"La reforma acabará con las prácticas abusivas de los prestamistas, con los subidas injustas de los tipos de interés en las tarjetas de crédito, y con las comisiones inesperadas en las cuentas bancarias", declaró Obama
WASHINGTON (VP/EP). El Senado de Estados Unidos dejó ayer lista para la firma del presidente Barack Obama la mayor reforma financiera desde los años treinta, que expande el poder del Gobierno sobre la banca y establece nuevas protecciones para los consumidores.
El texto, aprobado en el Senado por 60 votos a favor y 39 en contra, cambiará la forma como la banca funciona y, según muchos observadores, supondrá la mayor expansión de poder gubernamental sobre el sector financiero desde la Gran Depresión.
La iniciativa, que ha costado meses de intensas negociaciones y duras presiones del "lobby" bancario, busca evitar los excesos y abusos que condujeron a la crisis de hace dos años y que hicieron tambalear al sistema financiero mundial.
"La temeridad y la irresponsabilidad de algunos sectores de Wall Street acabaron por infectar a la economía en su conjunto, una irresponsabilidad que provocó la pérdida de millones de puestos de trabajo y la pérdida de los ahorros de millones de ciudadanos", dijo ayer Obama.
El mandatario estadounidense se congratuló, por tanto, por la aprobación de la reforma, que no solo supondrá el fin de los "abusos" del sector, sino que establecerá la "mayor protección del consumidor" de la historia.
"Esta reforma acabará con las prácticas abusivas y sin escrúpulos de los prestamistas, acabará con los subidas injustas de los tipos de interés en las tarjetas de crédito, y con las comisiones inesperadas en las cuentas bancarias", explicó el gobernante.
La ley reforma todas las áreas de los mercados financieros, desde cómo los consumidores obtienen sus hipotecas y las tarjetas de crédito, a cómo el Gobierno puede desmantelar una firma financiera que ha entrado en quiebra. No obstante, cuando Obama estampe su firma en el texto, el trabajo de reforma no habrá concluido, pues la ley tendrá que ser desarrollada con 533 reglamentos elaborados por las agencias reguladoras.
En términos generales, la ley establece por primera vez una regulación de los derivados, unos mercados muy sofisticados que se situaron en el ojo del huracán durante el derrumbe financiero.
Además, se establecen muchos límites a la banca, entre ellos el de usar su propio dinero para invertir junto a sus clientes en mercados especulativos y se les impone exigencias más duras a la hora de calibrar el riesgo o reforzar su capital.
La ley también obliga a los bancos a segregar sus negocios vinculados a los mercados de derivados y otorga al Gobierno la capacidad no solo de intervenir entidades que estén al borde del colapso, sino también de someterlas a una liquidación ordenada.
Uno de los pilares es la protección del consumidor y, sobre todo, la propuesta del Gobierno de Obama de crear una agencia independiente encargada de vigilar la venta de productos financieros a los particulares.
La legislación también establece nuevas reglas para la concesión de hipotecas con el objeto de prevenir los abusos que contribuyeron en el colapso del sector inmobiliario.
Las autoridades reguladoras y supervisoras también salen reforzadas y con capacidad de establecer una mayor vigilancia sobre las grandes firmas, para detectar las situaciones de alarma en sus primeros estadios.
La aprobación de esta ley se ha convertido, junto a la reforma del sector de la salud, en los dos grandes logros de Obama en la primera parte de su mandato, que inició en enero de 2009 y que concluye en noviembre, coincidiendo con las elecciones legislativas.
Para la segunda mitad de su gestión ha dejado otras prioridades, como la reforma migratoria y del sector energético.
El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, celebró por su parte la aprobación de la reforma financiera, un logro de "largo alcance", dijo, que permitirá evitar que se repita una crisis tan grave como la iniciada en 2008.
Por su parte, el secretario del Tesoro, Tim Geithner, valoró la aprobación de la ley, porque envió un mensaje "a millones de estadounidenses que han perdido sus trabajos, sus casas, sus negocios y sus ahorros en esta crisis: que su sufrimiento no ha caído en saco roto".
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