Cuando el 80% de las personas que acuden cada día a Casa Caridad están en edad de trabajar es evidente que lo que con más énfasis le pido al nuevo Gobierno es la creación de empleo. Sé que no es tan fácil, ni inmediato, pero creo que urge el establecimiento de medidas que permitan reactivar la economía y crear puestos de trabajo.
En Casa Caridad realizamos el año pasado 393.000 actuaciones con personas necesitadas. Más del 50% de estas personas tienen entre 21 y 40 años y otro 38% se encuentra entre 41 y 65 años. En esta situación, las ONG desempeñamos un papel crucial, porque estamos permitiendo que familias enteras puedan cubrir sus necesidades más básicas, a través de los comedores sociales y de los albergues. Pero creo que esta labor, siendo necesaria e imprescindible, es sólo un remedio, nunca una solución.
Como se dice habitualmente con los problemas del tercer mundo, en este primer mundo creo que también es necesario recordar aquello de "no les des pescado, dales la caña y enséñales a pescar". Y creo que esto, que realmente refleja una actitud ante los problemas, es determinante para que la actual crisis económica no degenere en una crisis social y de seguridad. Habitualmente, en Casa Caridad nuestros usuarios eran personas en situaciones de exclusión social por razones de distinta índole, pero muchas asociadas a adicciones y problemas psicológicos. Actualmente, la mayor parte de ellos son personas totalmente normalizadas que lo único que precisan es un empleo.
Como gerente de una institución benéfica no tengo la varita de las medidas concretas a adoptar. Pero en lo que a mi ámbito de actuación se refiere, sí creo que hay algunas cuestiones mejorables que servirán para ahorrar e invertir en desarrollo. Por ejemplo, desde Casa Caridad solicitamos que se aumenten el control y las exigencias en la concesión de ayudas a las ONG. Aunque eso suponga incrementar nuestro trabajo, creo que debemos ser plenamente conscientes que gestionamos el dinero de otros y que debemos ser extremadamente escrupulosos con él.
En la actual situación económica, lo que esperamos del Gobierno es que apoye aquellos proyectos e iniciativas necesarias y con repercusión social, pero que obligue al máximo a garantizar el destino de esos recursos para que no se acaben desviando a otros fines no previstos. En la misma línea, considero que se debe revisar el actual reparto del 0,7%, de forma que se adecúe al nuevo escenario en el que cubrir las necesidades más básicas ha saltado al primer puesto de las demandas sociales.
En otro orden de cuestiones, también creo que se debería revisar la tributación de las organizaciones declaradas de utilidad pública, ya que, por ejemplo, soportamos el IVA pero sin embargo, como no tenemos actividad mercantil, no lo repercutimos.
Pero no quiero acabar planteando una carta a los Reyes Magos de las Ongs, porque creo que la sociedad precisa una revisión profunda que deberá liderar el nuevo gobierno. Es necesario abordar medidas de impulso económico y también fuertes y exigentes medidas de austeridad de gasto público, porque del mismo modo que las Ongs nos ofrecemos a ser más transparentes, le pedimos a los gobernantes que sean conscientes que con el dinero de los demás sólo se debe invertir, no gastar.
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(*) Guadalupe Ferrer es gerente de la Casa de la Caridad
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