Hijo de una familia de clase media y como la mayoría de los italianos muy apegado a su "mamma" Rosa, el joven Berlusconi no dudó en vender electrodomésticos en la Milán que se recuperaba en la posguerra para pagarse los estudios de Derecho.
Tal y como es descrito en la película "Silvio Forever", de Roberto Faenza y Filippo Macelloni, Berlusconi era en su juventud un tipo dinámico, ambicioso, simpático y con mucho don de gentes que decidió embarcarse en cruceros de recreo como cantante y animador, facultades de las que siempre se sirvió con más o menos fortuna en su posterior carrera política.
A los 23 años se dedicó con éxito al sector inmobiliario y a la construcción, edificando el complejo MilanoDue, un nuevo concepto de vivienda para familias acomodadas.
Con 29 años se casó con Carla Elvira Dall'Oglio, con quien tuvo dos hijos: Maria Elvira (1966), más conocida como Marina, hoy presidenta de su grupo editorial Mondadori, y Pier Silvio (1968), vicepresidente del grupo familiar Mediaset.
En 1990 contrajo matrimonio con la actriz Verónica Lario, a quien había conocido cuando interpretaba "El Magnífico Cornudo" y con la que tenía tres hijos: Barbara (1984), Eleonora (1986) y Luigi (1988).
Berlusconi, que era ya un conocido empresario, contó con un padrino de excepción, el socialista ya fallecido Bettino Craxi.
Y es que a mediados de los ochenta dio el salto a la televisión y ya contaba con tres canales privados ("Italia1", "Rete 4" y "Canale 5") que acabaron con el monopolio de la televisión pública RAI.
Su poder se extendió en aquella época con la compra del club de fútbol Milan AC y del grupo editorial Mondadori, valores que agregó al conglomerado Fininvest.
Culminado su proyecto empresarial y con la escena política italiana devastada tras el azote de la operación anticorrupción "Manos Limpias", Berlusconi preparó su salto a la política a finales de 1993 con la creación de Forza Italia, un partido basado en consignas populistas y en sus dotes como comunicador.
Sus habilidades como vendedor publicitario sedujeron al electorado en marzo de 1994 y Forza Italia se convirtió en el partido más votado en aquellas elecciones, aunque el primer mandato de Silvio Berlusconi duró poco.
Pero Berlusconi, de 75 años y uno de los hombres más ricos de Italia, logró ser tres veces primer ministro: 1994, 2001-2006 y 2008-2011, y tenía aspiraciones a convertirse en presidente de la República.
Durante los años de su último mandato vio reducida su popularidad por los juicios que le acechaban y por las fiestas con mujeres, algunas menores de edad, en sus residencias de Cerdeña, Roma y Arcore (Milán), que fueron aireadas con fotografías y declaraciones de las jóvenes en los medios de comunicación y por las filtraciones de las fiscalías.
Berlusconi ha sido objeto de estudios de psicólogos, sociólogos y analistas que intentaron explicar el fenómeno de su permanencia en el poder, a pesar del descontento popular y de los escándalos en los que se vio envuelto y de los que siempre se escabulló gracias a su enorme talento y a la creación de leyes favorables a sus causas.
Si se trataba de un voto de confianza para su Gobierno en la Cámara de Diputados, se las ingeniaba para que los "traidores" dejaran de serlo y los leales lo fueran más que nunca.
Y es que el mandatario italiano exhibía además una jovialidad pegadiza, su condición de hombre que se ha hecho a sí mismo, se pavoneaba y bromeaba sobre sus conquistas amorosas, y según el psicólogo Alessandro Amadori, autor de "Madre Silvio", presentaba "una incapacidad manifiesta de abandonar la escena pública, también porque el centroizquierda italiano no logra articular alternativa".
Su incontinencia verbal le llevó a decir, entre otras lindezas, que el presidente de EEUU, Barack Obama, estaba "moreno", por lo que fue criticado tanto en Italia como en otros países, pero a él no le afectaba. "Estoy hecho así. Soy de carácter juguetón", decía.
Se mantenía cual nave insumergible hasta que la crisis económica que azota a Italia, con una deuda pública del 120 % del PIB, despertó antiguos rencores hasta en sus propias filas, de las que comenzaron a desertar a medida que "Il Cavaliere" perdía la confianza ante sus socios europeos por su fracaso en la gestión de las reformas económicas que necesita el país.
El periodista Beppe Severgnini autor de "La barriga de los italianos: Berlusconi explicado a generaciones futuras", dio la clave para explicar el tiempo que se mantuvo en el poder.
El mandatario representaba los anhelos del italiano medio.
"Habla de su 'mamma', entiende de fútbol, saber hacer dinero fácil, le gustan las casas nuevas, odia los convencionalismos, cuenta chistes, jura un poco, es mujeriego y le encantan las fiestas".
Pero también a un hombre que funcionó en clave de locura creativa y no concebía la política de Italia sin su presencia, porque se consideraba absolutamente imprescindible.
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