presidente Alberto Fabra pactó también el nombre de su sucesor: Antonio Tirado, vicepresidente primero de la caja y consejero omnipresente desde hace tres décadas.
ANTONIO TIRADO, UN CANDIDATO SIN CONSENSO
El nombre de Tirado como relevo de Olivas corrió como la pólvora durante las ocho horas previas a la reunión del consejo. Olivas y Fabra habían optado por un camino fácil: el vicepresidente primero, consejero de la entidad a propuesta del Grupo Popular de Les Corts y con buena relación personal con el presidente de la Generalitat. Ambos han sido alcaldes de su ciudad, Castellón.
Sin embargo, las voces críticas empezaron a escucharse muy pronto. Tirado tiene el lastre de estar imputado por una querella presentada por una asociación de pequeños accionistas del Banco de Valencia y que afecta a todo el consejo de administración de la entidad de la que él era también vicepresidente en representación de Bancaja. Igualmente ha sido señalado por la junta de accionistas como uno de los cuatro consejeros sobre los que se presentará una acción social de responsabilidad por la quiebra del banco junto a Olivas, Domingo Parra y Aurelio Izquierdo.
Aunque Tirado trató de conseguir el apoyo mayoritario de los miembros del consejo de administración antes del inicio del mismo, a primera hora de la tarde ya era evidente que no lo iba a tener. Los consejeros de lo que se denomina el 'bloque progresista' (los nombrados a instancias del PSPV-PSOE, los de la Unión de Consumidores de España y el de Comisiones Obreras) no aceptarían su candidatura. Y aunque eran minoría, una votación pondría de manifiesto el respaldo limitado con el que saldría Tirado como presidente.
JOSÉ MARÍA MAS MILLET, LA PIEZA CLAVE
Tirado trató sobre todo de contar con el apoyo del empresario y vicepresidente primero José María Mas Millet. Sin embargo ya en el propio consejo se puso de manifiesto que no iba a tenerlo. O al menos, de forma abierta.
El aviso le llegó a Tirado de forma indirecta. José Luis Olivas abrió el consejo presentado su dimisión. Varios consejeros tomaron la palabra para reprochar al aún presidente el retraso en presentar su renuncia. Olivas, que se había limitado a defender su gestión, quiso ir un poco más allá y puso el dedo en la llaga ajena al apuntar que él no era presidente ejecutivo y que las decisiones en la caja las tomaban los directivos.
Esa afirmación hizo saltar a Mas, quien le dijo a Oliva que había ejercido una presidencia personalista y opaca y que no había contado con el consejo de administración en temas muy relevantes. Una intervención muy dura que, de fondo, ponía en duda el pacto con el que Olivas había llegado al consejo sobre su relevo. Olivas abandonó la reunión a partir de ese momento. Con su dimisión ya no debía participar en el debate sobre su sucesor. Salió de la caja en su coche oficial pasadas las nueve y media de la noche.
DOS CANDIDATOS Y NINGUNO ACEPTA
La reunión continuó con el proceso de elección del presidente. El representante de la conservadora Asociación de Impositores presento a Antonio Tirado como candidato. El bloque progresista del consejo quiso forzar la votación, que no se hubiese celebrado de haber un único candidato, por lo que habían pactado previamente presentar al suyo. Fue Ernesto Pascual, consejero por CC OO el que presentó a José María Mas Millet.
Según fuentes de esa parte del consejo consultadas por este periódico, "se eligió a Mas en un intento por alcanzar un consenso que evitase que Tirado ocupara la presidencia con las mismas acusaciones que tiene Olivas ofreciendo a un candidato elegido por su cuota, con perfil empresarial y experiencia en consejos de administración.
No se llegó a votar. Mas renunció y, a continuación, lo hizo también Tirado. Los votos se hubieran decantado por el abogado de Castellón de aplicarse la lógica: de los 19 consejeros que quedaban, ocho (excluyendo a Mas) hubieran votado en contra de Tirado, un lastre para un presidente que presume de haber alcanzado sus puestos de responsabilidad siempre por consenso.
Esta situación obligó a aplicar los estatutos de la caja que indican que, en ausencia del presidente, asume su puesto en funciones el vicepresidente primero, que es el propio Tirado. Pero es un mandato interino, con una limitación de dos meses. Es en ese tiempo, menos a ser posible a petición de algunos consejeros, en el que el consejo debe encontrar a un candidato de consenso. Y tiene que buscarlo en el seno del propio consejo.
UN ERROR POLÍTICO DE ALBERTO FABRA
En el mundo económico-financiero y en el político de Valencia se hablaba este lunes abiertamente de un error de bulto de Alberto Fabra. "Tenía que haber consensuado el nombre, haber pactado al candidato con el PSPV. No se puede llegar a un consejo de la caja de esta manera. La imagen que se transmite es de falta de responsabilidad y de seriedad, y más apoyando a un candidato con el lastre de la imputación", explicaban varias fuentes.
De momento Tirado vuelve a ocupar la presidencia de Bancaja más de doce años después de haber compartido el puesto con José María Simó Nogués tras la fundación de Bancaja.
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