VALENCIA. Rodrigo Rato proviene de una familia española enriquecida en la "España de las oportunidades" que para algunos fue el período inicial, generalmente paupérrimo, del franquismo: los años de la autarquía y el aislamiento anterior a los Planes de Estabilización de 1959. Justo antes, en plena Guerra Civil, el padre de Rodrigo, Ramón Rato, se convertiría en uno de los fundadores de Radio Nacional de España, bajo el mando del general Millán-Astray, fundador de la Legión, universalmente recordado por sus exabruptos ("¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!") a Unamuno, y que sería recompensado por ello como jefe de prensa de la Dictadura.
Aprovechando su experiencia radiofónica, Ramón Rato compra en 1947 una emisora de radio privada que, andando el tiempo, se convertirá en una red de más de 70 emisoras, la Cadena Rato, finalmente vendida en 1990 a la ONCE y que acabaría siendo el germen de la actual Onda Cero.
Carrera política
El hermano mayor de Rato, Ramón, se encarga de gestionar las empresas familiares, mientras Rodrigo se dedica activamente a la política desde muy pronto. En 1982, un joven Rodrigo Rato (35 años) es elegido diputado en las Elecciones Generales, a las que se presenta (por segunda vez) enmarcado en el grupo de Alianza Popular. Su circunscripción, sorprendentemente, no es Madrid, donde nació y ha desarrollado casi toda su vida. Ni Asturias, de donde proviene su familia. En uno de los mejores ejemplos de 'cunerismo' político (ocupar una circunscripción con la que no se tiene ningún vínculo) que ha proporcionado la democracia española, Rato es elegido diputado... por Cádiz. Y repetirá en 1986, a la espera de incorporarse a la candidatura de AP por Madrid (cosa que logrará a partir de 1989).
Rato acierta al apoyar a Aznar como líder del partido tras su refundación en 1990, y se convierte en uno de los primeras espadas del PP, haciéndose cargo, desde el principio, de las cuestiones económicas. Rato se gana una buena fama entre sus correligionarios del partido, y también entre sus rivales políticos y en los medios de comunicación: inteligente, moderado y con capacidad negociadora. Una vez el PP gana, por fin, las elecciones, en 1996, es Rato el encargado de desarrollar el pacto de legislatura con los partidos nacionalistas, imprescindibles para alcanzar La Moncloa.
En pago por los servicios prestados, Aznar le otorga la Vicepresidencia segunda del Gobierno, encargada de las cuestiones económicas. Allí Rato se gana un prestigio considerable: es el principal responsable de la política de privatizaciones y de la reactivación económica, que logran, contra todo pronóstico, que España logre cumplir los criterios de Maastricht para formar parte, desde el principio, del euro. También es uno de los principales autores del boom del ladrillo, provocado por la reforma de la Ley del Suelo de 1998 y las medidas liberalizadoras adoptadas un año antes. Con ello, puede decirse que Rato incuba la semilla de su destrucción, al frente de Bankia, catorce años después, víctima del estallido de la burbuja inmobiliaria.
A lo largo de ocho años, Rato es el rostro amable del Gobierno español, alejado del tono cada vez más antipático y desabrido adoptado por Aznar a partir de su victoria por mayoría absoluta en 2000. Esa diferenciación entre ambos queda plasmada con cierta claridad en el convulso período de la Guerra de Irak de 2003, durante el cual el Gobierno español se alinea con los invasores de la coalición angloestadounidense y provoca una fractura con una mayoría de españoles, que se moviliza en la calle a lo largo de varios meses.
Significativamente, Rato no adopta una postura de beligerante apoyo al Gobierno, eludiendo pronunciarse en la cuestión de Irak mientras se refugia en los temas económicos (que cimentan su popularidad). Esta equívoca actitud (desde la perspectiva de Aznar) le acaba pasando factura: Aznar escoge a Rajoy como su sucesor. En 2004, Rato cede el testigo del Ministerio de Economía al socialista Pedro Solbes (que, a su vez, se lo había pasado a Rato en 1996) y al poco tiempo abandona la política española.
El FMI y Bankia
Lo hace por un destino extraordinariamente jugoso: la dirección geneal del Fondo Monetario Internacional, para la cual Rato recibe el apoyo del Gobierno de Rodríguez Zapatero y, obviamente, del PP (igualmente deseosos de desembarazarse de un rival tan peligroso). En ese momento, Rato se encuentra en la cúspide de su poder y prestigio. Ocupará la dirección del FMI durante tres años, hasta que dimite en junio de 2007, por motivos nunca aclarados. Rato es sustituido por el francés Dominique Strauss-Kahn (definitivamente, el puesto de director general del FMI está maldito).
