MDRID (EFECOM/VALENCIAPLAZA.COM). En la Riviera francesa los gobernantes del Viejo Continente fueron incapaces de arrancar compromisos a sus pares de los países emergentes, con China y Brasil en cabeza, para aportar capital en la ampliación del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) a un billón de euros como cortafuegos contra la crisis de la deuda.
Los BRICS prefirieron contribuir a situaciones de crisis a través del Fondo Monetario Internacional (FMI), aumentando su aportación al organismo multilateral, a cambio de más poder en el mismo.
Así, el FMI salió reforzado, autorizado a lanzar una nueva línea de crédito, a aumentar su poder de supervisión, y a ampliar sus recursos sin un límite preestablecido, una situación que se reflejaba en el entusiasmo de su directora gerente, la francesa Christine Lagarde.
Una Italia asediada por los mercados y con su prima de riesgo en máximos históricos, aceptó que el FMI fiscalice el cumplimiento de las reformas que le fueron exigidas por sus socios europeos, para darle credibilidad y evitar la contaminación de la crisis.
Lagarde fue muy clara al respecto: el problema de Italia es su "falta de credibilidad", dijo. Queda por saber si el primer ministro, Silvio Berlusconi, aceptó con agrado la fiscalización, como dijo el presidente francés, Nicolas Sarkozy, o tuvo que cargar con ella.
Al final de la cumbre, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se enorgullecía de que a España no se le haya exigido sacrificios adicionales y de que las reformas realizadas le mantiene alejado del grupo de países europeos con problemas.
En Grecia, en una semana vertiginosa, el primer ministro, Yorgos Papandréu, salió airoso por la mínima a una moción de confianza, tras prometer la integración de un gobierno de unidad nacional.
Esta fue el enésimo episodio de la larga crisis griega, que el lunes convulsionó de nuevo los mercados con la propuesta de Papandréu de someter a referéndum el segundo plan de rescate pactado con Bruselas a finales de octubre.
La propuesta, además, exasperó a los gobernantes europeos, que abroncaron a Atenas y ordenaron retener los 8.000 millones de euros del sexto tramo de ayuda a Grecia; revolvió al gobernante partido socialista PASOK, colocó al país heleno en el umbral de la puerta de salida de la zona euro y puso a los bancos acreedores a hacer simulacros de pérdidas.
El jueves, el italiano Mario Draghi se estrenaba como presidente del Banco central Europeo (BCE) con una rebaja por sorpresa de los tipos de interés de un cuarto de punto, al 1,25 %, ante la amenaza de recesión, que la OCDE ve posible para 2012, y por la presión de algunos gobiernos e instituciones.
Dragui mantiene el programa extraordinario de compra de bonos de los países bajo presión en los mercados con el objetivo de evitar un incremento descontrolado en los precios de su deuda.
El Banco de España confirmaba el estancamiento en el tercer trimestre, con un enjuto crecimiento del 0,7 % interanual, con la duda de si el país escapará a una nueva recesión, en medio del parón mundial del crecimiento.
El Ministerio de Trabajo certificó el jueves el récord en las cifras de desempleo, asunto central de la campaña para las elecciones generales del 20N, que arrancó a medianoche del mismo día para el que la macroencuesta del CIS divulgada el viernes pronosticó una mayoría absoluta para el PP (190-195 escaños) y una diferencia de votos sobre el PSOE de casi un 17 % (46,6 % a 29,9 %).
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