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La oratoria del debate o porqué esa noche Rubalcaba quiso ser periodista

ALVARO MOHORTE. 08/11/2011 El público esperaba un debate y se le ofreció una entrevista... y de las duras. Rubalcaba y Rajoy llegaron cargados de sus defectos y un buen puñado de trucos

VALENCIA. Con el primer plano general, la espalda encorvada de Rubalcaba le hacía parecer de visita ante un Rajoy más alto y erguido, prematuramente investido presidente. De hecho, la actitud de los contendientes, el reconocimiento implícito de la victoria del PP en muchas afirmaciones y el planteamiento a la ofensiva del defensor del candidato socialista han provocado un intercambio de papeles paradójico, dialécticamente y en comunicación no verbal.

EL DEBATE

La batalla de la cercanía y la naturalidad la ha perdido desde el primer momento Mariano Rajoy, empeñado en leer sus alegatos, a pesar de que los mejores momentos de su intervención han sido los pocos espacios que se ha concedido a la improvisación.

Alfredo Pérez Rubalcaba no ha dado nada por sentado y, haciendo uso de su voz (mucho más cálida que la de Rajoy) ha elegido al inicio un tono conciliador desde el que ha descolgado los tres fundamentos de su programa: empleo, acuerdos para el futuro y garantías de seguridad para los derechos sociales.

Aunque ambos han estado inicialmente confusos, poniendo gestos impropios Rajoy y manifestando cierta torpeza discursiva Rubalcaba, la llegada del ataque socialista ha permitido que empezara un juego cargado de trucos, trampas y evasivas.

LA VOCACIÓN PERIODÍSTICA DE RUBALCABA

Rubalcaba era consciente de que Rajoy tenía más que perder y ha comenzado a cargar contra su adversario como un entrevistados inmisericorde. La cuestión es coger al rival con el pie cambiado al pasarle el turno.

Cada intervención de Rubalcaba tenía una estructura similar: tomaba la palabra, enumeraba una serie de propuestas concretas (cargadas de cifras y compromiso específicos) y le segaba los pies a Rajoy lanzándole una pregunta comprometida.

Rajoy ha estado mejor en algunas y peor en otras, pero ha caído en esta trampa en demasiadas ocasiones. No ha podido hacerse con el pulso del debate, ni iniciar cada intervención como él quería, sino que ha avanzado en una constante carrera de obstáculos.

Cuando en el segundo tiempo Rajoy ha usado la misma medicina, Rubalcaba tenía preparada al respuesta y ha aprovechado para poner en boca de Rajoy afirmaciones que éste no había hecho en el debate. De este modo, Rajoy tenía que repartir su tiempo en desmentir a Rubalcaba, lanzar su mensaje y reiterar la pregunta contra Rubalcaba.

De este modo, al desmentir al candidato socialista, Rajoy ha incurrido varias veces en un error muy grave: ha repetido las acusaciones vertidas por Rubalcaba, lo que las refuerza en la memoria del espectador.

A VUELTAS CON EL PROGRAMA

Como ya hizo Felipe González en 1993, el equipo de Rubalcaba ha estudiado el programa del PP con detenimiento y le ha brindado a su candidato un buen arsenal de trampas que han entorpecido el avance de Rajoy.

Por su parte, Rajoy ha ampliado las acusaciones de mala gestión contra Rubalcaba hasta los años 90, cuando el socialista formó parte de los últimos gobiernos de Felipe González. Aunque podía haberle sacado más partido a esa estrategia también es cierto que corría el riesgo de caer en el anacronismo.

También queda desfasada la utilización de gráficos en un debate, empleados dos veces por Rubalcaba, pero es innegable que esta técnica sigue teniendo poder efectivo, si se juega con los colores referenciales de los partidos y se ofrecen a un tamaño adecuado.

LOS TRUCOS DE RAJOY

Si se pudiera creen en los lapsus verbales reiterados, se podría tomar por una confusión de Rajoy llamara a su oponente "señor Rodríguez". Se podría creer, repito, si el PP no hubiera desarrollado todo un argumentario reforzando la equiparación de Rubalcaba y Zapatero para trasvasar la impopularidad del presidente al candidato socialista.

El problema es que Rajoy peca de falta de naturalidad, lo que complica la utilización de trucos. Se nota que los está ejecutando y que se los ha trabajado a conciencia, peor no le salen naturales.

