El presidente ejecutivo de Banco Mare Nostrum esgrime su gestión al frente de Cajamurcia para reforzar su poder, como demostró en la negociación fallida con CAM y en los acuerdos alcanzados con Penedès, Granada y Sa Nostra. El Banco de Valencia está ahora en su punto de mira
VALENCIA. El futuro del Banco de Valencia sigue en manos del Banco de España. Pero mientras los tres administradores nombrados por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) siguen intentando formular las cuentas del tercer trimestre del año pasado, que han de pasar una auditoría -lo que explica el retraso acumulado- el mercado se prepara ya para un proceso de subasta que tiene en Banco Mare Nostrum (BMN) al primer candidato serio para hacerse con el control de la histórica entidad valenciana.
A la espera de que Nomura, el banco de inversión designado por el FROB para preparar el cuaderno de venta, tenga listo el documento sobre el que se basarán los interesados en lanzar la oferta, BMN ha reconocido públicamente que la operación "tendría sentido", aunque oficialmente no quieran llegar más lejos. Y lo tiene por dos motivos fundamentales: la implantación del banco en la Comunitat Valenciana, que cerraría los dos polos de mayor presencia de BMN, Murcia y Cataluña, y la circunstancia de que se trate de una entidad cotizada.
De confirmarse el interés y fructificar, Banco de Valencia estaría en manos de un grupo sobre el que ejerce un control mayoritario Cajamurcia (por encima de Caixa Penedès, Caja Granada y Sa Nostra, el resto de accionistas del SIP), con Carlos Egea, presidente ejecutivo de BMN, como hombre fuerte.
Este es un detalle muy a tener en cuenta peso a lo embrionario de la operación. Egea es de los pocos responsables de una caja de ahorros española que ha contado con el respaldo firme del Banco de España durante la primera fase de concentración financiera. Una afirmación que se sustenta en los hechos, más allá de que todo el sector le reconozca como un hombre de confianza de Miguel Ángel Fernández Ordóñez.
La última demostración de esa confianza en el trabajo de Egea la ha dado el propio regulador al abrir las puertas a las entidades que cuentan con ayudas públicas a participar en las nuevas subastas que se perfilan en el sector. Hasta la mesa de BMN ha llegado el cuaderno de venta de Unnim, el único proceso abierto ahora. Aunque esta no es una operación en que la entidad liderada por Cajamurcia vaya a pujar, el hecho de que se le haya ofrecido se considera determinante.
Pero la confianza del Banco de España en Egea y la entidad que dirige se remonta al inicio de la reestructuración. Pese a su reducido tamaño estuvo a punto de asumir el control de CAM. El acuerdo, que contaba con el visto bueno de Ordóñez, se rompió en el último minuto por la negativa de la caja que presidía Modesto Crespo y dirigía Roberto López Abad a ceder el control a Egea, a quien el Banco de España había autorizado a hacerse cargo de la que con el tiempo se ha demostrado la entidad más dañada del sistema financiero.
Tras esa fusión frustrada, Cajamurcia logró reunir a otras tres cajas para lanzar Banco Mare Nostrum. Obtuvo, como otros Sistemas Institucionales de Protección (SIP) ayudas de la primera tanda del FROB. Pero cuando llegaron las nuevas exigencias, BMN rechazó la vía fácil: buscó capital privado para completar las exigencias de capital. En un momento tan complejo, Egea logró convencer a empresarios para que tomaran el 25% del nuevo banco. Entre los accionistas, el grupo murciano Fuertes, dueño de El Pozo.
La razóns de que este ingeniero industrial y doctor en Economía haya logrado la confianza del Banco de España en un mundo desprestigiado como el de las cajas de ahorros hay que buscarla en su trayectoria. Vinculado a la entidad desde hace décadas, Egea, de 64 años, ha logrado mantener a Cajamurcia al margen de las guerras politicas por el control de otras entidades.
Paralelalmente, su gestión fue exqusitamente prudente -más en un territorio como la costa mediterránea, tan propenso a la inversión inmobiliaria- y no cayó en la tentación del ladrillo cuando otras entidades, ya fuera CAM o el propio Banco de Valencia, financiaron a empresas y proyectos en su territorio. Y finalmente ha sacado adelante la fusión de las cuatro cajas que forman BMN cumpliendo con exigencias de capital con un recurso limitado de ayudas públicas (918 millones).
Todos esos factores, que pocos directivos del sector más pueden reunir -otro ejemplo sería el de Manuel Menéndez, de Cajastur-Liberbank, otra de las entidades que estuvo a punto de absorber a CAM (¿casualidad?)- le han permitido seguir contando con el respaldo del Banco de España en esta última y quizá definitiva ronda de fusiones.
Las dudas sobre si BMN tendrá músculo para digerir al Banco de Valencia siguen sobre la mesa. Fundamentalmente porque aún no se sabe qué hay en su interior. Desde la entidad se insiste en que, más allá del interés formal, no hay nada concreto. Sin embargo, no son pocos los que en el sector financiero ven en Egea una figura a la que el Banco de España confiaría alguno de 'los problemas' que tiene entre manos. Y uno de estos problemas se llama Banco de Valencia.
Pero no ha salido en otra prensa que según la reforma del nuevo gobierno, no puede BMN compra el BVA al haber recibido ayudas? Alguien se equivoca!!
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