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VALENCIA. La financiación de los partidos políticos es uno de los elementos clave a la hora de la ‘competición': es decir, cuando se tiene a la vista la meta en forma de elecciones. No todas las organizaciones funcionan de la misma manera y tienen los mismos objetivos, aunque la pugna por lograr ingresos es común y perdura durante toda la legislatura.

Desde el Observatorio Politológico de Avapol se ha publicado un nuevo trabajo de investigación sobre los partidos políticos y la importancia de las formaciones "atrápalo todo". Su autor, el politólogo Eleazar Gallardo, también ha analizado para Valenciaplaza.com las diferentes posturas en referencia a la financiación de las formaciones: un entramado de equilibrios para amasar la mayor cantidad de fondos posible con el objetivo de captar electores.

Según el estudio de Gallardo, que sigue la tesis de Wolinetz, existen tres tipos de partido partiendo de sus objetivos: en primer lugar se encuentran los orientados a las políticas. Son formaciones donde prima la intención de "conseguir influencia para que la legislación tome una dirección concreta". En este caso sitúa a UPyD o Izquierda Unida.

En segundo lugar, Gallardo sitúa a los partidos orientados a los cargos, cuyos objetivos consisten en "llegar a mantenerse en las instituciones". En este apartado clasifica a las formaciones que se generan en ambientes clientelares en el ámbito local o en autonomías donde surgen nuevos partidos con ‘viejos' líderes. Es el caso de Foro Ciudadano en Asturias.

Por último, los partidos orientados a los votos. "Son los que tratan de maximizar su presencia social, en conjunción con movimientos sociales y generalmente en elecciones puntuales o climas de tensión política", explica Gallardo. Aquí se encuentran las formaciones mayoritarias, PP y PSOE.

LOS OBJETIVOS DEL PARTDO DETERMINAN SU NECESIDAD DE RECURSOS

La tipología del partido, así como su orientación, incide en los recursos que cada formación necesita para conseguir sus objetivos, que vienen determinados por los sistemas de financiación, que en las formaciones mayoritarias o ‘catch-all' se mueven entre la financiación pública, las cuotas de afiliados y las entidades financieras.

Este, según Gallardo, es un aspecto "interpartidista", que repercute "a los partidos en competencia, que como se ha visto son distintos en el punto de partida, y la disponibilidad de recursos acentúa sus diferencias en la llegada".

"Por ello resulta significativo que en las dos últimas legislaturas se han propuesto reformas legislativas en torno a la financiación de los partidos políticos, impulsadas por partidos "no catch-all", como sucedió en 2005 con la iniciativa de ERC, modificada y finalmente aprobada como Ley Orgánica, o la propuesta de modificación presentada en 2009 por ERC junto al grupo de IU-ICV en el Congreso, y caducada curiosamente dos años después por la disolución de las cámaras ante el adelanto electoral", explica el citado politólogo.

Los partidos más potentes, empujados por su carácter "atrápalo todo", se ven conducidos de forma irremediable a "establecer vínculos económicos con grupos y empresas -algunas de ellas del sector crediticio-" dado que se encuentran en posición de gobernar.

En cambio, apunta Gallardo, "los partidos minoritarios o aquellos perjudicados por la ley electoral, más dirigidos a las políticas o a los votos, dependen en menor grado del sector empresarial y es por ello que demandan una financiación más transparente, suficiente para la competencia interpartidista, y fiscalizada más estrechamente".

Pero no hay que olvidar que los partidos 'catch-all' forman parte de un "universo", en el que también se encuentran las distintas Asociaciones, Fundaciones y think tanks, que podrían permitir una financiación indirecta que también beneficiaría a los partidos 'catch-all' y que, puntualiza Galalrdo, "también trata de limitarse en la Ley, más concretamente en su Disposición Adicional Séptima".

¿DEMOCRATIZACIÓN O CAMPAÑAS DE CAPTACIÓN DE CLIENTES?

Atendiendo a las tipologías de partidos que se plantean, puede verse que la afiliación y militancia va reduciéndose con el tiempo, llegando a ser incluso un mecanismo de difusión más que de organización pura en partidos 'catch-all'.

Según explica Gallardo, la afiliación en estos partidos ha caído en los últimos 20 años. Este fenómeno se ha producido, a su juicio. porque los partidos ‘atrápalo todo' se han volcado en la importancia de los votantes dejando de lado a la militancia.

Pero, ¿qué ocurre cuando se restringe la financiación, obligando a que la información y las donaciones sean más transparentes? Que las cuotas de los afiliados se convierten en una fuente de ingresos fundamental.

Así, por ejemplo, cita Gallardo, las cuotas de UPyD son las más altas entre los partidos generalistas, dado su carácter estatal, el número de agrupaciones sobre las que se sustenta, y el reducido ingreso por escaños que perciben.

Otro ejemplo muy gráfico puede observarse en el seno del PSOE, y muy concretamente en su federación valenciana. El PSPV ha experimentado un declive en la afiliación de los últimos diez años, que unido a su carácter ‘atrápalo todo' ha dificultado la competencia electoral frente al PP.

"De ahí el recurso a las redes sociales y otros medios de difusión para atomizar el mensaje al precio más bajo", puntualiza el politólogo. "Y de ahí también -prosigue- la intención de todos los candidatos a la secretaría general de ‘abrir el partido a la ciudadanía', ampliando las decisiones de los militantes a los simpatizantes. Si se tratase de una empresa privada, podríamos hablar claramente de una campaña de captación de clientes; desde el PSOE y el PSPV se habla de democratizar el partido".

PARTIDOS CARTEL

Esta tipología, acuñada en 1995, se basa en el carácter de ‘semi-agentes del Estado' de los partidos. Tomando las elecciones como procesos que el Estado "brinda" a los ciudadanos, los mecanismos que éste ofrece (y sufraga) son los partidos políticos.

"Son estos mismos partidos quienes legislan para ampliar o reducir la financiación que reciben del Estado, en unas partidas diseñadas para favorecer la desigualdad de oportunidades, ya que los partidos con mayor presencia en las Cámaras reciben más dinero público, que a su vez son partidos ‘catch-all', y cuentan con mayores relaciones financieras que los pequeños partidos", argumenta Gallardo.

Es por ello, según el citado politólogo, que haya tenido que restringirse el gasto medio por elecciones. "Es la manera que se ha escogido para favorecer la equidad ‘por arriba' (fijando el máximo), y relegando al ámbito interno de cada formación su coste de financiación ‘por abajo'.

"Como queda patente, el modelo norteamericano de financiación dista mucho de la regulación española, y los partidos buscan nuevos mecanismos para la consecución de sus objetivos, que como hemos visto, no siempre es ocupar cargos en el Gobierno", concluye Gallardo.