BRUSELAS (EFE). Los líderes de la UE quieren forjar en la cumbre decisiva que comienza mañana un pacto anclado en un 'nuevo' Tratado que permita, con más control sobre las finanzas y sanciones a los incumplidores, corregir el "pecado original" de la unión monetaria, salvar el euro y crear un nuevo ADN para la eurozona.
Las expectativas son enormes porque muchos dirigentes, analistas e inversores consideran que se trata quizás de la última oportunidad que tiene la UE para dar el esperado golpe de liberación y restaurar la confianza de la eurozona en los mercados.
Pero Berlín ya se ha encargado de rebajar las expectativas, o tal vez sea una táctica de presión, al insistir en que muchos países no han comprendido la urgencia de la situación, y por ello un alto funcionario del Gobierno germano dijo ser "más pesimista que hace una semana" sobre el resultado.
La cumbre se presenta difícil, larga e intensa y un factor a tener en cuenta también será la posición del Reino Unido, un país no miembro del euro.
Londres está a favor de que la eurozona ponga su casa en orden, pero ya ha advertido que defenderá, a cambio de no oponerse, los intereses nacionales y del sector financiero de la City en un nuevo Tratado.
Francia y Alemania vienen con su propia propuesta y un núcleo innegociable: una reforma del Tratado o una 'nueva' Carta Magna con los 27 Estados miembros y si no, al menos de los 17 países que comparten el euro más aquellos que quieran sumarse.
El objetivo de París y Berlín es que en marzo debería estar suscrito el nuevo Tratado, si bien el camino de la ratificación es largo y complicado.
Quieren sanciones automáticas para el incumplimiento del déficit (3 %) que solo podrán ser frenadas con una mayoría cualificada inversa; incorporar en las constituciones "la regla de oro" y que el Tribunal de Justicia de la UE la verifique, adelantar el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), imponer la tasa a las transacciones financieras y armonizar del impuesto de sociedades.
Los encuentros mensuales de líderes del euro mientras dure la crisis es otra idea de París y Berlín, que rechazan además los eurobonos - como propone el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy- y un mayor papel del Banco Central Europeo (BCE).
La postura alemana choca en parte con la propuesta de Van Rompuy.
Berlín dijo hoy que la vía acelerada que propone Bruselas para revisar el Tratado a través de la modificación del protocolo 12 -procedimiento por déficit excesivo- y completarla con reformas en leyes secundarias es un "truco" para evitar una verdadera reforma.
En este protocolo (legislación secundaria) se incluirían la "regla de oro" para la eurozona, el control por parte del Tribunal de Justicia sobre su implantación y un mecanismo de corrección automático en caso de desviación del objetivo de déficit y deuda.
Estos cambios requerirían la aprobación de los 27 pero no una ratificación a nivel nacional.
La vía más completa pero también más complicada y que es complementaria a la primera, es revisar los artículos del Tratado referidos a la Unión Económica y Monetaria para modificar el artículo 136 -disciplina fiscal- y revisar el protocolo 14 sobre el Eurogrupo.
Se modificaría el procedimiento por déficit excesivo para la eurozona, al reforzar su automatismo en la apertura del proceso y en la toma de decisión de las sanciones, que se aplicarían salvo que se oponga una mayoría cualificada inversa.
También se otorgaría un mayor poder a las instituciones europeas para controlar los presupuestos y aprobar las grandes reformas económicas de países rescatados.
Otro elemento importante es el fortalecimiento de los cortafuegos, sobre todo del fondo permanente de rescate, el MEDE.
Éste debería poder recapitalizar directamente la banca y tener la naturaleza de una institución de crédito, lo que le daría acceso a los recursos del BCE, además de tener una capacidad de préstamo por encima de los 500.000 millones de euros establecidos.
Berlín y París pretenden adelantarlo un año y, al igual que Van Rompuy, eliminar el error cometido por Alemania cuando convenció a Francia hace un año para implicar a los acreedores privados de deuda en una potencial quita de bonos.
También quieren que las decisiones en el MEDE no se tomen por unanimidad, sino por una mayoría del 85 %, y Van Rompuy quiere limitar la unanimidad solo a ciertos casos, como lo hace el FMI, al que quiere dotar de más recursos con préstamos bilaterales.
Alemania rechaza una dotación mayor del MEDE, darle una licencia bancaria, algo por lo que sí ha pujado Francia, y permitir que los dos fondos actúen en paralelo.
Una fuente diplomática ha explicado hoy que eso, en todo caso, solo se produciría durante un año, hasta la desaparición del FEEF.
Actualmente no hay comentarios para esta noticia.
Si quieres dejarnos un comentario rellena el siguiente formulario con tu nombre, tu dirección de correo electrónico y tu comentario.
Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.