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VALENCIA. Hace cerca de seis meses, el entonces presidente de la Generalitat, Francisco Camps, conseguía sorprender a militantes y adversarios con una composición del Consell que no entraba en ninguna quiniela. El máximo responsable autonómico no se había caracterizado durante su mandato por los cambios profundos en el Ejecutivo aunque, eso sí, había demostrado cierto gusto por las sorpresas. En esa ocasión, pasó de 13 miembros del Gobierno a diez y prescindió de siete de sus consellers.

En aquel momento, se interpretaron los nombramientos del nuevo Ejecutivo como un intento de fusionar perfiles técnicos y apuestas personales de Camps. Algo en parte comprensible ante un escenario de crisis económica aguda y unos procesos judiciales abiertos -la ‘causa de los trajes' y la presunta financiación irregular del PPCV- que requerían una renovación del proyecto. Casi a renglón seguido, los consellers señalados vieron como su principal valedor dimitía del cargo ante el inminente juicio por la ‘causa de los trajes' y Alberto Fabra pasaba a esgrimir la vara de mando a petición de Mariano Rajoy.

Tras casi medio año en sus puestos, los consellers han puesto sobre el tapete sus habilidades y defectos al frente de sus departamentos en el Gobierno valenciano. Los problemas a los que se están enfrentando son varios: la clave y lectura económica de cualquiera de sus movimientos, las dificultades y desgaste de los perfiles excesivamente técnicos y con poco bagaje político o el propio lastre de ser una apuesta de un presidente que ya no ostenta el poder.

PERFIL TÉCNICO: MANIOBRA LIMITADA Y EXPOSICIÓN ANTE LOS MEDIOS

En política es tan importante gestionar de forma eficiente como ‘vender' las actuaciones realizadas. Los consellers con perfil netamente técnico se encuentran en una posición delicada. Limitados por las carencias económicas, las dificultades para no quedar en evidencia ante las exigencias mediáticas se incrementan.

El titular de Sanidad, Luis Rosado, quien ostentó cargo en el segundo escalón con Manuel Cervera de conseller, se ha visto en aprietos por diferentes declaraciones públicas que han causado revuelo. Así, en distintas fechas ha calificado de "lujo" la apertura de hospitales y ha tildado de "insostenible" el sistema actual, lo que ha encendido las alarmas sindicales por la amenaza del copago sanitario, algo que sigue negándose desde el Consell. Además, tampoco salió bien parado por el cierre 262 camas hospitalarias, algo que Rosado calificó como un "reagrupamiento".

Recientemente, manifestó que no podía establecer un calendario de pagos a los proveedores hasta que no se conociera el alcance de colocación de la última emisión de bonos, unas declaraciones que provocaron la reacción airada de los impagados.

Otro responsable de perfil técnico, el titular de Justicia, Jorge Cabré, está teniendo problemas con la deuda al turno de oficio. El conseller, en unas declaraciones a mediados de noviembre, incidió en que la polémica respecto a este colectivo -más de cuatro meses pendientes de cobro- le parecía "desproporcionada", lo que encendió a los colectivos de abogados. Cabré también deberá pulir la mano izquierda para tratar con los sindicatos los problemas de dependencias y materiales que vienen repitiéndose desde años atrás.

La consellera de Agricultura, Maritina Hernández, una de las pocas dirigentes que mantuvo Camps, ha visto su margen de maniobra reducido. Una de sus competencias ‘estrella', el agua, ocupará un segundo plano con la llegada de Alberto Fabra al poder y la desaparición del trasvase del Ebro como caballo de batalla. Su nombre ha sonado incluso para un cambio de aires en Madrid en un cargo secundario en el Gobierno. En este caso, su descendencia directa de la 'era Camps' y la ausencia de peso en el partido se convierten en sus hándicap.

En cuanto a la vicepresidenta del Consell, Paula Sánchez de León, quien fuera mano derecha de Camps, es la que está lidiando con asuntos espinosos como la reforma de la ley de RTVV o la relación con los grupos de la oposición en solicitudes de documentación. Su misión parece destinada a servir de paraguas al presidente Fabra en determinados conflictos.

En lo que se refiere a consellers de perfil político más elevado se encuentra el titular de Gobernación, Serafín Castellano, exportavoz parlamentario y con amplia experiencia orgánica a sus espaldas. Buen rendimiento está mostrando también José Císcar, al frente en un área complicada como Educación, Formación y Empleo.

