VALENCIA. Mientras todo el sector financiero español anda pendiente de la cada vez más posible fusión de Bankia con CaixaBank-La Caixa, el segundo máximo accionista del banco presidido por Rodigo Rato, la valenciana Bancaja, anda enfrascada en un proceso de redefinición de sus órganos de gobierno que amenaza con mantenerla al margen de los movimientos estratégicos que dibujarán un futuro del que formará parte.
La decisión de Bankia de dejar caer el Banco de Valencia (BVA) -del que sigue siendo el accionista de referencia- desencadenó una crisis institucional en Bancaja que sigue sin solventarse. Los distintos cordones sanitarios que Bancaja ha intentado establecer durante estos meses no han dado resultado. Ni el cese de Domingo Parra y su sustitución por Aurelio Izquierdo como consejero delegado, ni la posterior dimisión de José Luis Olivas de la presidencia impidieron la intervención del Banco de España.
El desembarco del supervisor provocó primero la destitución de todo el consejo de administración, incluido Izquierdo, que ya ejercía de presidente, y después la forzada dimisión de Olivas de la vicepresidencia de Bankia y su matriz Banco Financiero y de Ahorros (BFA). Y pese a que el nombramiento de Francisco Pons como nuevo ‘hombre fuerte' de Bancaja en Bankia y BFA pareció abrir un periodo de cierta estabilidad, lo cierto es que la reestructuración de la cúpula de la caja de ahorros sigue pendiente y con muchos interrogantes.
El penúltimo episodio tuvo lugar hace dos semanas cuando el consejo de administración de Bancaja tuvo sobre la mesa la solicitud de reincorporación de Aurelio Izquierdo a su puesto en la dirección del que está en "excedencia especial". La propuesta, que finalmente no se aprobó, era nombrar a Izquierdo director de la caja con responsabilidad sobre los dividendos, un puesto de nueva creación y que se justificaba por la categoría profesional que tiene el exdirector general en el organigrama de la entidad.
Si bien el nombramiento se paralizó -en la cúpula de Bankia se dispararon las alarmas por el efecto en la imagen de la entidad que podía suponer-, lo cierto es que el problema sigue sobre la mesa.
Izquierdo tiene plaza en la caja. Y no es una plaza cualquiera, ya que la escala salarial que le corresponde ronda los 200.000 euros anuales. De no reincorporarlo, la caja tendría que hacer frente, según fuentes de la entidad, a una indemnización por blindaje de su contrato. Las cifras exactas no se conocen porque Izquierdo se acogió a la normativa sobre protección de datos personales para que no se desvelara ni su sueldo ni su blindaje pese a las exigencias de transparencia del Banco de España. Fue el único cargo de Bancaja que lo hizo.
JUAN ZURITA, UNA ‘OPORTUNA' PREJUBILACIÓN
La solución a esta situación podría llegar este mismo lunes ‘gracias' a la decisión del actual director general de Bancaja, Juan Zurita, de acogerse al plan de prejubilaciones que tiene abierto la caja. Zurita, que ocupa el puesto que dejó el propio Izquierdo antes de su marcha fallida a Bankia, lleva algún tiempo meditando adelantar su marcha de Bancaja. Tiene 57 años, dos más del mínimo exigido para acogerse al programa. Según fuentes financieras, el directivo habría tomado y comunicado su decisión el pasado viernes, y su plaza sería ocupada por Izquierdo, dando así salida al conflicto.
No será, en todo caso, un relevo inocuo. Se da la paradoja de que Zurita, aunque ocupa la dirección general de Bancaja formalmente, está a sueldo de Bankia como director comercial de la zona Este. Desde el 7 de octubre no cobra de Bancaja, según consta en el detalle de retribuciones hecho público por la entidad a finales del año pasado. No parece muy sencillo que Izquierdo, que salió de Bankia ese mismo día tras un convulso periodo en la dirección en Madrid, regrese al organigrama del banco.
De confirmarse el nombramiento, Bancaja deberá, por tanto, asumir su sueldo, algo que no todos los consejeros ven con buenos ojos. Ni la caja está para muchas alegrías en el gasto ni tiene sentido contar con un director general en exclusiva para una entidad que tiene todo el negocio transferido a BFA-Bankia.
UN CONSEJO CON POCAS FUNCIONES Y ALGUNOS PROBLEMAS
Pero la reestructuración directiva no es el único problema que tiene que afrontar Bancaja. Sigue pendiente el futuro del presidente, José Luis Olivas, que sigue aguantando en el cargo. Aunque todos dan por segura su salida y su relevo por Francisco Pons, lo cierto es que el tiempo pasa sin que se produzca.
Formalmente, el recambio de Olivas por Pons requeriría de una interpretación cuanto menos generosa de los estatutos de Bancaja. Pero aún con eso, el aún presidente de la entidad de Pintor Sorolla tiene una última palabra -si no dimite, su sustitución forzada podría agrandar la crisis- para la que hay dos salidas casi divergentes: o se alcanza un acuerdo para su marcha, con algún destino pactado o se ve forzado por circunstancias que no controla y que están vinculadas a la investigación del Banco de España sobre la gestión en el Banco de Valencia y las posibles responsabilidades y sanciones que se puedan derivar.
No es el único consejero de Bancaja que está expuesto a este riesgo. También el vicepresidente Antonio Tirado, exvicepresidente de BVA, se encuentra en la misma posición.
Con todo ese escenario, la reestructuración de la cúpula de Bancaja mantiene abiertas una serie de incógnitas que, por una parte, debilitan su capacidad de influencia en Bankia-BFA, y, por otra, ponen sobre la mesa la necesidad de mantener la estructura de un órgano con funciones limitadas y pesados costes.
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