VALENCIA. Estas son las elecciones generales con menos expectativas colectivas, con proyectos políticos más indefinidos y con menor confianza en los líderes políticos de la democracia. Votaremos masivamente; pero lo haremos con más miedo que ilusión.
20-N. Punto final a una campaña larga, tediosa y poco relevante. Queda por comprobar la magnitud de la victoria conservadora, el grado de hundimiento del PSOE y el crecimiento de los pequeños partidos. Se impondrán las ambigüedades de Rajoy, que logrará una mayoría holgada sin concretar lo que quiere hacer, después de una oposición indigna. Se castigarán las imposturas de Rubalcaba, escondiendo la acción de un gobierno del que formó parte, y la inconsistencia de Zapatero. Además, la crisis del euro consume todas las expectativas políticas. El PP no tendrá mucho tiempo para disfrutar de su triunfo.
SIN MAREA DE FONDO
La victoria del PP será histórica, pero es poco probable que vaya acompañada de una marea de nuevos apoyos al PP y grandes transferencias de votos. La lógica electoral dominante es la de la movilización general del cohesionado voto de adhesión en la derecha, una constante desde 1993; la fragmentación y dispersión del voto de izquierdas, y, por encima de todo, el temor al futuro.
Paradójicamente, la mayor victoria del PP en unas generales y la concentración de poder más elevada en la derecha desde 1979 se da en un momento en el que algunos estudios señalan que, por primera vez en dos décadas, la población española está girando sociológicamente hacia la izquierda, por mucho que políticamente la izquierda se diluya y los partidos progresistas clásicos estén en crisis y no conecten con esa corriente de fondo. Existe el riesgo de que la contestación al asalto contra el Estado del Bienestar se haga en la calle y no en el parlamento. Mal escenario.
SIN CAMBIOS EN EL ESPACIO VALENCIANO
En la Comunidad Valenciana, la falta de intensidad de la campaña ha llegado a ser abrumadora. Los escándalos (Banco de Valencia, Emarsa, Calatrava...), un hecho diferencial valenciano desde hace años, han contribuido a diluirla. La gestión del PP de parte de las instituciones valencianas en los últimos años da señales serias de podredumbre. Sin embargo, por el momento no hay desgaste político: el PP domina el escenario. Mucho trabajo por delante para Alberto Fabra.
El tono de la campaña ha sido tan bajo que se diría que la Comunidad Valenciana no se juega nada en estas elecciones. Ninguna voz ni discurso propio, ni entre los partidos de ámbito estatal ni en el exclusivamente valenciano. Es preocupante que no se atisben iniciativas o propuestas significativas en las principales fuerzas políticas para definir una línea de actuación mínimamente singularizada en España; especialmente ahora que acaba la época de victimismo ramplón contra Zapatero.
DIPUTADOS POCO SIGNIFICATIVOS
La proyección y, a menudo, la entidad de los diputados (y líderes políticos) valencianos es escasa. Con el PP valenciano vigilado desde Génova y tratando de superar el trauma de Camps, el PSPV-PSOE sin dirección y encerrado en su bucle autodestrucivo y unos partidos menores con líderes de perfil bajo, la Comunidad Valenciana carece, en estos momentos, de dirigentes políticos con personalidad suficiente para diferenciar y defender una posición propia en España.
Las listas electorales son un ejemplo de lo dicho. De los 18 a 21 escaños valencianos que conseguirá el PP, sólo tienen alguna trascendencia estatal Federico Trillo y Esteban González Pons, el resto es una sucesión de exconsellers (Gerardo Camps, Trinidad Miró, Mario Flores, Manuel Cervera y Belén Juste), cuadros de partido significados por aspectos menores como Asunción Figueres (expresidenta de la AVL), Nacho Uriarte (cunero), Ignacio Gil Lazaro (contrapunto del ministro del Interior en la anterior legislatura), Andrea Fabra (hija de Carlos Fabra), Marta Torrado (protegida de Rita Barberá) y poco más.
Por su parte, el PSOE no presenta ningún candidato con proyección ascendente en España entre los 11 o 13 diputados que aspira a obtener. Los exsecretarios de Organización, Ciprià Ciscar y Leire Pajín, tuvieron sus momentos más importantes en el pasado, el perfil técnico de Inmaculada Rodríguez Piñero la llevó a la secretaria general del Ministerio de Fomento con Blanco como ministro, el resto son gentes de partido: lermistas (Ximo Puig, Susana Ros, Carmen Montón, Toni Such, Gabriel Echavarri o Hérick Campos), alartistas (José Luis Ábalos, Josep Antoni Santamaria, o Federico Buyolo) y pajinistas (Leire Pajín o Patricia Blanquer). Los candidatos con posibilidades de Compromís-Equo (Joan Baldoví o Cristina Domingo) y de EU (Ricardo Sixto y Víctor Domínguez) son actores secundarios.
