VALENCIA. Una semana después de que el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, se desmarcara del anterior Gobierno de Francisco Camps en una entrevista, la distancia entre ambos no tiene visos de acortarse. Mientras el Consell de Fabra se dedica a gobernar ‘a destajo', una parte importante de los ‘populares' valencianos centra su atención en la recta final del juicio de Camps. El resto del PPCV, lo mira de reojo.
En los últimos cincos días, los sindicatos han tomado las consellerias de Educación y Sanidad. La Asociación Empresarial de Residencias y Servicios a Personas Dependientes (Aerte) ha solicitado información al Ejecutivo para cerrar trece centros por los impagos de la Generalitat y los abogados valencianos han anunciado que se darán de baja en el turno de oficio por los incumplimientos del Ejecutivo.
Estas y otras muchas protestas culminaron con el ‘asalto' el jueves por parte de organizaciones sindicales a la Conselleria de Hacienda y a Presidencia hasta lograr arrancar al secretario autonómico de Administración Pública, Pedro García Ribot, el compromiso de una cita con el responsable autonómico del área, José Manuel Vela. Un encuentro que, eso sí, todavía no tiene fecha.
El Consell de Fabra, con el vicepresidente y portavoz, José Císcar, como estilete, se está dedicando con ahínco a gobernar. Mejor o peor, con aciertos y errores, pero con los pies en la tierra. El número dos del jefe del Ejecutivo habló ayer sobre el plan de pago a los proveedores, rechazó la posibilidad de impulsar la Torre de la Música y anunció que ha existido un acercamiento con Cataluña para alternar la Fórmula 1 y reducir gastos. La sensación, con el nuevo ejercicio y la entrada de Císcar, es de movimiento. De contestar preguntas y tomar decisiones.
Uno de los capítulos que continuaba entreabierto se cerró ayer con la salida del conseller de Economía, Enrique Verdeguer, controlada al milímetro por Alberto Fabra. El deseo del que fuera apuesta sorpresa de Camps de regresar a Madrid estaba sobre la mesa. El presidente de la Generalitat le pidió tiempo y ha cumplido con un cargo importante (presidente de Adif) que, además, resulta estratégico de cara a las infraestructuras ferroviarias que necesita la Comunitat Valenciana. Otro buen movimiento táctico de Fabra quien, sin generar rupturas, ha relevado de sus puestos a tres de los consellers de Camps.
Por el contrario, mientras el presidente del Consell centra sus energías en estas cuestiones: sostener al Ejecutivo y contener las protestas en la Comunitat, una parte del PPCV más antiguo -o que acumula más años de gobierno a la espalda- se deja ver por la sede del TSJCV ofreciendo apoyo simbólico al expresidente Camps en la recta final del juicio de los trajes. Presentes estuvieron en la jornada de ayer el presidente de Les Corts, Juan Cotino; el portavoz del grupo parlamentario ‘popular', Rafael Blasco, el exconseller de Economía y diputado nacional, Gerardo Camps o la exconsellera de Cultura, Trini Miró.
En realidad, todo el PPCV está en mayor o menor medida pendiente del proceso. Los roces de Alberto Fabra con la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, y la desconexión con el presidente provincial del PP de Valencia, Alfonso Rus, está propiciando cierta desorientación en militancia y cargos medios. No son pocos los que prevén una absolución del expresidente de la Generalitat en la causa de los trajes y apuntan -o sueñan- con encuentros públicos de Camps con dirigentes fieles para recuperar posiciones en la vida política.
Sin embargo, nada parece alterar a Fabra, para quien la prioridad actual es gobernar. Los asuntos de partido se han tornado, por el momento, secundarios y, en todo caso, molestos cuando aparecen enlazados con decisiones del Consell, como la Fórmula 1, o con cuestiones de corrupción como el caso Emarsa.
En los últimos días, el presidente de la Generalitat suavizó sus palabras de la anterior semana señalando no arrepentirse "de nada" de lo que se había hecho para que la Comunitat fuera un referente. Pero los hechos evidencian un cambio de dirección sensible con el anterior gobierno. Así, Fabra afloja el tono pero sigue alejándose poco a poco de las decisiones del pasado. Unos esperan a Camps tras el juicio, otros desean simplemente mantener su anterior ‘statu quo', algunos siguen a Fabra y muchos continúan esperando órdenes. En el suelo empieza a dibujarse la grieta entre el Consell que gobierna y parte -todavía por decidir si grande o pequeña- de un PPCV demasiado preocupado por las cuotas de poder.
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