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VALENCIA. El portavoz del grupo parlamentario ‘popular', Rafael Blasco, está considerado el camaleón de la política valenciana. Conseller en la etapa del socialista Joan Lerma, fue repescado por Eduardo Zaplana para el Ejecutivo y mantenido hasta 2011 en el Gobierno valenciano.

Sus dotes de estratega político han sido valoradas hasta por sus más enconados detractores. Es por ello que en el seno del PPCV se ha extendido el interrogante sobre sus intenciones actuales tras la cercanía que ha mostrado Blasco hacia Francisco Camps durante el juicio de los trajes.

El portavoz del grupo ‘popular' se ha volcado junto a su esposa Consuelo Císcar, directora del Ivam, en apoyar al expresidente de la Generalitat a lo largo del proceso. Según fuentes del partido, Blasco ha estrechado de forma especial los lazos personales con Francisco Camps en los últimos meses. Esto, unido a la falta de sintonía percibida con Alberto Fabra de un tiempo a esta parte, ha propiciado que el exconseller se haya convertido en uno de los apoyos principales del que fuera presidente de la Generalitat.

Blasco, como portavoz del grupo ‘popular', es quien tiene contacto inmediato con los diputados. Fuentes parlamentarias señalan que ya ha escuchado y recogido posturas de defensa hacia Camps desde el hemiciclo, especialmente por parte de miembros de la circunscripción alicantina, varios de los cuales defienden el reconocimiento interno y un cargo destacado para el expresidente. Además, también ha tanteado al presidente provincial del PP de Valencia, Alfonso Rus, sobre el futuro del partido y también del exjefe del Consell. Aunque la relación entre ambos es buena desde hace años, el alcalde de Xàtiva, más allá del apoyo meramente personal, rechaza una estrategia política con la vuelta de Camps como epicentro y apuesta por respaldar a Alberto Fabra.

La falta de juego percibida por Blasco por parte de Fabra se ha plasmado en diversas situaciones. En las últimas semanas, según informó el diario El Mundo, ha dejado de acudir a los plenos del Consell, pese a que se cambió la ley para permitir la presencia de cargos como el portavoz parlamentario. Aunque no ha habido plenos en las últimas semanas, resulta extraño ver dejar pasar a Blasco la ocasión de participar en ese tipo de reuniones.

En cuanto a la labor parlamentaria, la imagen transmitida por Blasco ha sido de independencia, con algunos capítulos desafortunados como la emisión de la película 'Sopa de Ganso' para los diputados, un episodio que no cayó bien entre un nutrido grupo de parlamentarios por el tono burlón hacia la clase política. A esto hay que unir que el nombre de Blasco sonó para una retirada de 'campanillas' como delegado del Gobierno, pero Fabra lo descartó inclinándose por Paula Sánchez de León.

Ahora, y más allá del afecto personal existente, Camps parece haberse convertido en la última opción para la continuidad en puestos destacados del exconseller quien, para algunos sectores del partido, tiene la intención de animar a altos cargos como Rita Barberá o Juan Cotino a alimentar la rehabilitación más alta posible para el expresidente, lo que reforzaría su posición.

CAMPS-BLASCO: UNA RELACIÓN CON ALTIBAJOS

Tras su ingreso en el PP después de su etapa socialista, Rafael Blasco se convierte en un comodín para Francisco Camps. El de Alzira pasa por la Conselleria de Territorio y por la cartera de Sanidad durante la legislatura 2003-2007. Tras la nueva victoria de Camps, Blasco recibe un título demasiado bajo en relación a los servicios prestados. Es nombrado conseller de la novedosa cartera de Inmigración y Ciudadanía con un presupuesto mínimo para gestionar.

Aquí comienza una etapa en la que Blasco queda escorado pese a todavía conseguir cierta repercusión desde un área tan limitada. Sin embargo, la explosión del caso Gürtel, precisamente el inicio de la causa de los ‘trajes', vuelve a devolverle el protagonismo. Camps reclama de sus habilidades para paliar la estrategia inicial errónea que le deja en una posición muy delicada. El entonces presidente de la Generalitat le sitúa como portavoz en Les Corts -aunque le mantiene como conseller- y le confía la defensa táctica-mediática de la causa de los ‘trajes'.

No obstante, tras la victoria de Camps en el 2011, Blasco no entra en el Ejecutivo. El propio presidente es el que acude a la conselleria y se reúne con el dirigente para comunicarle los numerosos cambios que va a acometer y le invita a ser su hombre de confianza en Les Corts. Posteriormente, Camps cede a Blasco la prerrogativa de estar presente en los plenos del Consell.

Según fuentes del PPCV, este recorrido conjunto ha intensificado, sobre todo durante la baja del presidente por su hernia discal meses atrás, la relación personal entre ambos dirigentes. Mientras algunos supeditan la presencia continuada de Blasco junto a Camps en este proceso a esta buena relación personal, otros consideran que el movimiento del exconseller se debe también a su último gesto táctico-político para mantener o incrementar -ante la desconexión con Fabra- su status político. Un apoyo que genera muchos interrogantes y, sobre todo, uno en concreto que se ha repetido a lo largo de los años en las entrañas del PPCV: ¿Qué trama Rafael Blasco?.