Aunque Rato dimite justo a tiempo para no verse involucrado en la quiebra de Lehman Brothers y el estallido del primer acto de la crisis económica, la ausencia de medidas durante su mandato que pudieran contribuir a prevenir dicha crisis constituye una primera mancha en su hasta entonces impoluto expediente. La segunda será el hundimiento de la burbuja inmobiliaria en España, lo que permite reevaluar desde una nueva luz el crecimiento económico que vivió España en la última década, asentado sobre cimientos, como se está viendo ahora, cortoplacistas y poco firmes.
El tercer error de Rato, y posiblemente definitivo, es su empeño por obtener la presidencia de Cajamadrid y, poco después, de Bankia. Un puesto que obtuvo a principios de 2010, con el apoyo de PP y PSOE, en lo que debía ser el broche de su carrera, pero que rápidamente se convirtió en un problema. La enorme exposición al ladrillo de Cajamadrid (y de Bankia, tras fusionarse con Bancaja) provocó que el proyecto naciese muerto. Por algún motivo, el Banco de España consideró que la suma de dos cajas de ahorro con problemas resultaría en un banco próspero, en lugar de aumentar la dimensión del problema.
Pero, además, la gestión de Rato contribuyó -en medida en absoluto menor- a aumentar el problema. Y es que la de Bankia fue la "joya de la Corona" del surrealista proceso de privatización de las cajas urdido por el Banco de España y su director, Miguel Ángel Fernández Ordóñez. Dicho proceso arranca en una constatación: las cajas se encuentran en peor situación que los bancos como consecuencia de su mayor exposición al ladrillo y a los caprichos de los políticos que las han gestionado hasta ahora. De manera que lo que hay que hacer es reconvertirlas en bancos... Manteniendo al frente a los políticos que, en teoría, provocaron el problema.
Esto es lo que ocurrió con Cajamadrid y después con Bankia, donde se puso al frente a un significado político del PP para "despolitizar" la entidad. Que, además, no tardó en poblar los órganos de decisión de Bankia de dirigentes políticos con nula experiencia en el sector, como Ricardo Romero de Tejada, exsecretario general del PP de Madrid, al que se vinculó (merced a una serie de llamadas telefónicas) con el oscurísimo asunto del "Tamayazo" de 2003. Es decir, la defección de dos diputados del PSOE de Madrid que acabaría provocando la repetición de las elecciones y la entronización de Esperanza Aguirre.
Rato, en suma, gestionó Bankia como una caja de ahorros... Únicamente en lo malo, mientras se abstenía de adoptar medidas que permitieran sanear las cuentas y, así, evitar la intervención por parte del Estado. Una situación que, obviamente, comporta el final de la carrera financiera del ex vicepresidente. Ignoro si en Bruselas / Berlín se maneja una lista de "tecnócratas de oro" a la espera de asumir el gobierno de España, como ya ha ocurrido en Italia. Pero, de ser así, está claro que Rato ya no formaría parte de la misma.
#prayfor... #Calatravatelaclava
La semana pasada, el diputado de EUPV Ignacio Blanco desveló las cantidades cobradas por Santiago Calatrava por el desarrollo del complejo de la Ciudad de las Artes y de las Ciencias: 94 millones de euros. En relación con ello, EUPV ha creado una web en la que informar de éste y de otros desmanes, así como un hashtag (#Calatravatelaclava) para comentarlos y denunciarlos. Es mérito de EUPV el que los valencianos podamos saber, por fin, el coste de las obras y de los emolumentos (oportunamente tributados fuera de España) del arquitecto-fetiche de la Generalitat. Y es, también, muy indicativo de la obscena falta de transparencia con la que se llevan las cuentas públicas que tengamos que esperar a 2012 para conocer estas cifras (y que tenga que ser un diputado quien acceda a ellas; los ciudadanos normales, por lo visto, no pueden).
Por utilizar una unidad de medida universalmente reconocida: lo cobrado por Calatrava, 94 millones, es más o menos la misma cantidad que costó el fichaje de Cristiano Ronaldo por el Real Madrid. Gracias, por cierto, a un crédito de Cajamadrid - Bankia, no se sabe si encuadrado en la categoría de incobrables.
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Guillermo López es profesor titular de Periodismo en la Universitat de València
Que se investigue tambien los terrenos que compró Rato en su época de ministro , en la costa almeriense , Vera , Palomares ,.....Cuevas de Almanzora toda esa costa almeriense -murciana será en un futuro urbanizable.¿como los pagó? o esta ahí la deuda en cualquiera de las cajas quebradas.
Muy bueno este artículo, aunque has olvidado que Rato también fue el ministro de Economía que suprimió el impuesto de actividades económicas cuya recaudación recibían los ayuntamientos. Al cortar esta fuente de ingresos y con el mercado del suelo liberalizado, los municipios se volcaron en el ladrillo cuyos beneficios invirtieron en obras faraónicas. Y el resto... ya se sabe. Un saludo
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