LA CLAVE ECONÓMICA: LAS LIMITACIONES INTERNAS Y NACIONALES

Otra de las dificultades para los miembros del equipo de Fabra consiste en la lectura económica de la gestión. El cambio de presidente y las elecciones anticipadas han condicionado muchas de las medidas a adoptar en los diferentes departamentos. Mientras en otras autonomías como Cataluña, Baleares o Castilla-La Mancha, las actuaciones están siendo contundentes, los titulares de Hacienda, José Manuel Vela, y Economía, Enrique Verdeguer, dan la impresión de estar obligados a practicar el funambulismo político en sus decisiones. 

Vela, con amplia experiencia en la conselleria que ahora dirige tras varios años en el segundo escalón de la misma, sigue mostrando consistencia en el apartado técnico, pero no termina de brillar en el contexto puramente político. Según apuntan fuentes de Presidencia, no han gustado ciertas muestra evidentes de la mala situación económica que ha transmitido en público el conseller del ramo.

En cuanto a Verdeguer, su preparación es indudable y apunta maneras de político sobrio y solvente. No obstante, y aunque su proyecto de reestructuración del sector público empresarial todavía está empezando a andar, diversas informaciones apuntan a que el conseller dejará el cargo en breve y encontrará acomodo en Madrid, donde reside su familia. Fuentes consultadas por este diario apuntan, además, a un conjunto de factores entre los que encuentran las resistencias estructurales internas como otra de las causas de su posible marcha.

La clave económica también afecta a otro de los ‘fichajes' de Francisco Camps. La portavoz del Consell, Lola Johnson, se defiende en las ruedas de prensa del pleno con su experiencia en comunicación pero, en un escenario en el que la economía es a menudo protagonista de la actualidad, su perfil, y las propias dificultades de la Generalitat, no le permiten ningún lucimiento.

EL PROBLEMA DEL BANQUILLO: EL PRESIDENTE FABRA NECESITA TIEMPO

Desde su entrada como presidente de la Generalitat, se ha especulado con que Alberto Fabra podría acometer una reforma en el Consell para construir un Ejecutivo de su estrecha confianza. No obstante, las fuentes consultadas apuntan solo a algún pequeño ajuste si hay salidas a Madrid y, eso sí, una remodelación de mayor empaque a mediados de 2012.

Fabra ha decidido dar confianza al Ejecutivo y evitar la sensación de interinidad del actual Consell.  Además, el exalcalde de Castellón, según coinciden fuentes ‘populares', tampoco dispone de tanto ‘banquillo' para distribuir altos cargos.

Cabe recordar que, el expresidente de la Generalitat, Francisco Camps, fue concejal de Valencia, diputado nacional, conseller, secretario de Estado, vicepresidente del Congreso y delegado del Gobierno antes de llegar a la máxima responsabilidad autonómica. Un largo recorrido apoyado en diversos contactos como el ahora presidente de Les Corts, Juan Cotino, que le permitieron conocer a un amplio abanico de dirigentes para conformar el Consell.

Por su parte, Alberto Fabra proviene directamente del corazón de la escena castellonense, por lo que dispone de un espacio y recorrido más limitado a la hora de seleccionar posibles consellers y altos cargos. Esta es otra de las razones, según apuntan diversos dirigentes ‘populares', por las que el jefe del Consell se está tomando con calma una posible reforma del Ejecutivo: primero observar, calibrar y después actuar.

Así, el máximo responsable está dando margen para observar cómo evoluciona la herencia de Camps. Por el momento, ya ha encontrado un activo importante en José Císcar, que suena para diferentes responsabilidades: desde mantenerse en el Gobierno valenciano, hasta llegar a presidir el PP alicantino.

También parece contar con Isabel Bonig, consellera de Infraestructuras y exalcaldesa de la Vall d'Uixò. La titular de este departamento conoce las entrañas del Consell puesto que fue asesora de Alejandro Font de Mora en su etapa de portavoz del Ejecutivo.

Dos conselleres que, junto a Serafín Castellano, se incluyen entre los que menos apuros están atravesando en este inicio de legislatura. Frente a ellos, una serie de dirigentes que están sufriendo mayor desgaste y que siguen sometidos al atento examen de Alberto Fabra.