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VALENCIA. Precisamente en este ritmo de tragedia que sacude a la economía no es una buena noticia que los que pueden velar por el correcto comportamiento de las administraciones en materia económica junto con la todavía desaparecida oposición -una tarea que a la vista está han descuidado todos ellos hasta hace muy poco-, anden a la greña por unos centímetros más o menos de gloria posicional.
El 'pique' ya venía de atrás y pudo ser detectado con la reciente visita del ministro García Margallo cuando de nuevo saltaron chispas -solo chispas- a costa de las ubicaciones 'espaciales' de unos y otros (¿será posible?).
Resulta evidente que a la largo del último año el lobby empresarial AVE ha dado un paso hacia delante en la representación del gran empresariado valenciano y que la organización patronal CIERVAL es como si lo hubiera dado hacia atrás. Por el camino queda ahora un campo minado de celos y vanidades... y muchas deudas por cobrar y no menos ambiciones por satisfacer.
Seguramente estos cambios ‘hormonales' en las relaciones de estas dos importantes, ¿compatibles? e imprescindibles organizaciones se deba a los cambios efectuados en sus respectivas cúpulas en el último año. Ambos han cambiado de presidente, González por Ferrando y Boluda por Pons, y de estilo: conciliadores Ferrando y Pons, batallador y reivindicativo González, distante Boluda. Un coctel, este último, fuerte y dado a carraspeos.
Si Ferrando dedicaba full time su tiempo al trabajo en la organización, González lo hace cuando sus obligaciones gerenciales al frente de GH Industrial (el último ejercicio fue el mejor de su historia) y sus múltiples viajes intercontinentales -India, Brasil...- se lo permiten.
Por otra parte, Cierval, por sus propias características estructurales -una organización relativamente nueva, no consolidada y construida sobre sus ‘filiales' provinciales- y sin el equipo técnico que, por ejemplo, apoyó el despegue de González en CEV, soporta en la actualidad una delicado momento a cuenta de los impagos de la Generalitat que la han situado en una posición de tremenda debilidad que, incluso, podría cuestionar su supervivencia en su actual formato.
Frente a este escenario se alza una Asociación Valenciana de Empresarios reducida en estructura pero autofinanciada por sus cuotas y con un elevado peso político procedente de su evidente capacidad de influencia sobre la Generalitat que se ha marcado como objetivo elevar la voz de sus representados, los grandes empresarios, en la gestión económica de la Generalitat.
No extrañan, pues, los roces las competencias de una y otra a los que no son ajenos sus diferentes puntos de vista sobre la gestión que de la crisis -los presupuestos autonómicos y del Estado o el Corredor- tienen ambas organizaciones. Un contratiempo fuera de lugar en un momento en el que más que nunca es necesaria una posición unitaria sobre las fórmulas que se están poniendo sobre la mesa para luchar contra una crisis cuya gravedad está consiguiendo sorprender y superar cualquier previsión.
Por mucho que la mona se vista de seda mona se queda decía mi abuelo. AVE es un lobby cuyo activo es Juan Roig. Pero sólo se representa a sí mismo. CEV y Cierval son organizaciones empresariales, o patronales que sería más acertado, que representan a los empresarios. Colocarlas en pie de igualdad es confudirse o confundir. Cuestión diferente es cuál de ellas es más activa o tiene propuestas mejores para la economía porque Ferrando dejó a éstas a 10.000 metros bajo tierra (y él cobrando en Bankia claro). Pero la falta de transparencia de Roig -actuando siempre -y mucho-en la sombra en lugar de a cara descubierta- es ciertamente preocupante para el sistema democrático. (todo en mi modesta opinión claro)
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