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Vicepresidencia de Bankia:
Un sillón que controla más de 4.000 millones en las empresas participadas

JOAQUIM CLEMENTE. 15/11/2011 El pulso por el control de la vicepresidencia de BFA-Bankia conlleva el control sobre el futuro de la cartera empresarial del banco que preside Rodrigo Rato

VALENCIA. El pulso que se vive en el seno de Banco Financiero y de Ahorros (BFA-Bankia) por la vicepresidencia de la entidad tiene de fondo a la cartera de participaciones empresariales del banco. El puesto que ocupa ahora José Luis Olivas, y que según todas las fuentes es el objeto de deseo prácticamente alcanzado de Rodrigo Rato y su entorno, lleva aparejado el control de los paquetes accionariales que tanto Bancaja como Caja Madrid aportaron al banco que crearon en común. Un poder cuantificable económicamente, puesto que solo con el valores de las participaciones de las empresas que cotizan en bolsa supera los 4.000 millones de euros.

Según coinciden todas las fuentes consultadas por este periódico, Rato quiere ejercer también su poder ejecutivo sobre una cartera de participadas que, en los últimos seis meses, ha perdido cerca de 1.000 millones de valor en bolsa. La intención del presidente de Bankia es poder hacer y deshacer posiciones con una libertad que ahora ve limitada por los acuerdos que firmó en su día y que situaban al frente de la política sobre participadas al presidente de Bancaja.

Se trata de un puesto estratégico que tiene dos partes: por un lado las empresas que se quedaron en Banco Financiero y de Ahorros, y por otro las que se incluyeron en Bankia para la salida a bolsa. En ambas hay sociedades aportada por Bancaja y por Caja Madrid, de igual forma que las hay que cotizan en bolsa y que no.

Para BFA-Bankia la posibilidad de obtener liquidez por vía de desinversiones es una opción que cobra fuerza ante las nuevas exigencias de capital. Sin embargo, las vinculaciones 'históricas' de las dos mayores cajas que formaron la entidad con sus participadas introducen elementos que distorsionan posibles operaciones.

El ejemplo más evidente es el del Banco de Valencia. Incorporado a los activos de BFA en la fusión, estaba considerado por Bancaja como una inversión estratégica. Sin embargo, el entorno de Caja Madrid, accionista mayoritario, ha conseguido imponer la opinión de que es una participación de la que hay que prescindir.

Juan Costa, con su hermano JuanRATO QUIERE UN PRESIDENTE DE BANCAJA DE SU CONFIANZA

La decisión, formalizada con el encargo que tiene el banco de inversión Lazar para encontrar un comprador para BVA, ha puesto en evidencia un choque de culturas en el seno del nuevo banco en el que ha acabado imponiéndose Caja Madrid. Rato ha ido configurando en los últimos meses un organigrama del que se han ido descolgando los directivos provenientes de Bancaja.

La posible salida de Olivas de la vicepresidencia de BFA-Bankia, que se da por segura en los círculos financieros, supondría la confirmación del poder hegemónico de la caja madrileña. La dirección de la cartera de participadas fue el principal logro que Bancaja esgrimió cuando presentó el acuerdo de fusión.

Lo cierto es que, una vez ordenado el negocio bancario, el bocado de las participadas era demasiado apetecible. Rato aspira a controlar también esta parte del grupo con un vicepresidente que comparta su visión sobre las participaciones empresariales pero sobre todo sin 'hipotecas' que le permitan plantear operaciones como la ya mencionada del Banco de Valencia u otras desinversiones en compañías vinculadas a Bancaja, como Iberdrola, Aguas de Valencia o Ribera Salud.

Dado que la vicepresidencia de BFA-Bankia corresponde a Bancaja según los términos del acuerdo, el objetivo es que el posible sustituto de Olivas encaje en ese perfil. El nombre de Juan Costa, estrecho colaborador de Rato en su pasado como ministro de Economía, ha empezado a sonar en los últimos días.

La condición de valenciano de Castellón de Costa es la baza que se juega desde el entorno de Rato para auparlo a la presidencia de Bancaja, paso previo necesario a su incorporación al organigrama de Bankia. Sin embargo, al menos de momento, ese nombre, promocionado desde Madrid, no despierta el mismo entusiasmo en la calle Cavallers, sede del Gobierno valenciano. El visto bueno de la Generalitat, que sigue nombrando a casi la mitad de los consejeros de la caja a través de Les Corts, es imprescindible, y Alberto Fabra en estos momentos no está dispuesto a ceder a las primeras de cambio.

Las próximas semanas -no antes de que se celebren las elecciones del próximo domingo- se apuntan como decisivas para resolver ese conflicto.

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