BRUSELAS (EFECOM). Los jefes de Estado y Gobierno de la UE mantienen esta noche una cena informal, previa a las discusiones formales de mañana, aunque se prevé que ya aborden a fondo las propuestas planteadas, entre las que hay bastantes divergencias entre las ideas de Alemania y Francia y las del presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy.
La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, no se habían sumado todavía a los demás dirigentes cuando empezaba la cena, según fuentes diplomáticas.
La cumbre busca un nuevo pacto para consagrar la disciplina fiscal en los tratados comunitarios, así como medidas financieras inmediatas para poner fin a la crisis, si bien con importantes diferencias entre las recetas planteadas.
Merkel, insistió a su llegada en pedir "más compromiso" con la disciplina presupuestaria como requisito para recuperar la credibilidad de la moneda única.
"El euro sólo podrá recuperar su credibilidad si cambiamos los tratados de tal manera que avancemos hacia una unión de estabilidad y espero que lo lograremos" en la cumbre, afirmó.
Sarkozy, quien junto con Merkel ha formado un frente centrado en la disciplina presupuestaria y el respeto al Pacto de Estabilidad y Crecimiento, no hizo declaraciones a su llegada, pero marcó el tono de la cita con su intervención ante el Congreso del Partido Popular Europeo de Marsella.
Sarkozy advirtió de que, si mañana no hay acuerdo en este Consejo Europeo, "no habrá una segunda oportunidad", y recalcó que "nunca el riesgo de explosión ha sido tan grande", por lo que "Europa se enfrenta a una situación extremadamente peligrosa".
La cena de esta noche tuvo lugar después de una reunión previa del llamado "Grupo de Fráncfort" (formado por Van Rompuy, Merkel, Sarkozy, y los presidentes del Banco Central Europeo, Mario Draghi; la Comisión Europea, José Manuel Barroso, y el Eurogrupo, Jean Claude Juncker, así como la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde).
Esa cita previa se programó para intentar acercar posturas ante las importantes diferencias entre las propuestas que ha hecho Van Rompuy para esta cumbre y las ideas planteadas de forma conjunta por Merkel y Sarkozy.
Algunas de las principales diferencias se refieren a los mecanismos usados para consagrar en los tratados comunitarios la disciplina presupuestaria y la supervisión comunitaria de las cuentas nacionales; así como en el visceral rechazo franco-alemán a los eurobonos.
Van Rompuy propone una solución mixta y paralela de reforma de textos: un cambio de un protocolo a corto plazo y una modificación de los tratados a largo plazo, mientras que Alemania sólo quiere esta segunda opción.
Los primeros ministros de Suecia, Fredrik Reinfeldt, y Finlandia, Jyrki Katainen, descartaron apoyar una reforma de los tratados, ya que consideran que tomará demasiado tiempo y no solucionará los problemas económicos a corto plazo.
La jefa del Gobierno danés, Helle Thorning-Schmidt, se mostró más flexible, al decir que "si los países del euro ven que introducir cambios en el Tratado es parte de la solución, estamos dispuestos a respaldar esos cambios en el Tratado".
En cuanto a las medidas inmediatas, Alemania rechaza las ideas de Van Rompuy de dar una dotación mayor al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE, el fondo permanente de rescate) y de darle una licencia bancaria, algo que sí apoya Francia.
Van Rompuy propone que el MEDE pueda recapitalizar directamente la banca y tener la naturaleza de una institución de crédito, lo que le daría acceso a los recursos del BCE, además de tener una capacidad de préstamo por encima de los 500.000 millones de euros establecidos.
Berlín y París pretenden adelantar un año el MEDE y, al igual que Van Rompuy, eliminar el error cometido por Alemania cuando convenció a Francia hace un año para implicar a los acreedores privados de deuda en una potencial quita de bonos.
Juncker, presidente del Eurogrupo y también primer ministro de Luxemburgo, afirmó al llegar a la reunión que no le disgusta la idea de otorgar una licencia bancaria al fondo de rescate.
El primer ministro británico, David Cameron, insistió en buscar una solución a la crisis del euro que proteja "los intereses del Reino Unido", en referencia al distrito financiero de Londres, que supone cerca del 10 % del PIB del Reino Unido.
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