BERLÍN (EFECOM). El Bundestag (parlamento alemán) dio hoy luz verde con una abrumadora mayoría a la contribución germana al segundo rescate de Grecia, pese a que la propia canciller, Angela Merkel, reconoció que puede que no sea la solución definitiva.
Tras dos horas y media de debate, un total de 496 diputados votaron a favor de la medida, cinco se abstuvieron y 90 se posicionaron en contra de que Alemania contribuya con 36.000 millones de euros a un nuevo programa de ayuda financiera a Atenas.
La coalición -la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel, su hermana bávara la Unión Cristianosocial (CSU) y el Partido Liberal (FDP)-, el Partido Socialdemócrata (SPD) y Los Verdes abogaron oficialmente por el "sí", del que se distanciaron aproximadamente una quincena de sus diputados.
A las filas gubernamentales se le escaparon un grupo de voces disidentes y no logró la llamada "mayoría del canciller" o "mayoría propia", para lo que necesitaba 311 votos afirmativos procedentes de sus diputados, pero sólo logró 304.
Esta cuestión afeó el balance final de la canciller ya que implica supeditar la aprobación del paquete al respaldo opositor.
Hasta ahora, en las anteriores votaciones relacionadas con Grecia, Merkel había logrado minimizar las disonancias internas y conseguido esa mayoría propia.
En su discurso de defensa del rescate, Merkel afirmó que la "estabilización" de Grecia -un "proceso largo" y "no exento de peligros"-, pasa por el segundo paquete de ayudas, ligado a una serie de reformas estructurales y ajustes -algunas ya aprobadas, otras pendientes- en la economía helena.
"Nadie puede dar una garantía de éxito del cien por cien", reconoció la canciller, que aseguró no obstante que las "oportunidades" que abre la aprobación del segundo rescate superan a los "riesgos" que conlleva.
En este sentido, agregó que su cargo lleva implícita la asunción de ciertos riesgos "pero no aventuras", y destacó que en el proceso de salida de la crisis se ha avanzado "un tramo enorme" en los últimos dos años.
"La solidez, el crecimiento y la solidaridad son los fundamentos de este nuevo paquete de rescate", afirmó.
Merkel recordó que Atenas tiene aún mucho que hacer en términos de mejora de la competitividad, de perfeccionamiento del sistema de recaudación fiscal, de mejora de la eficiencia, y de liberalización de su economía, a la vez que reduce su deuda pública hasta el 120 % del producto interior bruto (PIB) para 2020.
"Todos tienen que hacer su parte. En primer lugar, Grecia", subrayó Merkel, que apeló en repetidas ocasiones a la "responsabilidad" del resto de miembros de la Unión Europea (UE) y, en especial, de su mayor economía, Alemania.
De la solución de la crisis helena depende no sólo Grecia, argumentó, sino también Alemania, el resto de países rescatados, los demás países con problemas y el conjunto de la UE.
Haciendo gala de su compromiso con la recuperación europea, Merkel anunció que Alemania va a "acelerar" sus contribuciones al mecanismo europeo de estabilización (MEDE).
La canciller explicó que su gobierno ha decidido que el aporte financiero alemán al "cortafuegos", de 22.000 millones de euros, estará totalmente dispone en dos años -en sendos pagos iguales en este año y el próximo- frente a los cinco tramos anuales inicialmente previstos.
El SPD y Los Verdes, que apoyaron el rescate desde la oposición, criticaron no obstante con severidad las decisiones en política europea de la canciller, por considerar que han enquistado o incluso agravado la crisis.
"La estrategia de ganar tiempo del Gobierno alemán ha fracasado", aseguró Peer Steinbruck, exministro de Finanzas y vicepresidente del SPD, que destacó que Europa se encuentra ahora en la misma encrucijada que hace dos años.
El debate parlamentario estuvo precedido por las polémicas declaraciones del ministro de Interior, Hans-Peter Friedrich, de la CSU, que aseguró que "con seguridad" Grecia tendría más posibilidades de sanearse fuera de la eurozona.
"Fuera de la unión monetaria, Grecia tendría más posibilidades de regenerarse y de ser más competitiva que dentro de la zona euro", apuntó Friedrich, que no habló de "expulsar" al país heleno, sino de "estimular" a Atenas para abandonar la unión económica y monetaria (UEM).
Merkel se distanció públicamente de la "valoración" de su ministro, pero no pudo evitar que quedase patente la división en la coalición gobernante en torno a esta cuestión, básica en la política exterior y económica de Berlín.
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