VALENCIA. Las próximas semanas serán decisivas para el Consell que lidera Alberto Fabra. Como ya ha informado este diario, los vencimientos de deuda que expiran en estos días, los ajustes que se esperan para antes del 30 de abril o las propias medidas y recortes que vengan impuestas desde Madrid, pondrán a prueba la resistencia del Gobierno de la Generalitat. Un ejecutivo cuyos miembros están sometidos a una importante carga de responsabilidad y presión.
Así, el complicado inicio de mandato al que se está enfrentando Alberto Fabra y su equipo -un grupo de consellers en su mayoría ‘heredados'- auguran una remodelación del Gobierno valenciano a las puertas del verano. El desgaste de las medidas impopulares, el choque con organizaciones sindicales, la imposición de ajustes desde Madrid o el propio deseo del presidente Fabra de dibujar un ejecutivo de su confianza, son algunas de las razones que alimentan las posibilidades de salida de algunos responsables autonómicos.
El conseller de Hacienda y Administraciones Públicas, José Manuel Vela, es uno de los que está sufriendo el desgaste. La gestión del enorme volumen de facturas pendientes a proveedores que ayer hizo pública ha sido el último de los ‘incendios' que el titular de este área ha debido apagar. La mirada se dirige a esta conselleria en el momento de abonar determinados pagos, lo que convierte a Hacienda en uno de los ‘blancos' permanentes hacia donde ‘disparan' los acreedores.
Además, Vela continúa lidiando su particular batalla con las organizaciones sindicales, que se han cerrado en banda a aceptar el decreto de ajustes impulsado por el Consell de Fabra. Las negociaciones han resultado estériles y todo apunta a que las movilizaciones y agitación social de los sindicatos seguirán adelante.
A esto se le unen otros dos factores que contribuyen al desgaste del conseller Vela: en primer lugar, la distancia que le separa de Presidencia. Su marcada independencia le ha granjeado ciertos recelos, según apuntan diversas fuentes de la Generalitat. Por otro lado, el titular de esta cartera arrastra el lastre de haber ostentado cargo en el segundo escalón mientras continuaba incrementándose el volumen de facturas sin pagar y se elevaba la deuda de la Generalitat. Diversas fuentes apuntan incluso, a que Vela "peleará al máximo" los próximos tres meses para dejar una Generalitat saneada antes de dar el paso a un lado para su propio relevo.
En esto coincide con Luis Rosado, conseller de Sanidad, quien también se encontraba en el segundo escalón de esta área como secretario autonómico mientras las facturas se iban acumulando en los cajones de las diferentes dependencias sanitarias de la administración. También se prevé un desgaste importante para el responsable de este departamento, que tiene ante sí la misión de explicar y defender el tipo de copago -farmacéutico o sanitario- que se está barajando desde el Gobierno central. Una medida impopular que desde el Consell ha venido negándose en los últimos meses pero que ahora comienza a tomar forma.
No tanto por el desgaste en sus mandos sino por ser herencia directa del expresidente, Francisco Camps, la continuidad de conselleras como Maritina Hernández (Agricultura) o Lola Johnson (Turismo), se pone en duda desde diversas fuentes de la Generalitat. Incluso en la cartera de la segunda, se apunta como sustituto al benidormense Sebastián Fernández, que entró como Director General de la Agencia Valenciana de Turismo en la última renovación del segundo escalón.
Uno de los consellers que entró de ‘refresco' meses atrás fue Máximo Buch. Por el momento, el titular de Economía está logrando salir airoso de los diferentes envites aunque todavía no ha se ha enfrentado a los platos ‘fuertes': del menú gubernamenal: el primero de sus exámenes será el vencimiento de 2.000 millones de euros de deuda que expira en las próximas semanas. A renglón seguido, deberá centrar su atención al cierre de las empresas públicas y los despidos masivos que en ellas se producirán con las consiguientes indemnizaciones coordinadas con el departamento de Hacienda.
JOSÉ CÍSCAR Y MARIA JOSÉ CATALÁ, DESTACADOS PESE A SU EXPOSICIÓN
Mediáticamente, el vicepresidente del Consell, José Císcar, y la consellera de Educación, Formación y Empleo, María José Catalá, son los que están captando mayor atención. El también portavoz, mano derecha de Fabra, está cargando el peso de la responsabilidad sobre su espalda y liberando así al jefe del Consell, obligado por la agenda y los compromisos presidenciales. Pese a todo, Císcar está pudiendo hasta el momento controlar la situación evidenciando la decisión acertada de Fabra de instaurar una vicepresidencia ‘fuerte' de cara a manejar la tormenta en ciernes.
En cuanto a Catalá, una de las últimas en llegar al Consell de Fabra, se enfrenta a una legislatura dura. Con los sindicatos en pie de guerra y más recortes en el horizonte, la exalcaldesa de Torrent ha optado por la vía de la exposición: salir a defender la gestión y dar explicaciones a diario, lo que, al menos, está proyectando su figura pública de forma notable.
LA SEGUNDA LÍNEA DE CONSELLERS
El resto de consellers se sitúan en una segunda línea con menor grado de sensibilidad a la situación económica, que ahora manda, de la Generalitat. El titular de Gobernación, Serafín Castellano, es un superviviente que ha sabido hacerse fuerte en el área de Gobernación. Un departamento en el que es difícil destacar y fácil pinchar. Su experiencia y la rápida alineación con Fabra son dos argumentos que pueden permitirle continuar.
En cuantoa al conseller de Justicia y Bienestar Social, Jorge Cabré, ha demostrado su habilidad camaleónica para permanecer en puestos de responsabilidad. Llegó a Justicia de la mano de Fernando de Rosa, pasó a mantener una buena sintonía con la sucesora de éste, Paula Sánchez de León, e incluso de cierta cercanía con Francisco Camps en los momentos críticos del caso Gürtel.
Ahora, sin embargo, se encuentra posicionado de forma clara con Alberto Fabra, que le cedió incluso la posibilidad de hacer cambios en el segundo escalón de su conselleria. Aunque también tiene frentes abiertos en Justicia (turno de oficio, o dependencias judiciales insuficientes) o Bienestar Social (atención a dependendientes), la presión que recibe sufre es menor que la de otros consellers.
En cuanto a la consellera de Infraestructuras, Isabel Bonig, tiene el camino allanado para continuar aunque, debido a los fuertes recortes en su departamento, no está disponiendo de muchas ocasiones para brillar. En una legislatura en la que gran parte de la misma en su área depende, de cara a los medios de comunicación, del Corredor Mediterráneo, deberá preocuparse de vigilar estrechamente el proyecto. Ser mujer y de procedencia castellonense, serán puntos positivos para seguir en el cargo.
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