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Estos procesos, mal que nos pese y como en solitario acaba de recordar el líder empresarial de la provincia de Valencia JV González para quien lo hubiera olvidado, suponen la pérdida de control por parte de los valencianos sobre las dos grandes cajas de ahorros de la Comunidad Valenciana. Pero una vez puestos en marcha y dado el contexto económico y financiero en el que nos hallamos, más vale mantener el pulso firme. Ante lo hecho (o no hecho en su momento), toca ahora templar los nervios.

La estrategia seguida por los dirigentes de ambas cajas, en el caso de la CAM ‘radiando' meticulosamente una a una sus profusas gestiones sobre la fusión para acabar aceptando seguramente la más destavorable, y en el caso de Bancaja afirmando que iba a hacerse lo opuesto de lo finalmente acordado, no han contribuido a favorecer ni siquiera consolidar la imprescindible confianza sobre estas dos entidades.

Pero si ya las declaraciones del presidente de la Generalitat de que se abría todo un mundo de "nuevas posibilidades" para los valencianos se antojan contrarias a los principios del realismo político, la filtración a la prensa de un supuesto desacuerdo de algunos consejeros de la CAM que se estarían planteando votar en contra del SIP es una inconsciencia de difícil justificación.

Algo similar ocurre con esas reclamaciones del director de la entidad fundadora de Bancaja reivindicando ahora que se garantice su carácter social cuando la Real Sociedad Económica ha permanecido muda durante todo el proceso y su representante en el consejo de administración ha votado a favor de la integración en Caja Madrid quizá porque su presupuesto se nutre mayoritariamente de los fondos otorgados graciosamente por el presidente de la entidad.

A todo ello se añade como última balandronada (de momento), la pretensión del Ayuntamiento de Gandia (socialista por más señas) de tener vela en este entierro cuando los partidos presentes en el pleno municipal tienen representantes afines en el Consejo de la entidad a los que pedir explicaciones.

Ante este tipo de situaciones y pronunciamientos sólo cabe reclamar cordura. Porque bien podría suceder que además de perder el control de las entidades se acabara erosionando la necesaria confianza en su solidez y estabilidad.