Por otra parte, aunque Rubalcaba ha sido más inquisitivo, preguntando e interrumpiendo, Rajoy ha sido más rudo al acusar a su oponente de "mentir" y lanzar "insidias" durante los momentos de mayor tensión. De hecho, ha sido el que más veces ha alzado la voz, un defecto según algunos electores, pero también un gesto de autoridad que valora positivamente por parte de su electorado.

Acusado de falta de propuestas, Rajoy ha optado (especialmente en la segunda mitad) por promesas abiertas con mayor carga afectiva que discursiva. Las referencias al "sentido común", a la "sensatez", han sido insistentes, reforzando la imagen de Rajoy como hombre formal.

Quizás por contagio de Esteban González Pons, Rajoy ha repartido muy bien las frases clave. Ha habido a decenas: "Ustedes nunca supieron dónde estaban", "¿Por qué no han hecho nada antes?", "De los ricos sólo se acuerdan en campaña electoral", "Engañaron con la crisis", "Yo no soy como usted", "Ya hemos sacado a España de la crisis una vez", "La mejor política social es crear empleo"...

ESTOCADAS SUELTAS

Algunas de las frases más duras, se han escuchado a media voz de boca de uno y otro candidato, aunque ha sido Rubalcaba el primero en utilizarlas. De hecho, son muy prácticas para desconcentrar al oponente, que duda entre responder o seguir con su discurso.

Así, Rubalcaba le ha recordado a Rajoy como perdió el debate de 2008, Rajoy le ha deslizado un "tranquilo, no le va tan mal en el debate", un "Le veo confuso" o "Insidia Pérez Rubalcaba", además de la inesperada enumeración de municipios de la provincia de Cádiz que ha ofrecido el líder conservador que ha obstaculizado el discurso de Rubalcaba.

La más desafortunada ha sido de Rubalcaba cuando ha comentado: "Ahora es usted el que miente", dando a entender que él podía haberlo hecho antes. Diversos tweets de seguidores del PP le han dado mucha cancha a este comentario. 

Y LLEGÓ EL ALEGATO FINAL

Aunque Rajoy vuelve a equivocarse, leyendo cada palabra del discurso final sin dirigirse apenas a cámara, y Rubalcaba mira al espectador y recurre a su memoria; ha estado mucho mejor moldeado el alegato final de Rajoy.

El presidente del PP dispara sus últimos cartuchos con frases cortas y directas: "España necesita un cambio y lo necesita con urgencia", "No será fácil, es más, sé que será difícil" (evitando las peligrosas euforias postelectorales), "Nadie nos va a regalar el éxito", "Somos una gran nación que no se rinde nunca" y, por último, una llamada al electorado que no ha votado hasta ahora al PP: "Estamos a su disposición".

Rubalcaba tarda en coger el hilo y a mitad le sobra tiempo y alarga el discuros. Empieza y termina llamando a votar (primero a cualquiera, al final al PSOE) y clava una serie de frases clave: "La indiferencia no resuelve los problemas", "Tenemos que salir de la crisis unidos", "No tengo la solución a todos los problemas: ofrezco mi convicción, mi compromiso", "Creo en esa España que puede salir de la crisis" y, por fin, un específico: "Pido tu voto".

OTROS ASPECTOS

El problema de los estudios sobre telegenia es que todo el mundo (sea del partido que sea) acaba llegando a las mismas conclusiones. Esto explica que ambos candidatos hayan acabado vistiendo igual, con la única salvedad de la corbata de Rajoy, de un azul un poco más pálido.

Sin embargo, la percha de cada uno ha terminado por imponerse. Rubalcaba, ligeramente cargado de espaldas, no ha podido disimular ese defecto y Rajoy, más delgado que de costumbre, ha optado por una chaqueta demasiado entallada que le quedaba corta de mangas.

Ya en la mesa, los dos se han soltado el botón de la chaqueta antes de empezar el debate y, mostrando marcadas arrugas en la camisa, se han despreocupado de que el micrófono le torciera a Rubalcaba la corbata o de que el nudo de Rajoy quedara un poco torcido.

Ha tenido un efecto muy limitado los elementos de papelería utilizado por cada uno (que no han sido elegidos al azar). Mientras Rajoy ha optado por una carpeta blanca para sus papeles (que ya estaba en la mesa), Rubalcaba ha usado una roja.

Por otra parte, Rubalcaba ha llevado una pluma, mientras que Rajoy ha optado por un común Pitol de tinta líquida. Detalles que, al final, sólo han sido percibidos por los muy observadores.

 

Alvaro Mohorte es autor del blog Habla por ti.

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1 comentario

bolli escribió
08/12/2011 18:43

me encanta esta página, gracias por iluminarnos con vuestra sabiduría

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