VALENCIA (ALVARO MOHORTE). Una innovación está compuesta por un 10% de inspiración y un 90% de transpiración, según Thomas Edison. Pero el innovador americano no decía cuánto de este porcentaje se debía a la búsqueda de financiación. Más ahora que el dinero tiene más miedo que de costumbre.
Ayudas que exigen inversiones inasumibles o la utilización de servicios difíciles de rentabilizar, fuerzan al emprendedor a jugarse su propio dinero
Juan Ángel Gómez tenía una productora audiovisual cuando hace dos años decidió rentabilizar sus equipos, contratar a un informático y meterse en el negocio de la realidad aumentada. Eso sí, tuvo que hacerlo a costa de su propio bolsillo.
La decisión no vino de un ansia de independencia, sino por efecto de la realidad, aumentada y sin aumentar. Su empresa, Adarve, desarrollaba una aplicación que permite generar objetos en 3D por un sistema de geolocalización que se puede aplicar, por ejemplo, a la telefonía móvil.
En un tiempo en el que las entidades financieras no dan crédito, en al empresa empezaron a buscar ayudas o préstamos públicos. "Estudiamos todas las ofertas que pudimos reunir, pero imponían unas exigencias de contratación de personal, el pago de unos equipos o una inversión suplementaria que nos parecía una inversión de muy difícil retorno", apunta Juan Ángel Gómez.
DEMASIADO PEQUEÑO PARA INTERTAR SER GRANDE
"Siendo una empresa pequeña, de no más de cuatro empleados, plantearse incrementar la plantilla fija o meterse en pólizas bancarias no se compensaba con la rentabilidad que se puede obtener hoy a corto o medio plazo en un proyecto", reconoce. Una empresa mayor, puede adaptarse a esta situación, pero su experiencia empresarial desde 1998 en el negocio audiovisual les animó a ser prudentes.
Se orientaron entonces a los institutos tecnológicos. El prestigio y los resultados de muchos proyectos desarrollados a su sombra les animaron al optimismo, pero, en este caso, los problemas fueron distintos. "Los institutos exigen la utilización de unos recursos que tiene un coste de difícil amortización, especialmente si ya dispones de alternativas en tu propia empresa".
Mirando a instituciones dependientes de otras administraciones, los problemas no eran menores, sólo cambiaban de forma. "No es un tema político", advierte Gómez. Con los créditos del Instituto de Crédito Oficial (ICO) el problema venía con los avales que se exigían, lo que obligaba a poner el patrimonio personal, concretamente la casa propia, como garantía. "Y eso que era un ICO".
POCO DINERO Y MUCHA IMAGINACIÓN
Al final, Gómez y Justo Mora, jefe de producción de la empresa, optaron por sumar todos los activos de los que disponían: algo de dinero, sus conocimiento, las instalaciones y también horas, muchas horas de trabajo. "La inversión ha terminado por ser una inversión de esfuerzo, porque si no hubiéramos aprovechado las sinergias y nuestros conocimientos, habríamos necesitado entre 6.000 o 10.000 euros", apunta Gómez.
Como en los cuentos, el esfuerzo tuvo su recompensa. El mercado es complicado, pero Adarve puede presumir que haber realizado modelos tridimensionales para empresas nacionales como Acciona, CYES e Indra y ha sido uno de los protagonistas del encuentro empresarial de nuevas tecnologías i-Market.
"A día de hoy, seguimos comiendo de las producciones audiovisuales, por suerte. La situación es muy complicada, pero hay que tener perspectiva y diversificar los servicios que se prestan", insiste Gómez. Para ellos, el negocio del futuro pasa por la geolocalización y el 3D y quieren estar allí para darle la bienvenida a esos nuevos tiempos.
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