ESPERANDO AL CONSELL
El 20-N ha sido la última escusa para mantener el Consell sin un proyecto definido y funcionando por debajo de lo que por competencias y presupuesto le corresponde.
Hace demasiados años que el PP valenciano confunde ocupar el poder con gobernar. El problema viene de lejos, empezó en julio de 2002, cuando José Luis Olivas substituye a Eduardo Zaplana para dirigir durante un año un gobierno provisional. Luego llegó la larga era de Camps. Toda una legislatura dedicando buena parte de sus esfuerzos a borrar la memoria de Zaplana, mientras el crecimiento económico especulativo y el despilfarro de dinero público suplían la falta de una acción de gobierno coherente y rigurosa. Luego el principal objetivo fue reforzar a Rajoy en el PP y, finalmente, el caso Gürtel acabó con todo rastro de iniciativa de gobierno de Camps.
Alberto Fabra lleva cuatro meses en la sala de espera y puede seguir ahí más tiempo: hasta la constitución del gobierno de Rajoy, hasta la remodelación de un Consell donde únicamente destacan, por razones distintas, Ciscar, Verdeguer, Vela y Castellano o, si las presiones de Javier Arenas tienen éxito, hasta las Elecciones Andaluzas, en el mes de marzo. Demasiado tiempo perdido.
OPOSICIÓN MÁS DÉBIL
Cuando se abran las urnas, la oposición política valenciana será todavía más débil. Los dos partidos pequeños estarán eufóricos durante unos días si consiguen algún escaño. Un éxito indudable para Compromís-Equo o EU si lo logran; pero estos partidos carecen, en estos momentos, de fuerza suficiente para inquietar la hegemonía del PP.
La principal fuerza de oposición, el PSPV-PSOE, saldrá de las elecciones hecho jirones a causa de: 1) el avance del PP en lo que fueron sus espacios electorales, 2) la penetración de EU y, sobretodo, Compromís en los sectores más jóvenes del electorado progresista, 3) la abstención, y 4) la miopía política de las familias que carcomen y se reparten los cada vez más escasos recursos y poder de los socialistas.
La victoria del PP puede ser tan rotunda y el desastre socialista tan grande que lleven al PSPV-PSOE a una nueva crisis interna de lucha por el liderazgo y a que se regale al PP una nueva legislatura con una oposición previsible, moribunda y sin los líderes socialistas en el parlamento como ha sido habitual desde 1995, salvo en la legislatura 2003-2007.
DÉFICIT DEMOCRÁTICO
España es, de hecho, un país intervenido. Por eso, aunque se diga que votamos a quienes van a decidir la política española, deberíamos ser conscientes de que, en estos momentos, sólo elegimos a los ejecutores de las medidas, hasta ahora poco eficaces (salvo para Alemania), que deciden Angela Merkel y el BCE. El déficit democrático es enorme. Este 20-N ejercemos una democracia limitada. Si hace unos meses se argüía que la solución a la crisis era más Europa, la realidad es que la voluntad alemana de imponer una Europa germánica puede acabar vaciando de contenido a las democracias europeas, generando reacciones nacionalistas y rompiendo la UE. El populismo alemán está haciendo mucho daño.
Controladas Irlanda y Portugal, Merkel acaba de forzar un cambio de Gobierno en Italia y Grecia. Se acabaron los gobiernos de políticos surgidos de las urnas. La solución son "técnicos" que, insólitamente, estaban implicados en los orígenes de la crisis: Papadimos fue economista jefe del Banco Central de Grecia y después vicepresidente de un BCE que ignoró la falsedad del déficit del Gobierno griego de Karamanlis. Mario Monti es miembro de la Trilateral -el lobby neoliberal más importante del mundo- y era consejero de Goldman Sachs cuando este banco trabajaba para falsear el déficit griego.
Visto lo visto, no estaría de más conocer los nombres de los diputados españoles que están vinculados a Goldman Sachs o forman parte de la Trilateral (los hay en los principales partidos), no fuera que la crisis arrollara a Rajoy y a Merkel y al BCE les diera por promover un gobierno "técnico" en España.
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(*) Anselm Bodoque es analista político
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