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VALENCIA. Cuentan sus colaboradores que el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, es un hombre "tranquilo" al que no le gustan los aspavientos ni los grandilocuentes gestos políticos. Su llegada al poder fue extraña, propiciada por la dimisión del anterior jefe del Consell, Francisco Camps. Tal vez por ello ha aplicado su personalidad poco estridente a su gestión del Ejecutivo, demasiado poblado de herencias pasadas que podían incomodar la movilidad de su vara de mando. Sin embargo, los números están ahí: de puntillas, con discreción si se quiere, Fabra ya ha dejado su sello entre los altos cargos de la Generalitat. Y no han sido pocos.

Precisamente Fabra cumple esta semana ocho meses como presidente tras su investidura el pasado 22 de julio. En ese tiempo, el jefe del Consell ha acometido 29 cambios en el segundo escalón y ha sustituido a tres consellers. O lo que es lo mismo: casi un tercio de los 101 puestos del Ejecutivo entre subsecretarios, secretarios autonómicos y directores generales, ya no tienen el mismo dueño que en julio de 2011.

No todo han sido destituciones a designio del presidente. Algunas de las variaciones han sido obligadas por deseo expreso de los implicados o por ofertas en otros cargos de interés. Además, varios de los ceses se han resuelto con reubicaciones dentro del organigrama o con salidas a puestos menores dentro del Ejecutivo.

No obstante, los últimos cambios en bloque de hace un mes -algunos levantaron ampollas- y la destitución fulminante del subsecretario de Sanidad, Alexandre Bas y la del director general de Cooperación, Josep María Felip, tras ser imputados en el caso de presunta corrupción en las ayudas a ONGs, han instalado en las consellerias la sensación de que el presidente va a abordar los cambios que considere necesarios en el gobierno sin que le tiemble el pulso.

De hecho, diversas fuentes de la Generalitat subrayan que el proceso de renovación en el segundo escalón no está "cerrado" y se apunta, incluso, a una crisis del Consell de cara al próximo verano con la que Alberto Fabra terminaría de ajustar un Ejecutivo de su absoluta confianza.

Así, dos de las conselleras cuya continuidad ofrece más dudas son Lola Johnson, titular de Turismo y Cultura, y Maritina Hernández, al frente de la cartera de Agricultura.

Ambas fueron fichajes ‘sorpresa' de Francisco Camps en su día. En la primera recayó la responsabilidad de la portavocía, unas funciones que Fabra prefirió trasladar a José Císcar. Fuentes de la conselleria apuntan a Sebastián Fernández, director general de Turismo y activo del PP en Benidorm, como posible sustituto. Cabe recordar que Fernández, quienes diversas fuentes sitúan en la órbita de José Císcar, ha sido integrado recientemente en el área como relevo de Cristina Morató, cercana al núcleo duro de Camps.

En cuanto a Maritina Hernández, es una de las pocas conselleras que resistió a la profunda renovación del Ejecutivo que acometió Camps tras su victoria electoral. Su hermana, Auxiliadora Hernández, era secretaria autonómica de Educación hasta los recientes cambios realizados por Fabra en el segundo escalón quien la destituyó de su cargo. Diversas fuentes de la Generalitat dudan de la continuidad de la titular de Agricultura dado que su sostén principal en el Gobierno era el expresidente Camps.

INFRAESTRUCTURAS Y GOBERNACIÓN, LAS ÚNICAS INTACTAS

Cómo es lógico, las carteras donde más se ha acentuado la renovación son las áreas más cercanas al jefe del Consell. Así, en Presidencia y conselleria de Presidencia, se ha relevado al 50% de los altos cargos. También se ha transformado de manera importante las carteras de Educación y Hacienda, donde en los 22 puestos existentes ha habido 11 variaciones.

Las dos áreas donde no ha habido cambios en el segundo escalón en estos ocho meses son Infraestructuras y Gobernación. Las fuentes consultadas apuntan a la vertiente más técnica del área que dirige Isabel Bonig. Eso sí, recientemente la consellera relevó a su jefe de Gabinete, José Díez, hijo del que fuera presidente de la Diputación, José Díez Cuquerella, por Laura Peñarroya, exdirectora general y, según apuntan las fuentes consultadas, con buena sintonía con Bonig desde años atrás, cuando Alejandro Font de Mora se ubicaba en la portavocía del Consell.

En lo que se refiere a Gobernación, con Serafín Castellano al frente, también es un área con circunstancias especiales. En ella tienen cabida altos cargos como Asunción Quinzá o Irene Rodríguez que son desde años atrás personas de la máxima confianza del conseller. También es director general en esta cartera José Manuel Miralles, presidente de Unió Valenciana, que prestó públicamente apoyo a Francisco Camps y al PPCV en la campaña de las pasadas elecciones y que después apareció en los nombramientos como director general de Coordinación del Desarrollo Estatutario.

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